[Análisis] Oddworld: Soulstorm para Nintendo Switch
¡Vuelve Abe!
Vuelve a la máquina de Nintendo nuestro querido y añorado Abe, ese mudokon asustadizo que nos encandiló a muchos en sus primeras andanzas en Playstation allá por 1997 y que volvió a sorprendernos con un espectacular remake hace pocos años.
Esta vez, la desarrolladora Oddworld Inhabitants, con Lorne Lanning a la cabeza (al que le hicimos una entrevista) ha decidido ser más ambiciosa y volver a hacer un remake de la secuela, Abe’s Exoddus, pero añadiendo nuevas ideas que se quedaron en el tintero en aquel 1998, y volviéndole a dar un gran lavado de cara. Veamos que tal les ha salido.
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La responsabilidad de Abe
La historia comienza donde terminó su antecesor: Abe y su grupo de seguidores vagan por el mundo de Oddworld, alejados de las fábricas Rapture, que explotaban y sacrificaban mudokons sin piedad. En esta relativa tranquilidad, los mudokons pudieron crear varios asentamientos y vivir a salvo. Sin embargo, todo esto es una ilusión, porque sin previo aviso son atacados por los Sligs y su comandante, y se ven obligados a huir de nuevo. Justo antes de la huida, el gurú de la comunidad le dice a Abe que esto no parará hasta que él sea consciente de su poder y de que es el único que puede salvarlos a todos.
Así pues, volvemos a manejar a Abe y el comienzo de nuestra aventura es una persecución espectacular, corriendo y esquivando sin parar mientras se suceden un montón de eventos alrededor.
Aquí ya vemos las intenciones de la desarrolladora, que, además de presentarnos una trama más seria que su antecesor, nos muestra unas cinemáticas muy bien realizadas (propias de una película de animación) y nos adentra en una ambientación más abierta, con muchos juegos de cámaras (aunque siempre en un entorno 2D) y buenas transiciones entre el juego y las escenas cinematográficas. No obstante, esta espectacularidad no irá siempre acompañada de un buen rendimiento gráfico. Como veremos más adelante.
Un plataformas «inteligente»
Pero empecemos por el principio. Para quien no conozca la saga, Oddworld Soulstorm es una aventura en 2D donde se mezclan plataformas y sigilo, y donde debes pensar muy bien los pasos a realizar, pues el ensayo y error suelen ser una tónica habitual.
El juego nos propondrá terminar cada fase sano y salvo, y rescatando a todos los mudokons que nos encontremos en el camino. Y no será tarea fácil, puesto que los enemigos que nos encontraremos son extremadamente sanguinarios y en cuanto nos vean nos dispararán a lo lejos. Aquí Abe es algo más resistente que en versiones anteriores, y aguantará algunas pocas embestidas, pero lo normal es que en cuanto te pillen, acabará la partida.
Aparte de esto, nos encontraremos con precipicios, minas, bombas, otros animales salvajes y demás obstáculos que nos dificultará la gesta.
Nuestros compañeros mudokons nos seguirán confiados sin separarse de nosotros, a no ser que se lo digamos. Abe puede comunicarse con ellos, con dos únicos comandos, “Seguidme” o “Parad” y manteniendo pulsado cada botón para decírselo a uno o a muchos. Para los que conozcan la saga, esto se ha simplificado mucho, pero la jugabilidad en este sentido sigue siendo igual de buena.
Seguiremos teniendo la habilidad de poseer a los enemigos, que nos permitirán usarlos para activar mecanismos y para acabar con otros enemigos. Se pierde aquí la capacidad de comunicarte con otros sligs, aunque esta era una anécdota del anterior juego, más que algo útil en la aventura. Eso sí, ahora el poder de la posesión nos permitirá dirigirla hacia aquello que queramos dominar, pudiendo activar algunos artilugios a distancia.
Otra de las novedades de esta secuela es el uso de pócimas y otros utensilios que iremos creando con piezas y brebajes que encontremos a nuestro paso. Éstas las encontraremos registrando contenedores, basureros o taquillas, y robándoselo a los enemigos inconscientes. Estos objetos son desde antídotos para reanimar a los mudokons enfermos, hasta minas, líquidos para apagar fuegos y para provocarlos, fluidos para crear cortinas de humo, etc. Gracias a ellos se crearán mucha variedad de situaciones y cada zona del juego te hará usar uno o varios de ellos, haciéndonos pensar muy bien cómo utilizarlos para salir airosos.
Y para este fin, también son muy importantes el resto de habilidades de Abe. Nuestro protagonista podrá correr, saltar, rodar, moverse sigilosamente y arrojar objetos como anteriormente, y además ahora podrá hacer un doble salto. Aquí Abe se mueve más ágil, menos rígido. Sin embargo, la realidad es que esa era una seña de identidad de su antecesor (al estilo Prince of Persia) y manejarlo aquí no es tan gratificante como antaño. Además, acciones como la de lanzar objetos, no es especialmente precisa.
A lo largo de los escenarios habrá zonas secretas muy escondidas donde encontraremos coleccionables, y lo más importante, más mudokons. Esa sensación de “desolación” que tenía el anterior de llegar al final de un nivel, mirar el marcador de mudokons salvados y ver que nos hemos dejado algunos por el camino, sigue intacta en este título.
Aunque el diseño de niveles no brilla tanto como su predecesor, sigue siendo muy adictivo encontrarse todo tipo de situaciones y el reto de dar con la solución para poder salvarte tu y a todos los mudokons del camino.
Descuidado audiovisualmente
Como hemos dicho antes, este Soulstorm es más ambicioso que anteriores entregas, queriendo hacer todo más espectacular y cinematográfico. Ahora la acción no se desarrollará tanto en escenarios cerrados, como la antigua fábrica, sino que será en mundos más abiertos, sobre construcciones montadas en montañas y grandes infraestructuras. Algunas zonas estan repletas de detalles, con mucho movimiento en el fondo fuera del foco de la acción.
A nivel artístico es genial, con un mundo que transmite un gran lore detrás, personajes muy carismáticos y siempre con una reivindicación ecologista en la sombra.
Pero el problema viene en la forma en que han hecho el port, con graves problemas de optimización. El juego adolece de problemas de rendimiento, bajadas de frames no excesivamente molestas pero constantes, algunos bugs (muy pocos) que no te permiten avanzar y tienes que reiniciar la partida. Algunas zonas son algo pobres en cuanto a texturas. Además, no esta especialmente pensado para jugar en portatil. Al tener zonas en las que la cámara se aleja mucho para que puedas estudiar el entorno, se hace muy difícil ver al personaje. No es nada accesible en este sentido, hasta algunos textos son minúsculos. Deberían haber tenido más mimo en este aspecto, quiza permitiendo hacer zoom manualmente. Al menos, nos deja, de forma opcional, hacer que aparezca un indicador de la posición de nuestro personaje.
Por otro lado, el sonido esta algo descuidado. Las melodías estan bien y los efectos de sonido son tan característicos como en anteriores entregas (los chascarrillos de los personajes tienen mucha gracia). Sin embargo, muchas veces da la sensación de que hay mucho ruido, los sonidos se solapan unos con otros, y a veces algunos efectos sonoros ni se oyen, como una máquina golpeando contra el suelo, donde unas veces se oye el golpe, y otras no…
En definitiva, audiovisualmente hay una falta de mimo brutal. El juego es perfectamente jugable, pero esto es un lastre que te empaña el viaje.
A parte de esto, es de alabar su buena duración y su dificultad medida, exigente pero no imposible. Nos podrá durar unas 25 horas y si queremos ver el final “bueno”, tendremos que haber salvado al menos al 80% de los mudokons. Por lo que el juego premia que se juegue con calma, estudiando muy bien los escenarios y enemigos y haciendo el mejor uso de las piezas que nos encontramos para elaborar objetos útiles.
Dentro de la toda la saga Oddworld, cuyos 4 últimos juegos los podemos encontrar en Switch (tenemos un colección en exclusiva para la plataforma de Nintendo), este quedaría en el segundo lugar en un supuesto top 4, donde en primera posición seguiría estando Oddworld ‘N’ Tasty.
Conclusión
El mundo de Oddworld regresa con todo el carisma de sus personajes y su historia. Sin embargo, lo hace con muchos problemas de rendimiento y falta de atención a los detalles, con múltiples problemas audiovisuales, que empañan toda la experiencia.