[Opinión] Cuando el fanatismo se convierte en un problema
Cualquier fanatismo es malo y los videojuegos no se libran de ello. Esta obsesión provoca discusiones que evitan un debate objetivo dónde se puedan intercambiar ideas dispares, unas opiniones que nos ayudan a ver más allá de nosotros mismos. Lamentablemente estas radicalizaciones están al pie del cañón, evitando que una industria como la del videojuego evolucione a mejor.
Todos tenemos un juego al cual le tenemos especial predilección, aquel que nos pasaríamos cientos de veces antes de soltar un resoplido de aburrimiento, el que recomendaríamos hasta a nuestra abuela, y el que te hace desempolvar la consola si se tratara de un juego antiguo. Exacto, os estoy hablando de vuestro videojuego favorito.
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Probablemente este juego esté glorificado por muchos motivos, ya sea por la historia, los gráficos, la música o el factor nostalgia, el cual es el más común causando problemas. Que nos guste mucho un juego o saga no es malo, el dilema viene cuando cualquier crítica dirigida a este se considera como algo personal. Tenemos que saber el motivo por el cual estas personas se ofenden, y por eso este artículo.
Este ataque que consideramos como personal, está muy probablemente ligado al factor nostalgia que comentaba anteriormente. Cuando este videojuego forma parte de nuestra infancia, consideramos estos ataques como un ataque a nuestra querida e inocente niñez, una época que la gran mayoría recordamos con gran afecto.Juegos como The Legend of Zelda: Ocarina of Time o Final Fantasy VII forman parte de la nostalgia de muchos jugadores, por ese mismo motivo, cuando alguien lo juega en la actualidad, es normal que los vean totalmente desfasados tecnológicamente y les encuentren errores que nunca percataste. Probablemente esto sea debido a nuestra corta experiencia en la industria o por la inocencia que nos acompañó durante la niñez.
Si dejamos a un lado la nostalgia, que ya todos sabemos que nunca es una buena acompañante, están los demás factores, aquellos que hacen a ese videojuego perfecto para nosotros. Cuando los gráficos, la jugabilidad, la historia y la música están, en nuestra opinión, en perfecta armonía, el videojuego queda deificado y creemos que no puede haber algo mejor. No vemos sus errores, negamos las críticas y defendemos el juego como si fuese nuestro. Es ese momento en el que no entendemos como a alguien no le puede gustar lo que a nosotros nos encanta, pero tenemos que entender que todos tenemos nuestras opiniones y debemos respetarlas para crear un dialogo objetivo que nos ayude a mejorar como personas y como jugadores.
No obstante, objetos glorificados y nostalgias aparte, nos queda mencionar un último factor que ayuda a que nos sintamos ofendidos cuando critican a ese videojuego: cuando este influye en nuestra vida. Este aspecto está estrechamente ligado a la nostalgia porque es nuestro primer videojuego el que generalmente nos influencia. En nuestra niñez somos esponjas de conocimiento y aprendemos de todo con todo, ya que nuestra personalidad aún está construyéndose.
Si ahora viene alguien de golpe y nos dice: ¿por qué esa pasión hacia los videojuegos? Seguramente, mientras se lo explicamos, el videojuego que tengamos en mente sea uno que perteneció a nuestra infancia, aquel que nos hizo hacer millones de preguntas y del que aprendimos y crecimos con él. Por eso mucha gente se pone a la defensiva cuando criticamos a su videojuego de la infancia. De alguna manera este es una parte de él.
No obstante esta opinión no es para defender a este tipo de personas, pero tampoco para atacarlas. Hay que saber diferenciar un debate subjetivo de uno objetivo. El primero no lleva a ningún lado, el segundo requiere de una mentalidad madura para crear un diálogo coherente y constructivo que nos ayude a mejorar. Por desgracia, este segundo debate no se da en muchas ocasiones y sea crean los conocidos fanboys de franquicias, juegos y compañías. Esa comunidad conformista que se deja manipular y no permite el avance de la industria. Aún así, sé que la objetividad absoluta como tal es algo inalcanzable porqué todos tenemos una opinión, pero sí que puede existir una tendencia a esta postura que nos permita avanzar, tanto a nosotros mismos como a los demás.
Argumentemos nuestras opiniones con argumentos sólidos. Seamos críticos con nosotros mismos y con lo que nos gusta. Dejemos la nostalgia para las fotografías. Abramos los ojos y hagamos de esta industria algo mejor. Evolucionemos.