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[Análisis] Slay the Spire

Cuando estoy analizando un videojuego, no pienso en cuántas ventas lleve o pueda generar. Tampoco soy de los que piensan si el título está recibiendo o va a recibir buenas o malas críticas, ¿cuántas veces un juego nos enamora cuando el resto lo aborrece? No obstante, sí que me gusta pensar en el trabajo que hay detrás de un producto, cuántas horas de duro esfuerzo y trabajo le han costado a los desarrolladores y demás gente asociada crear un determinado título y cómo siempre piensan en hacernos disfrutar de mil maneras diferentes. Pues debo añadir que Slay the Spire me ha demostrado que se puede hacer juegos muy sencillitos, pero que nos diviertan y nos enganchen más que otros triple A que tienen graficazos o cuentan con historias rocambolescas. El juego que nos ocupa bebe de aquí y allá, mezcla bien los condimentos y satisface al jugador con buenas dosis de estrategia y dificultad.

Tengo un as bajo la manga

La base jugable de Slay the Spire es muy sencilla, incluso la hemos llegado a ver en muchos otros juegos. Cuando comencemos cada partida dispondremos de un mazo de cartas, en un principio muy básicas,  que ejecutarán distintos ataques y defensas de nuestro protagonista, los cuales usaremos para acabar con los enemigos que nos surjan en el campo de batalla y bloquear los ataques que suframos. A medida que avancemos y nos enfrentemos con más y más enemigos, podremos hacernos con nuevas cartas que puedan  cuadrar en nuestro mazo. La cantidad y diversidad de cartas que hay en el juego es enorme, lo cual demuestra el trabajo que hay detrás. Diseñar un buen mazo no será tarea sencilla para nadie, puesto que deberemos de buscar sinergias entre las distintas cartas y encontrarnos con una nueva nos hará preguntar si “esta carta podría ser de utilidad”. La decisión de incluir una carta u otra en nuestro mazo y perder o ganar una determinada sinergia es más importante de lo que podría parecer a simple vista.

Durante el combate tendremos que elegir qué carta utilizar. Al principio tenderemos a defendernos más de la cuenta usando cartas de bloqueo que impedirán que nos dañen nuestros puntos de vida, pero cuando aprendamos a atacar de forma competente, veremos que surgen un sinfín de posibilidades: seguir siendo defensivos y acabar con los enemigos de forma lenta; atacar sin mesura, aunque nos reduzcan la vida; equilibrar la defensa y el ataque con ciertas cartas que iremos ganando a medida que ganemos combates. ¿Cómo saber cómo defendernos o si tenemos que atacar? Nuestros enemigos nos mostrarán qué movimiento van a hacer antes de que tomemos cualquier decisión, por lo que sabremos a qué nos atenemos antes de llevar a cabo nuestro movimiento. Esto podría parecer que reduce la dificultad, pero nada más lejos. La dificultad del juego, a pesar de lo que he contado, no solo está en el hecho de crear un mazo competitivo y poderoso, sino en cómo usemos las cartas en la batalla, así como de la dureza de ciertos enemigos

Una vez caigamos en batalla, que lo haremos y mucho, comenzaremos desde el principio, teniendo que volver a empezar. Aunque este hecho de “volver a empezar” pueda chocar para más de uno, ya lo hemos visto en otros muchísimos roguelikes y es parte inevitable de su naturaleza. Me gustaría hacer hincapié en que la dinámica de morir y volver a empezar no es una tortura, para nada, y si no sois fans de este tipo de títulos, deberíais darle un voto de confianza porque os va a enganchar como pocos. Mejoraremos en cada partida, aprenderemos de nuestros errores, de qué cartas son útiles y debemos acomplar a nuestro mazo según nuestra estrategia, etc. Es fácil caer en la trampa de “venga, una más y lo dejo”.

Quien no arriesga, no gana

Ya de primeras sacaremos en claro de Slay the Spire es, principalmente, que no obtendremos mucha recompensa si no nos la jugamos. Una vez comencemos, a través de un tablero, elegiremos nuestro siguiente movimiento y podremos optar por una estrategia más conservadora o más arriesgada. ¿Llevar a cabo un combate normal donde saquemos recursos normaluchos? ¿Plantar cara en un combate de élite donde obtendríamos mayores recompensas? ¿Es mejor descansar en la hoguera y recuperar puntos de vida o mejorar nuestras cartas? Esa capacidad de decisión no se hace tediosa en ningún momento, sino que nos provoca a que seamos nosotros mismos quienes lideremos nuestro destino. Los combates se hacen espectaculares, reñidos y jugárnosla y salir victoriosos pudiendo conseguir una buena carta son algunas  de las mayores virtudes que de las que dispone el título.

Al final, como no podría ser de otra forma, tendremos que plantarle cara a un jefe final que pondrá en evidencia si hemos sido capaces de dominar el juego. Me he encontrado en algún que otro enfrentamiento contra ciertos jefes con un sentimiento de impotencia, puesto que los combates normales o élite me han parecido, algunos, meros paseos una vez he llegado a dominar el sistema, pero el aumento de la dificultad de los jefes finales sube de una forma, tal vez, desproporcionada (en algunos, no en todos). No obstante, no habrán sido más de 4 o 5 ocasiones, nada del otro mundo tras decenas de horas que le he echado al título.

A todo ello, hay que sumarle una modalidad en la que podremos «competir» online contra otros jugadores. Una torre diaria que nos permitirá poner a prueba nuestra destreza y sacar la máxima puntuación posible. Además, por si fuera poco, también podremos diseñar una partida personalizada, algo que sumará aún más horas a los mandos. Toda una gozada lo que la desarrolladora ha conseguido con este juego, muchas horas de vicio por delante.

Gráficos reguleros con una banda sonora cumplidora

Algo de lo que os podréis percatar con un mero vistazo a las imágenes y el tráiler del título es que no estamos ante un portento gráfico. No obstante, los enemigos muestran algunos monstruos con un gran diseño, con especial mención para los jefes finales (algunos de ellos cuentan con dos fases al estilo Bloodborne). Por otra parte, los escenarios tal vez pecan de ser demasiado “normaluchos”, lo cual suele ser habitual en los roguelikes, con claros ejemplos como Darkest Dungeon (aunque no llega a altura de los zapatos en cuanto a diseño de escenarios a Darkest Dungeon, todo hay que decirlo). Sin embargo, el regusto que se me queda en lo que a gráficos se me queda no es del todo malo, una virtud que este juego posee por encima de otros.

Para definir el apartado sonoro indicaría que es cumplidor. Es cierto que posee un par de melodías bastante buenas y que cuadran con los combates, lo que hace que nos podamos meter más en lo que sucede en pantalla, pero muchas veces se repiten y consiguen traernos cierto hastío.

Conclusiones finales

Slay the Spire no es capaz de brillar demasiado en lo que a gráficos se refiere, pero ni falta que le hace. Su propuesta jugable es maravillosa y el jugador no puede parar de pensar en “un intento más y lo dejo” lo que le condena a un abismo de autoengaños que finaliza con nuestros ojos muy cansados tras una ingente cantidad de horas delante de nuestra Switch. Al ser un roguelike, la narrativa la construimos/decidimos nosotros con nuestras decisiones, aunque su punto más fuerte está en la estrategia, en la creación de mazos competentes y en el propio interés del jugador para llegar cada vez más lejos. Pese a caer en un topicazo, diré que Slay the Spire es uno de esos juegos “fáciles de jugar, pero difíciles de dominar”. Merece tanto la pena que, aunque no seáis un fan acérrimo de los juegos de cartas o los roguelike, deberíais darle una buena oportunidad, os hará cambiar la percepción que tendréis de estos juegos.

Slay the Spire está disponible en la eShop de Nintendo Switch a un precio de 24,99 euros y ocupa un total de 440 MB en la memoria de la consola.

8.0

[Análisis] Slay the Spire

Puntuación Nintenderos: Muy recomendado

  • Historia:
  • Jugabilidad:
  • Gráficos:
  • Sonido:
  • Duración:
  • Multijugador:
Destaca en:
  • La ajustada dificultad.
  • El sistema de cartas, muchas estrategias posibles.
  • La adicción que provoca al jugador.
  • El diseño de ciertos enemigos y jefes finales es maravilloso.
  • Cada combate transmite tensión.
Flojea en:
  • Los gráficos y la banda sonora son meros cumplidores.
  • Ciertos enemigos, jefes finales, ofrecen picos de dificultad excesivos.
  • Ciertas caídas de fps.