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[Artículo] Los amigos de casa

Estamos viviendo una situación realmente difícil en todas las partes del mundo. Nadie ha escapado al dichoso coronavirus ni a las fuertes medidas que debemos adoptar para poder reducir su expansión, entre las que se encuentra la obligada cuarentena.

Este nuevo escenario nos obliga a estar en casa (salvo que tengamos un empleo en servicios de primera necesidad) durante todo el día (con las contadas excepciones de ir a comprar alimentos, medicamentos…etc).  Y en medio de todo este polvorín, de miles y miles de noticias que cada segundo nos recuerdan la gravedad del asunto, debemos buscar momentos de esparcimiento, de diversión, de risas y socialización, en la medida de lo posible.

Todo esto me hace contemplar una situación donde los videojuegos, esos amigos que siempre estuvieron en casa, ahora son más amigos que nunca. También lo son para aquellas personas que se olvidaron de ellos, para los que nunca se acercaron e, incluso, para los que los despreciaron.

Porque podemos continuar esa Champions suspendida y llevar a nuestro equipo a la gloria, jugar con amigos al tenis mientras hablamos con ellos, descubrir nuevos mundos, experimentar la libertad sin salir de casa, vivir nuevas historias, sentir el rugir de un motor mientras conducimos… y mil experiencias más que, gracias a los videojuegos, podemos continuar viviendo, sintiendo… y que nada de esto se nos olvide.

A esos amigos que siempre estuvieron en casa les debemos mucho. Los que siempre defendimos este noble arte sabíamos que los tendríamos ahí, dure lo que dure la cuarentena. Pero, ¿y aquellos grupos que nombramos antes?

Si partimos de esos niños y adolescentes que no pueden acudir a los centros educativos, la opción de los videojuegos es más que clara. Al menos para ellos. No tanto para esos supuestos “especialistas” y “gurús de lo correcto” que siempre acusaron a los videojuegos como ese terrible mal de una sociedad que nunca supo reconocer que el verdadero problema está en la educación y en la salud mental de cada caso. Ahora, es fácil escucharles decir frases como “los videojuegos pueden ayudar más que nunca”. Espero que no se olviden de esta frase, queridos expertos, ni tampoco los medios de comunicación que alguna vez hicieron rimbombantes sus negativas declaraciones mientras abrían la mano al dinero de la publicidad del ocio electrónico.

Fijándonos en el grupo de aquellas personas que hace tiempo disfrutaron de los videojuegos y los dejaron de lado, podríamos decir que ahora pueden revivir aquellas sensaciones. Ahora pueden aprovechar para darse cuenta de todo lo que los videojuegos pueden seguir ofreciéndoles (algo así como Switch o Pokmon GO hicieron recuperar sensaciones a antiguos jugadores).

Y para aquellos que siempre vieron a los videojuegos con distancia, este puede ser un buen momento para acercarse, para que no lo tomen como “ese pasatiempo de críos” y puedan vivir aquellas historias que les hagan comprender que no es una exageración cuando se les llama arte.

En definitiva, esos amigos que siempre estuvieron en casa nos hacen pasar esta difícil situación de una forma mucho más llevadera. Porque nunca dejaron de estar ahí y eso es algo de agradecer.

Solo espero que cuando superemos todo esto, nadie se olvide del fuerte apoyo y fuente de dispersión que suponen para muchas personas, y que no se les vuelva a lapidar con equivocados juicios de valor.

Antes de terminar el artículo, me gustaría agradecer a todo aquel personal que, en todos los países del mundo, están en primera línea de defensa ante el coronavirus: personal médico, de enfermería, empleados de supermercados, repartidores, mensajeros, comerciantes, educadores, obreros… ellos son los verdaderos héroes. Sin distinción, ellos son los Mario, los Link, las Lara Croft, los Sonic, los Nathan Drake, los Alan Wake, los Sam Porter, los Solid Snake, las Aloy, las Ellie, los Marth… ojalá hagan mil videojuegos de vosotros.

Fuerza para todos y sigamos contando con esos amigos que siempre estuvieron en casa. Porque pronto, muy pronto, podremos dejar de cantar en nuestros propios balcones y volver a hacerlo juntos en un mismo escenario.