[Análisis] Ni no Kuni: La ira de la Bruja Blanca para Nintendo Switch
Cuando Marvel hace unos años gestó el proyecto cinematográfico de la Saga del Infinito, lo calificó con cierta osadía como “el crossover más ambicioso de todos los tiempos”, sin embargo, se ve que no conocían el título del que os hablaremos hoy, el cual, a pesar de ser un cuento de hadas bastante clásico, supuso la unión de fuerzas creativas de dos verdaderos maestros de la industria del entretenimiento.
Sí, en esta ocasión analizaremos Ni no Kuni: La ira de la Bruja Blanca, título desarrollado por Level-5 (a los cuales conoceréis por series tan míticas como la de el Profesor Layton, los Yo-Kai Watch o Inazuma Eleven, entre otros) en una colaboración sin precedentes con los creativos de Studio Ghibli (Mi vecino Totoro, El viaje de Chihiro, La Princesa Mononoke, por nombrar unas cuantas de sus innumerables joyas) que llega por primera vez a la consola híbrida de la mano de Bandai Namco Entertainment para su disfrute de forma portátil.
¿Creéis que se encontrará a la altura de la actual generación conservando el encanto con el que nos enamoró hace ya casi una década? A continuación os hablaremos de si merece la pena la vuelta a escena de este encantador título, así que coge tu varita y tu Vademécum de mago, ¡y acompáñanos!
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Siempre estaremos juntos
Por curioso que parezca, esta es la primera vez que un título de la franquicia pisa Occidente en una consola de Nintendo (teniendo en cuenta que la versión de Nintendo DS de la entrega original tristemente se quedó en territorio nipón), así que lo más probable es que para muchas personas, esta aventura suponga la primera toma de contacto con el maravilloso mundo en el que viven Oliver (nuestro protagonista) y el resto de sus amigos. Por dicha razón, creemos que lo más conveniente es que comencemos contándoos superficialmente el inicio de la historia que lleva al chico a emprender su periplo.
De esa forma, la aventura comenzará en Motorville, un pueblecito de lo más acogedor en el que vive Oliver junto a su madre, la cual no le puede prestar mucha atención debido al tiempo que consume su trabajo. A pesar de esto, el muchacho no lo pasa tan mal, ya que entre otras cosas, puede pasar tiempo con su amigo Philip, el cual es un gran aficionado a los automóviles.
Así, un día Oliver y Philip ejecutan un plan que llevaban bastante tiempo tramando: se escaparían de casa esa misma noche para probar un coche que llevaban tiempo construyendo en secreto. Como podréis imaginar, cuando empiezan a conducir las cosas distan bastante de ir sobre ruedas y acaba ocurriendo un accidente en el que Oliver casi muere ahogado de no ser porque su madre, que al darse cuenta de su ausencia, va corriendo al lugar para salvarle. No obstante, debido a su corazón débil, acaba muriendo debido al esfuerzo realizado.
Oliver, desconsolado ante tal acontecimiento, recuerda el muñeco que le regaló su madre cuando aún vivía, una posesión realmente preciada para él que le ayuda a recordarla mientras derrama un torrente de lágrimas que hacen que el muñeco cobre vida, diciéndole que se llama Drippy y que es un duendecillo que fue maldecido por un mago oscuro llamado Shadar.
Entonces, le propone al joven un trato: si el chico de corazón noble se une a él y viaja a su mundo para acabar con Shadar, el duende le ayudará a recuperar a su madre. ¿Cómo, nos preguntáis? Fácil: En el universo de Ni no Kuni las almas de los seres vivos provenientes de ambos mundos están conectadas, así que si su madre existía en el mundo real… ¡En el otro mundo debería de existir una versión de ella misma que aún esté viva! Y si la salvan, puede que la madre de Oliver también vuelva a la vida… O al menos, esa es la única oportunidad que se plantea para no perderla para siempre.
Así, las aventuras de Oliver, Drippy y diversos amigos que se encontrarán por el camino comenzarán con el objetivo de erradicar al mal, devolver la luz a las personas y, más importante, salvar a un ser querido. ¿Lo conseguirán? ¿Qué es lo que en realidad ocultan ambos mundos? Podréis descubrirlo durante las decenas de horas en las que se desenvuelve la preciosa narrativa tan clásica como encantadora del título, donde recorreremos diversos reinos de fantasía con distintas temáticas a la vez que haremos uso de multitud de conjuros y de la habilidad de viajar entre ambos mundos para resolver más de un entuerto.
Si algo funciona… ¿por qué cambiarlo?
El esquema que seguiremos para avanzar dentro de la aventura resultará bastante convencional para los aficionados al género. En concreto, el mundo estará conectando por un mapa bastante grande por el cual accederemos a las distintas localizaciones, cada cual tematizada con sus propias facilidades (tiendas, posadas…) y ciudadanos de lo más variopintos que nos pedirán diversos recados tan propios de los juegos de rol. De esa forma, entrarán en juego mecánicas que radican en el corazón del título como pueden ser el uso del Vademécum de mago, un libro con diversos hechizos que iremos aprendiendo que nos servirán para cosas que irán desde abrir todo tipo de puertas hasta devolver cualidades que le han sido arrebatadas a ciertos personajes, repartiendo, en cierto modo, alegría por donde vayamos.
Sin embargo, no todo será paz, y como no podía ser de otra forma, las batallas serán el núcleo de la acción que encontraremos en el título. Así, para hablar de las mismas, podríamos empezar dejando en claro que son el fruto de una afortunada unión entre las franquicias de Pokémon y Tales of, basándose de esa forma en combates en los que podremos movernos libremente por un perímetro delimitado; atacando, defendiendo y usando habilidades y hechizos de diversa índole que consumirán nuestros preciados puntos de magia.
No obstante, el giro que encontramos (y que han heredado títulos más recientes de Level-5 como puede ser el futuro Yo-Kai Watch 4) que hace que lo relacionemos con la franquicia de los monstruos de bolsillo es el uso de los únimos, una especie de criaturillas mágicas con las que podremos trazar amistad y que, cada una con sus propias características y equipo exclusivo, podremos evolucionar así como usar en combate como si se trataran de un aliado más.
Todo suena muy simple a primera vista, así que, ¿cuál es el truco del asunto? Dicho de forma clara, dichas criaturas comparten su barra de salud con Oliver, así que si las tenemos bajas de nivel, caeremos como moscas ante los enemigos más fieros que se encuentren al final de las variadas mazmorras (donde encontraremos también algún que otro puzzle no muy enrevesado). Creednos, tened cuidado porque las batallas contra jefes pueden tornarse bastante reñidas en algunas ocasiones, y como muramos acabaremos palmando bastante dinero que bien podría servirnos para otras tantas cosas.
Por otra parte, si sois de esos que os perdéis cada dos por tres, tampoco tendréis que preocuparos demasiado para disfrutar de la aventura, ya que una estrella (desactivable para aquellos que busquen explorar cada rincón) nos guiará por el mapa incansablemente. Además de eso, como era de esperar, podremos guardar en todo momento salvo cuando estemos sumergidos dentro de las citadas mazmorras, momento en el que dispondremos de ubicaciones especiales para hacerlo.
Dejando eso de lado, también es conveniente mencionar que nuestro libro, el Vademécum del mago, no será solo una herramienta para lanzar conjuros, sino que servirá como una suerte de enciclopedia llena de contenido que iremos desbloqueando, que irá desde un glosario con muchísima información del universo del juego hasta detalles tan minuciosamente cuidados como el juramento del mago o un alfabeto ficticio creado para el juego.
Dos mundos, un destino
Una vez aclarada la jugabilidad (con algunos aspectos por cubrir que iréis descubriendo por vosotros mismos conforme vaya avanzando la aventura y que no dudamos que os gustarán), ha llegado el momento de hablar del aspecto más destacable de esta encantadora obra: su apartado artístico y visual, el cual solo puede ser enfrentado dejando en claro lo fácil que es deshacerse a elogios hacia el mismo.
Con un mundo que no ha envejecido ni un ápice gracias a la labor de Level-5 y escenas animadas llenas de sentimiento y mimo labradas por los gigantes de Studio Ghibli, cada momento de las más de 40 horas que dura la aventura se vuelve sumamente especial y digno de enmarcar en un cuadro. Sin lugar a dudas, estamos ante una obra que puede considerarse atemporal y no creemos que vaya a necesitar un remozado gráfico ni en esta generación ni en las siguientes. Su sabor nostálgico y su encanto inherente levantan por sí solos una obra que acaba siendo redonda.
Eso sí, si nos ponemos algo críticos, creemos que no hubiese estado de más algún añadido para la versión de Nintendo Switch, al menos para compensar la ausencia de mejoras de rendimiento (como son los 60 fotogramas por segundo) de las que gozan otras plataformas en las cuales también ha tenido lugar este relanzamiento. Sí, como mencionamos antes no las necesita per se, pero sin lugar a dudas hubiesen sido de agradecer para sentir que estamos adquiriendo una versión que está a la par del resto, sobre todo teniendo en cuenta que comparte el mismo precio de salida.
También cabe destacar que, a las fechas en las que estoy realizando el análisis, han habido reportes de un mal rendimiento del juego, no obstante, en lo que ha durado mi partida (con voces en japonés de principio a fin), no he apreciado nada más grave que alguna pequeña ralentización momentánea y realmente puntual que para nada me ha hecho deteriorar la experiencia de juego, así que por ese frente no tengo nada que objetar al título. Destacar también, eso sí, algunos que otros dientes de sierra al jugar con la consola conectada a la televisión, algo que desaparece durante el juego portátil al disfrutar del título en una pantalla con menor resolución. Esto, sin embargo, es de lo más normal al tratarse como os mencionábamos de un port de un juego de la pasada generación que, a pesar de ese pequeño desperfecto, sigue siendo bastante hermoso.
Dicho lo cual, por otra parte, no podemos cerrar sin hablar del apartado sonoro, con un doblaje (en inglés o japonés, a gusto del jugador) de lo más bien llevado, con personajes creíbles que aderezan el conjunto de mano de una excelsa banda sonora firmada por el mismísimo Joe Hisaishi, autor marca de la casa de Studio Ghibli que ha gestado muchas de las partituras más míticas de la historia de la animación japonesa. Para que os hagáis una idea, os dejamos con un ejemplo de su obra en el título:
Conclusión
El título del que hoy os hemos hablado es, sin lugar a dudas, una pieza artística sin repetición, tratándose de uno de esos pequeños milagros de la industria del videojuego que se producen una vez cada bastante tiempo. Así, si disfrutáis de las obras de alguna de las dos compañías involucradas, esto es, cuentos de hadas con un encanto abrumador sin pecar en lo infantil, entonces este título hará las delicias de vuestro tiempo de juego. Por ello, si no habíais tenido la oportunidad de probarlo antes, el periplo del joven mago de corazón noble es un imprescindible en vuestra colección.
No obstante, si ya habéis disfrutado de él y lo tenéis fresco en vuestra mente, os recomendaríamos que esperaseis un poco para disfrutarlo al tratarse de un calco de la entrega que salió en su día, carente de novedad alguna salvo la posibilidad de jugarlo en modo portátil. A pesar de esto, como os hemos dicho antes, no cabe duda que estamos ante una obra tan mítica como significativa en el arte del videojuego. Dicho esto, la decisión final es vuestra, ¿acompañaréis a Oliver y su pandilla (lo sé, no he podido evitarlo) una vez más a rescatar ambos mundos del mal?
Ni no Kuni: La ira de la Bruja Blanca ya se encuentra disponible tanto en formato físico como en formato digital mediante la eShop de Nintendo Switch a un precio de 59,99€, ocupando un espacio de 6169,82 MB y estando traducido a un excelentísimo castellano con voces tanto en inglés como en japonés.