[Análisis] Divinity: Original Sin II – Definitive Edition para Nintendo Switch
Desde lo más profundo de una gran mazmorra, Larian Studios, desarrolladores de la saga Divinity y colaboradores del próximo Baldur’s Gate III, nos trae nada menos que Divinity: Original Sin II – Definitive Edition, su última aventura RPG basada en el universo creado por la propia compañía y que sigue progresando con los años.
Tras su paso inicial por el PC y seguido de otras plataformas, finalmente esta entrega ha llegado a Nintendo Switch, acompañada de todo cuanto la hizo convertirse en uno de los juegos mejor valorados de 2017 tanto por la crítica como los usuarios. Este juego basado en un sistema de rol clásico al más puro estilo Dungeons & Dragons no ha dejado indiferente a nadie que lo haya completado, pero al cuestión es… ¿Qué lo hace tan especial?
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Dificultad y creación de personaje
Divinity: Original Sin II tiene hasta 5 modos distintos de dificultad entre los que elegir antes de comenzar, desde la sencillez de los modos «Historia» y «Exploración» en los cuales apenas habrá que usar estrategias, hasta el desafío que supone «Honor», en el que perder a nuestro grupo provocará que la partida sea borrada. Una vez que tenemos clara qué tipo de aventura querremos vivir, podremos avanzar a la creación de personaje.
Desde el inicio tenemos una amplia variedad de personajes y razas disponibles. Entre todos ellos destacan 6 que son conocidos como Origen, es decir, los protagonistas sobre los que gira la mayor parte de la trama que se desarrolla a lo largo de la aventura, además, también poseen historias que podemos escuchar contadas por ellos mismos, de esa forma no habrá problema en elegir al que más nos guste.
El menú de creación es muy completo y no te limita en nada, salvo que queramos llevar un personaje principal, en cuyo caso únicamente nos obliga a llevar una etiqueta, un poder especial y una habilidad predefinidas. Todo lo demás se puede ajustar tanto como queramos, aspecto, atributos, aptitudes de combate, aptitudes civiles, habilidades, talentos y hasta el instrumento que cambiará levemente nuestra música de combate, es decir, podemos crear a quien queramos, como queramos.
El inicio de una gran aventura
La premisa de la historia consiste en los hechiceros de la fuente, los cuales son criaturas que han logrado obtener un poder muy superior al del resto de mortales, todo gracias al empleo de una habilidad innata llamada fuente. Por desgracia el uso de este poder está prohibido, todos aquellos que son capaces de usarla son perseguidos y llevados a Fort Joy (Fuerte del Júbilo), una isla por la que se pueden mover con relativa libertad, pero del que nadie se ve capaz de salir.
En esta isla conoceremos a todos los personajes protagonistas, además de docenas de secundarios con los que avanzar en la trama. Nuestras decisiones dirán si otros se unen a nuestro grupo, limitado a 4 individuos, o por el contrario si nos enfrentamos a ellos. Estas elecciones pueden provocar cambios tan grandes como queramos, quizás nuestra buena voluntad pretenda liberar a un elfo que dice haber sido encarcelado injustamente pero, ¿elegiremos el diálogo o la violencia? ¿De verdad nos fiamos de lo que dice? Y la pregunta más importante de todas, ¿por qué?
Existen una infinidad de vías que seguir, personajes que no podremos contentar por más que nos esforcemos, elecciones difíciles que beneficiarán a un miembro u otro del grupo, pero no a ambos, o incluso podemos matar a todo el mundo, a fin de cuentas Divinity: Original Sin II únicamente limita unos pocos personajes que deben sobrevivir, los otros cientos de criaturas son completamente prescindibles y opcionales.
Esto me lleva a un punto muy importante, el trato que le damos a los personajes y cómo afecta a la trama según avanzamos. Como ya dije, las elecciones son vitales, por lo que visitar antes un lugar u otro puede provocar cambios muy bruscos, los cuales se hacen más presentes cuanto más ha avanzado el juego. Evitando spoilers y para que os hagáis una idea de a qué me estoy refiriendo, es perfectamente posible encontrarnos muertos a varios personajes de mucho peso argumental mientras exploramos y aun así, no tener ni idea de por qué ha ocurrido, pero os aseguro que se podía evitar de alguna forma.
Si bien es cierto que la historia que gira alrededor del mundo no termina de atraparnos desde el comienzo, conforme pasen las horas de juego (entre 70 y 100 horas para completar nuestra primera partida), nos iremos empapando de las emociones y motivaciones del personaje que encarnamos, haciéndolas nuestras y dándolo todo por conseguir aquello que tanto anhela, o quizás mucho más…
Narración y sistema de combate
El juego cuenta con un narrador omnisciente, este conoce todo sobre el mundo que nos rodea y actúa como un «Dungeon Master», contándonos la historia, sensaciones y pensamientos de los protagonistas y NPC que veremos a lo largo de la entrega. Su papel es vital, ya que es el encargado de hacernos ver todo lo que va más allá de las propias palabras, que a pesar de hablar en inglés, tienen una expresión formidable y llena de talento, aunque los textos si se encuentran en español, además de una larga lista de idiomas.
Una vez que el diálogo y las negociaciones quedan descartadas, solo nos queda combatir hasta que uno de los bandos caiga. Antes me referí al juego como si fuera una partida de D&D, tanto por sus interacciones como la creación de personaje, pero resulta que el combate también sigue esa misma mecánica, con la diferencia de que no habrá casillas definidas, pero si una larga lista de aspectos de combate propios de los juegos de rol de mesa que siempre se han jugado con papel y lápiz.
Como era de esperar, podemos entrenar a nuestros personajes en multitud de estilos de combate que van más allá de los clásicos como tanque, dps (daño por segundo) y curandero. Contando con hasta 10 ramas de habilidades que se pueden combinar entre sí, forjando especializaciones muy elevadas o mezclas de lo más originales, como por ejemplo un caballero poliformista que causa terremotos, siendo lo mejor de todo que excepto en las dificultades más altas, todo es jugable si llevas una buena estrategia.
La secuencia de combate se desarrolla por turnos, en cada turno actúa un individuo, este puede retrasarlo o actuar de la forma que crea conveniente mientras conserve Puntos de Acción (PA), que son el recurso que emplearemos para realizar cualquier tipo de acción voluntaria, como movimiento, habilidades, o uso de objetos. Generalmente todos los gastos oscilan entre 1 y 3 PA, aunque algunos objetos o habilidades muy especiales pueden subir esta cifra de forma excepcional.
La única diferencia con otros juegos del estilo trata sobre las protecciones de los enemigos, divididas en Armadura física y Armadura mágica. Estas defensas funcionan por separado y solo pueden debilitarse con el tipo de daño que corresponda, una vez que nos deshagamos por completo de cualquier barrera, todo el daño infligido de ese tipo pasará a dañar su cifra de vida, la cual está separada de las defensas y actúan de forma independiente.
Un mundo lleno de posibilidades
¿He dicho ya que Divinity: Original Sin II se parece a los sistemas de rol más clásicos? Algo que destaca de este tipo de mundos son las posibilidades casi ilimitadas, el saber que todo cuanto quieras hacer con los recursos que te dan es posible, por ejemplo: estás hablando pacíficamente en una taberna con tus compañeros, cuando de la nada un bruto trata de echarte del lugar a patadas, en ese momento comienzas a hablar con él para tratar de calmarlo, mientras esto sucede, tu compañera comienza a saquear sus bolsillos con sumo sigilo. Finalmente llegas a la conclusión de que la única forma de no causar un revuelo es que le pagues un «tributo» por permitirte estar en la taberna, lo que él no esperaba es que el dinero con el que le has pagado fueran sus propias piezas de oro.
Rivelion es un lugar en el que coinciden multitud de razas, incluso no-muertos, por lo que incluso los animales tienen algo que decir, y gracias a a un talento que puedes obtener desde el comienzo, es posible hablar con ellos, un detalle particular que valdrá de mucho durante la aventura, tanto para pequeños encuentros, como para comunicarnos con Sir Lora, una ardilla parlante acompañada de su fiel compañero Quercus, un gato esquelético, de esta forma podremos llegar a ser su escudero, y adentrarnos en la historia que nos cuenta sobre el apocalipsis que llegará junto al Gran Bellotón, un mal que según Sir Lora, acabará con todos.
A partir de las bases que nos otorga esta maravillosa entrega, seremos capaces de tornar la gran mayoría de combates e interacciones sociales a nuestro gusto. Este es uno de los puntos en los que influyen detalles que, en un primer momento, pueden parecer triviales y sin importancia, como por ejemplo ser considerado un erudito, o un lagarto. El racismo está a la orden del día en todas direcciones, ya sea por odio o miedo como es el caso de los no-muertos, los cuales no pueden mostrarse a casi nadie y, en caso de hacerlo, lo más probable es que los NPC huyan o comience un combate.
Apartado artístico, banda sonora y multijugador
Uno de los mayores miedos que pueden surgir cuando piensas en un juego con tantos efectos especiales y un buen nivel de detalle que es porteado a Switch, puede ser el de que al bajar el nivel gráfico, la experiencia de juego se vea entorpecida, ya sea por la propia calidad o las posibles caídas de fps, de hecho, ese fue uno de mis mayores miedos tras haberlo jugado en PC. Para mi sorpresa, al cabo de la primera hora de juego todos mis temores desaparecieron.
No voy a decir que la calidad gráfica es idéntica, para nada; sin embargo, se nota el mimo con el que Larian Studios ha tratado Divinity: Original Sin II para que pudiera llegar a Switch, centrándose en reducir los efectos visuales repetitivos en lugar de los básicos, algo que de haberse realizado de otra forma, podría haber causado una versión muy inferior en términos gráficos y que gracias a cómo es incluso podemos llevárnoslo en modo portátil.
La banda sonora que rodea el mundo en el que se desarrolla la entrega es simplemente extraordinaria. Posee alrededor de 2 horas dedicadas únicamente a piezas individuales en las que no se tienen en cuenta los efectos ambientales ni las extensiones que se utilizan en los momentos de calma, todas ellas interpretadas con cada uno de los distintos instrumentos entre los que podíamos elegir en la creación de personaje.
Es imposible no darse cuenta del trabajo del compositor Borislav Slavov, quien ha conseguido crear las distintas melodías que nos hacen sentir parte del mundo fantasioso en el que nos quiere plasmar. Algunas de las más destacadas y que logran hacernos sentir los momentos que acabamos de vivir con el corazón en un puño son Sins and Gods, The battle for Divinity y Sing for me.
El modo multijugador de Divinity: Original Sin II para Nintendo Switch se centra en la comunicación online, siendo este el único método que tendremos para jugar con otras personas. En cuanto al funcionamiento de este tipo de partidas, es idéntico o incluso superior si cabe destacar al modo de un jugador, aunque esto es algo que ya posee el juego original, no una ventaja de Switch.
La forma en la que avanza la entrega ya es formidable por sí sola; sin embargo, vivir la experiencia junto con un amigo la mejora con creces, independientemente de quién sea el dueño de la partida, ambos jugadores tendrán el mismo peso argumental y las mismas posibilidades de influir en el entorno. A diferencia de otros RPG en los que un segundo jugador no es un compañero, sino una ayuda puntual, este título nos permite gozar de todos los momentos y debates que podrían surgir si de verdad estuviéramos en las situaciones con hasta un máximo de 4 jugadores. Si existe alguna manera de mejorar la aventura, esta es mediante el multijugador.
Conclusión
Divinity: Original Sin II – Definitive Edition ha llegado, no solo a Switch, sino a todas las plataformas, para dar un punto de inflexión sobre cómo deben funcionar las entregas que traten de emular el estilo de rol clásico que recordamos de los juegos de papel y lápiz. Existen muchos tipos distintos de RPG y JRPG, pero tras más de 350 horas de juego entre sus distintas versiones, puedo asegurar que este título ha logrado alcanzar la perfección del estilo que tomó como referencia.
La posibilidad de jugar una entrega de este calibre de forma portátil y tener la opción de intercalar entre Nintendo Switch y PC gracias al guardado en la nube de Steam, hace que nuestras partidas puedan ser exploradas como más nos guste, ya sea en momentos más puntuales o en sesiones largas.
Estoy convencido de que esta obra maestra de los videojuegos atrapará a todos los fans del rol más clásico desde las fases más tempranas y, una vez terminado, les provocará nuevas sensaciones al rejugarlo y ver todas esas historias y detalles que dejaron pasar la primera vez.