Demonios de bolsillo: Repasamos las claves de Shin Megami Tensei, el RPG perdido de Super Famicom
A día de hoy, Atlus es especialmente conocida por la serie Persona. La quinta entrega de esta franquicia ha cosechado un enorme éxito a nivel mundial, y ha sido lanzada en Switch hace escasos días. El éxito de esta serie es algo lógico teniendo en cuenta sus interesantes historias y su genial desarrollo de personajes. Quizá no son los RPGs más cortos, pero los amantes del género han podido encontrar aquí juegos profundos repletos de contenido. Sin embargo… ¿Sabíais que Persona es el spin-off de otra franquicia? En efecto, Persona no es si no uno de los herederos de la serie Shin Megami Tensei.
La historia de esta franquicia es algo compleja. Su origen es literario, siendo la novela Digital Devil Story la base sobre la que se ha articulado la franquicia. El éxito de esta novela dio pie al desarrollo tanto de adaptaciones animadas como de videojuegos. Estos, conocidos como Digital Devil Story: Megami Tensei, fueron lanzados por Atlus y Namco en Famicom a finales de los 80s. Eran buenos RPGs por turnos, que sin embargo pecaban de tener una dificultad muy elevada. El contrato con Namco se acabó, y Atlus quería seguir aprovechando el potencial que esta marca ofrecía. Por ello, se pusieron manos a la obra con el desarrollo de una nueva entrega de forma autónoma.
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199X, al borde del colapso
Así, llegó en 1992 a Super Famicom Shin Megami Tensei, que salvo el nombre y el concepto de los demonios poco tenía que ver con los otros juegos. El juego suponía un avance enorme con respecto a los títulos anteriores, y se inspiraba algo más en otros RPGs de la época. Sin embargo, el objetivo de Atlus era dar con un juego único, que avanzara en sus propios términos al género. Y no solo querían avanzar en lo referente a la jugabilidad y al diseño de niveles: a nivel temático, el juego abordaba ciertas cuestiones que superaban en madurez a cualquier otro juego.
Así, el título no se andaba con chiquitas a la hora de proponer dilemas morales a los jugadores. Estos tenían una importancia vital en el devenir del juego, pues según las decisiones se podía acceder a varios finales. Este sistema calaría en los jugadores, y se volvería una constante en la serie. La premisa es sencilla: todos los personajes se vinculan a un valor moral, siendo este orden, caos o neutralidad. A lo largo del juego podremos aceptar uno de estos, definiendo así el desarrollo de la historia. El juego tampoco se censuraba a la hora de presentar uno de sus aspectos más definitorios: los demonios y la simbología religiosa.
Promoviendo las mitologías de todo el mundo
En Shin Megami Tensei, los demonios y criaturas mitológicas se pueden comunicar con los humanos a través de dispositivos tecnológicos. La idea de que la tecnología es el puente entre la tierra y el cielo o el infierno es el motor sobre el que se mueve toda la saga. Y esto se ve reflejado a la perfección en este título. Así, nuestro protagonista podrá hablar con los demonios enemigos para convencerlos de que se unan a su equipo. Las respuestas son variopintas, y parte del éxito del juego residió en el carisma de estas criaturas. Formar un equipo nunca fue tan divertido.
Su sistema de karma y de conversaciones hicieron de este un RPG atípico, una idea que se vio potenciada por su diseño de niveles. Y es que Atlus es una experta en el desarrollo de los dungeon crawlers, haciendo mapas laberínticos como ellos solos. Las mazmorras del juego eran laberínticas como ellas solas, pero era muy divertido recorrerlas gracias a un factor clave: su perspectiva. Aquí no recorríamos las mazmorras desde un punto de vista cenital, si no que lo hacíamos a través de los ojos de nuestro personaje. La visión en primera persona era algo insólito por aquella época, y Atlus consiguió plasmarla a la perfección.
Un legado inmejorable
Por supuesto, Shin Megami Tensei no es un juego perfecto. A día de hoy sus mecánicas se sienten toscas, y no es un título recomendado para jugadores novatos debido a su dificultad. Sin embargo, hay algo que es innegable: su legado es enorme y de calidad. Las mecánicas de este juego se han mantenido vigentes con el pasar de los años, y se han ido perfeccionando juego a juego. Shin Megami Tensei 3: Nocturne traía las mecánicas clásicas a un juego de corte moderno, exigente pero adictivo. Y Shin Megami Tensei V, lanzado en Switch, consiguió revolucionar la estructura de la saga sin sacrificar lo que la caracteriza.
Aunque se trata de un juego que jamás salió de Japón, la influencia del título se acabó notando más allá del país del Sol Naciente. Tanto las entregas posteriores de Shin Megami Tensei como spin-off de la talla de Persona o Digital Devil Saga lo han demostrado. Y es que, cuando un título trae consigo una revolución, poco importan las fronteras: su legado siempre llegará lejos.
¡Y hasta aquí el artículo de hoy! Decidnos, ¿Cuál es vuestro juego favorito de Atlus? Como ya sabéis… ¡Os leemos!