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Año 2077: Super Mario Odyssey

Después de pasarte más de 500 horas en el vasto reino de Hyrule decides levantar la vista de la pantalla para mirar que hay a tu alrededor. Ves que en el fondo de tu pequeño refugio hay una puerta que no parece comunicar con el exterior sino con otro búnker. Después de estar un rato pensándotelo decides entrar: ves una sala completamente vacía excepto por una pequeña mesa en el centro, te acercas un poco más y consigues distinguir que en medio de la oscuridad hay un juego de Switch. Le pasas la mano por encima para quitarle el polvo, lees la portada, y te das cuenta que es Super Mario Odyssey. Desde ese preciso instante sabes que te vas a pasar las próximas 100 horas explorando hasta el último rincón de cada mundo para encontrar todas las lunas.

Super Mario Odyssey, un pequeño paso para Mario y un gran salto para la industria

Super Mario Odyssey fue, discutiblemente, el segundo lanzamiento grande para Switch en 2017. Después de su anuncio en la misma presentación que la consola y una vista más en profundidad en el E3, finalmente pudimos hacernos con él en octubre, y cabe recalcar que superó las ya altas expectativas que había puestas en él. La demo que pudimos jugar en Los Ángeles resultó ser sólo una pequeña porción de lo que acabaría siendo algo mayor, mucho mayor.

Cuando pienso en este juego no puedo evitar que me venga a la mente Super Mario 64. Esto se debe a todas las similitudes que comparten, pero sobretodo a lo importantes que han sido los dos en su época. El original de Nintendo 64 se lanzó en 1997 y demostró que se podían hacer plataformas en 3D con una gran calidad tanto en el control de la cámara como en el del personaje. Algo similar pasa con este último para Switch, pero este no reivindica ningún apartado en concreto, sino que hoy en día un plataformas bien hecho puede rivalizar tanto en ventas como en notas con grandes titanes de la industria como Zelda.

Una libertad de movimiento sin precedentes

Los juegos de Mario siempre se han basado en el plataformeo, pero más en concreto en el salto. Esta mecánica que puede parecer básica no la ha podido recrear y hacerla divertida nadie tan bien como Nintendo. En esta última entrega en 3D el fontanero cuenta con un abanico de movimientos sin precedentes. Esto es gracias a algunos más clásicos como el triple salto, pero mayoritariamente a Cappy. Este sombrero nos aumenta por mil las posibilidades, utilizándola como trampolín, y obviamente, capturando todo tipo de objetos tanto animados como no.

De estos hay una gran variedad, entre los que se encuentran árboles de navidad, tapas de alcantarillado y enormes dinosaurios. Estas capturas se utilizan la mayoría de las veces para completar ciertos retos que te llevarán a una luna. Lo más impresionante aparte de su cantidad es que ninguna se nota que esté puesta de relleno, sino que todas tienen un uso específico y muy divertido dentro de cada mundo.

Unos mundos que invitan a la exploración como en ningún otro juego de la saga

La clásica estructura por niveles de un Mario ha sido cambiada radicalmente en esta entrega. Esto se debe a que los mundos son mucho más abiertos y que no hay un orden específico en el que conseguir las suficientes lunas para viajar al próximo reino. Hay una gran cantidad de ellas repartidas por los diferentes mapas, y puede resultar difícil encontrarlas todas sin la ayuda de una guía. Este apartado me recuerda mucho a la última entrega de Zelda, donde dije que lo importante era el viaje y no el destino. Aquí pasa un poco lo mismo, ya que la energiluna pierde valor en si para dárselo a todo el proceso de conseguirla, ya sea corriendo por el desierto, nadando por un lago o explorando una sección en dos dimensiones en lo alto de Nueva Donk.

Otro aliciente para explorar cada rincón del mundo son las monedas locales, que te permiten comprar trajes y decoración para la nave exclusivo de cada reino, y créeme, vas a querer tenerlos todos. Estos añadidos cosméticos hacen que tu inmersión en el mundo sea aún mayor, ya que no hay nada como pasearse con un poncho por el desierto o con un traje de astronauta por la luna. Por último también me gustaría recalcar que estos añadidos cosméticos aparte de que solo se pueden conseguir jugando (lo que se agradece hoy en día teniendo en cuenta que las compañías intentan monetizarlo todo), también te permiten encontrar la energilunas. Una rueda de conseguir prendas de ropa y lunas que no vas a querer que deje de girar.

Una imagen vale más que mil palabras

El apartado tanto artístico como técnico de este juego es actualmente el buque insignia (junto al de The Legend of Zelda: Breath of the Wild) de Switch. Lleva la consola al límite, y aún no hemos visto ningún juego tan bello. En este apartado no brilla por su innovación, pero son los pequeños detalles lo que lo hacen destacar, como por ejemplo que los enemigos en el reino de los fogones lleven sombreros de cocineros.

Es esta obsesión por la coherencia más absoluta que hace que la exploración anteriormente mencionada sea un auténtico gozo de experimentar y no un capricho vacío. Aparte de eso, que la arena se te quede pegada después de que hayas rodado en el reino de las arenas o que tu abrigo se quede cubierto de nieve en el reino del hielo solo consiguen que amemos aún mas a Nintendo y el mimo que les pone a sus excelentes títulos.

Pero no podemos concluir este apartado sin hablar de su excelente banda sonora. Esta es memorable en todos los momentos, ya sea una simple paseada por el reino arbolado o un intenso combate contra un robot gigante, siempre da la talla. Como ya ha pasado más de un año y medio desde su salida voy a hablar de uno de los mejores momentos. Después de liberar la ciudad de Nueva Donk la alcaldesa hace un espectáculo en tu honor donde vas corriendo por una secuencia en dos dimensiones mientras suena el tema principal de la banda sonora, solo para llegar al final y derrotar a Donkey Kong. Este simple nivel por si solo no sería nada del otro mundo, pero el mero hecho de que suene ese tema de fondo hace que toda la odisea hasta derrotar a Bowser haya valido la pena.

¿El final del viaje?

Después de derrotar a Bowser en unas 10 horas te preguntas si lo que te he contado sobre las 100 al principio es mentira, y tengo el placer de decirte que no. Después de que rulen los créditos si has ido a piñón fijo a por la historia no tendrás más de 160 lunas, lo que significará que aún te quedan más de 700 por encontrar. Y en ese preciso instante se te dibuja una sonrisa en la cara y te das cuenta de ello: tu viaje no ha hecho nada más que empezar.


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