La historia de cómo Satoru Iwata llegó a presidir Nintendo
La cara visible de la revolución
La historia reciente de Nintendo es la que es por personas como Satoru Iwata. El fallecido creativo nipón, cuarto presidente de la marca en su país de origen, es recordado aún hoy por su pasión y su influencia en el medio. Bajo la premisa de llevar los videojuegos a todo tipo de público, Iwata comenzó a forjar su leyenda con ideas revolucionarias como Nintendo DS, Wii o Nintendo Switch, su última gran aportación al universo de la Gran N. Mas, mucho antes de todos estos éxitos, el oriundo de Sapporo fue un joven apasionado por los videojuegos que soñaba con vivir de ellos.
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La primera toma de contacto
De Iwata siempre se ha contado que fue un líder nato. Según relatan muchas historias, el carácter y las ganas de estar al frente de los equipos que conformaba era una condición que siempre le acompañó. Fue en esta última etapa donde descubrió los ordenadores, los dispositivos que, como sabemos a estas alturas, cambiarían su vida para siempre. Sin embargo, este acontecimiento aún tendría que esperar.
Antes de sumergirse de lleno en su pasión por estos dispositivos tecnológicos, el artista nipón hizo sus pinitos con una Hp-65, una calculadora programable. Comprada gracias a la ayuda de su padre y a sus ahorros como lavaplatos, esta le acompañó en sus primeras creaciones en el instituto. Allí, Iwata diseñó títulos sencillos (como Volleyball o Missile Attack), sirviéndole esto como experiencia para dar sus iniciarse en la industria. Más tarde, en 1978, pudo adquirir un Commodore PET, el dispositivo con el que forjó su alianza con Nintendo.
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Tras desmantelarla y estudiar su funcionamiento, Iwata descubrió que el ordenador tenía una MOS 6502. Esto, en otras palabras, significó que el Commodore PET poesía la misma unidad central de procesamiento que la NES, la primera consola doméstica de Nintendo. Gracias a ello, Iwata pudo más tarde desarrollar diferentes títulos para Famicom, la versión nipona del sistema de la Gran N. Además, este conocimiento le sirvió para realizar prácticas en la división japonesa de Commodore, situación que daría paso la decisión que cambió su vida para siempre.
Junto a unos amigos, Iwata alquiló un apartamento en Akihabara y, en sus ratos libres, concentraban sus fuerzas en desarrollar juegos. Gracias a la calidad de estos, el nipón pudo hacer demostraciones en una tienda local de informática de Seibu, un movimiento que le abriría las puertas de la industria del videojuego en 1980. Un grupo de empleados de HAL Laboratory, creadores de Kirby, frecuentaba dicha tienda y se fascinaban con las creaciones de Iwata. Por ello, decidieron invitarle a unirse a la compañía, un trato que el nipón no dudó en aceptar y, a la postre, le terminaría convirtiendo en un pilar básico de la compañía.
La historia de Iwata en Nintendo comenzó en HAL Laboratory
Aunque entró en la compañía en 1980, en aquel entonces Iwata no poseía los galones que ostentó más tarde. En su primera etapa, antes de graduarse en 1982, el creativo trabajó a tiempo parcial antes de acceder a la jornada completa. Gracias a ello, Iwata se convirtió en el quinto empleado (y único programador) de HAL Laboratory. Por desgracia, no es oro todo lo que reluce.
Satoru Iwata, a la izquierda en la imagen.
Tal y como se pudo saber más tarde, la relación de Iwata con su padre fue complicada durante muchos meses. A pesar de que fue un estudiante modelo y había conseguido un trabajo nada más graduarse, el padre del futuro director de Nintendo no estaba de acuerdo con el rumbo laboral de su hijo. Por ello, no le dirigió la palabra durante sus primeros 6 meses en HAL Laboratory. Sin embargo, esta situación cambió cuando Iwata comenzó a ganar peso dentro de la desarrolladora.
De programador, la joven estrella pasó a ser coordinador de producción de software un año más tarde. En este papel, el artista fue el encargado de forjar relaciones con Nintendo, consiguiendo distintos acuerdos comerciales que tenían como fin crear títulos para Famicom. Fruto de esta negociación, Iwata pudo trabajar en proyectos como Joust (su primer juego) o en propuestas tan icónicas como MOTHER, NES Open Tournament Golf o Kirby. Sin duda, había empezado la carrera de un mito, una leyenda que en 1993 asumió la presidencia en la etapa más dura de la compañía.
Salvó a HAL Laboratory de la quiebra
Su buena relación con Nintendo provocó que Hiroshi Yamauchi, presidente de Nintendo desde 1949 hasta su renuncia en 2002, insistiera en convertir a Iwata en presidente de HAL Laboratory. Esta medida, como se ha plasmado en diversos libros de historia, consiguió saldar la deuda de la compañía (más de 1.500 millones de yenes) y la salvó de desaparecer en tan solo 6 años. Y todo ello, sorpresivamente, sin formación alguna en gestión empresarial.
Pese a su nuevo cargo, Iwata nunca se desligó del desarrollo y la elaboración de videojuegos. Fruto de esto, colaboró estrechamente con el desarrollo de varios títulos de Pokémon. Así, por nombrar un ejemplo, suyo es el código con el que pudieron llevar el sistema de batallas de Pokémon Rojo, Azul y Verde a Pokémon Stadium, el revolucionario juego de Nintendo 64. Además, también intervino en el desarrollo de Oro y Plata, las icónicas obras para Game Boy Color.
Más allá de Pokémon, franquicia en la que intervino al ser el intermediario entre Game Freak y Nintendo, Iwata fue influyente en la creación del crossover más ambicioso de todos los tiempos. Junto a Masahiro Sakurai, la mente detrás de Kirby, creó Super Smash Bros., la primera entrega de la serie que debutó en Nintendo 64. De no haber sido por la alocada idea y el trabajo de ambos, quién sabe qué historia se contaría de una de las franquicias más exitosas de Nintendo.
De jefe de división a presidente de la compañía
En el año 2000, Iwata dejó atrás la presidencia de HAL Laboratory y, al fin, pasó a formar parte de Nintendo. En su primera etapa en la compañía, el creativo asumió el papel de jefe de la división de la planificación corporativa. Así, su labor en este cargo fue reducir el coste y duración del desarollo a la vez que preservaba la calidad. Una tarea nada fácil que, según recogió el portal IGN, supuso a Nintendo un beneficio de un 20% (2000) y un 41% (2001) en sus dos primeros años. A la postre, este hito le sirvió para ganarse por completo el favor de Hiroshi Yamauchi.
Por aquel entonces, Nintendo solo había sido presidida por personas relacionadas con la familia Yamauchi. Desde la fundación de la compañía en 1889, esta era una regla inquebrantable para dirigir a la Gran N. No obstante, cuando Yamauchi renunció al cargo en 2002, confió en Iwata y rompió una tradición de más de un siglo. Así, tras su adiós, Iwata se convirtió en el 4º presidente de la compañía y, durante su mandato, intentó de cumplir los últimos deseos de Yamauchi: innovar y crear ideas nuevas. Y, a la vista de lo que sucedió hasta el final de su vida, queda claro que cumplió con creces al frente de Nintendo.
Esta es la historia del ascenso de Satoru Iwata dentro del ecosistema Nintendo. Desde sus primeros en HAL Laboratory hasta la cima de la compañía, el creativo vivió etapas de éxito y fracaso que, a la postre, le forjaron como la leyenda que hoy recuerdan Reggie o Sakurai (entre otros). Y tú, ¿qué opinas del legado de Satoru Iwata? ¿Consideras que es la figura contemporánea más grande de Nintendo? ¿Crees que la compañía sería diferente sin toda su obra? Os leemos en los comentarios.