aquí os dejo la tercera parte

15 de Agosto

¡Oh, querido Bracanus! ¡Desgraciado y sin consuelo me hallo!

Mi amada ya no camina. Lleva una semana en cama. Siete horribles días en los que no ha abierto los ojos, mas respira. Estoy desesperado. No duermo, no como, no salgo siquiera al jardín. Me asemejo a ella pero teniendo consciencia. He perdido toda fe de recuperarla, toda esperanza. Las piezas que toco son tristes. Tristísimas. La inspiración no surge dentro de mí. Ya no tengo ganas de leerle historias venidas de tierras lejanas, ni pasear con ella junto al remanso. Solo quiero que abra los ojos y me diga que me quiere, hacer el amor con ella una última vez, y entonces, si ella quiere, la dejaría descansar en paz para siempre. No la quiero importunar, ¡Dios me libre! Mas no puedo dejar de pensar que sin ella no podré continuar y que mi vida de diluirá como lo hace el azúcar en esos tés de indias. Quiero que se levanté y se pase horas junto al piano, tal y como lo hacía cuando volvíamos de nuestro paseo vespertino por el remanso. Añoro su música, era una virtuosa. Le he ofrecido al doctor todo: una mansión, caballos, joyas, víveres sin límite, y aún así se niega a tratarla. “No tiene vida” me dice, pero miente. ¡Miente! ¿Cómo podría dentro de ella latir su corazón si en realidad muerta estuviera? ¡Pamplinas! Matasanos… Respira tenuemente, si bien su aliento es frío. Friísimo. No abre más los ojos, no se levanta, no anda y no ha comido nada en estos siete interminables días. Quizá el doctor tenga razón, pero me niego a temer lo peor. Ella es fuerte, podrá superar todo esto. Si no lo hace, no sería digna de ser amada. Tiene que sobrevivir, renacer. Tiene que hacerlo o si no… Hablo locuras ¿verdad mi Bracanus? No se puede hacer nada por ella. Esta noche no tocaré. Me sentaré a su lado, la tomaré de la mano, y rezaré y rezaré para que Dios obre milagros.

16 de Agosto

Se acabó Bracanus. Mi amada ha muerto.

Desperté con la cabeza apoyada en el frío suelo de los aposentos de mi amada. Me había quedado dormido rezando. La imagen que contemplé me dejó atónito, sin respiración. La almohada estaba completamente ensangrentada, al igual que las sábanas. Mi amada yacía en un manto de sangre sin igual. ¡Por Dios que horrorosa imagen! No respiraba, ¿latiría su corazón? Claro que no. Imposible. Estaba inerte. Muerta. Pero había una cosa que me atormentaba por segundos, ¿de dónde procedía toda esa sangre? La desnudé todo lo deprisa que pude. Su cuerpo estaba lleno de laceraciones de las que no me había percatado hasta contemplar su cuerpo desnudo. Pero no procedía la sangre de ahí. Al incorporar su cabeza hacia mi hombro, noté que mis manos se humedecían. Era sangre que procedía de su cabeza. De esa parte donde acaba la cabellera y empieza el cuello. Le aparté su hermoso pelo teñido de rojo para contemplar el horror: un enorme agujero a modo de perforación en su hermosa testa. La sangre seguía manando a pesar de yacer muerta. Me apresuré a llamar al Doctor, que quedó tan estupefacto como yo al contemplar tan macabro espectáculo. No tiene palabras, no sabe lo que ha pasado. He encargado a Roselia que lave el cadáver para, posteriormente depositarlo en un féretro y hacértelo llegar lo antes posible. Espero que se conserve en las más óptimas condiciones para que tú, mi leal Bracanus puedas arrojar luz a este turbio asunto que, sin duda, no me va a dejar dormir y será causa de mis pesadillas por seguro. Ilumíname cuanto antes Bracanus, te lo ruego.

Tu siempre honesto y confiado Terencio.