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[Análisis] HOB: The Definitive Edition

Hay títulos que, con un simple vistazo, comprendemos que se crearon para que el jugador experimente la soledad y, a la vez, la belleza de su mundo. Llegar al alma del jugador no es algo sencillo, a veces es imposible, pero hay grandes excepciones que consiguen llegar tan hondo al jugador que consigue asombrar. Por mi parte, he de señalar que estos títulos indies están recogiendo esa premisa, la de asombrar y transmitir algo que los triples A, con sus elevados presupuestos y sus gráficos hiperrealistas, están, por desgracia, olvidando. HOB nace y vive con esa intención, la de perdurar en la psique del jugador durante largo tiempo al haber calado en su corazón.

La soledad del misterio

Quienes sean habituales de los metroidvania clásicos o de juegos como The Legend of Zelda, reconocerán las pinceladas que hay de ellos en el título. Nada más llegar al mundo se nos enseña que debemos ser nosotros quienes lo inspeccionemos de forma voluntaria, nada de marcadores o brújulas que nos señalen el camino de forma artificial. Escudriñar cada lugar en busca de una entrada o, por otro lado, buscar la salida de una mazmorra, no sin antes haberla revisado bien para que nada se nos escape, es todo un lujo que está bien llevado en este título.

Nuestro protagonista, con un brazo robótico que le es cedido por un gólem al perder el suyo propio, deberá de introducirse en este bello paraje para conseguir desvelar su destino de héroe (¿Link, estás ahí?). En este mundo existe una “corrupciónque lo amenaza y que se cierne sobre él, pero nosotros deberemos de investigar y esclarecer cómo evitarlo. No existen las cinemáticas, no existen los diálogos, no existe ninguna interacción de este estilo. Los personajes tan solo se moverán y llevarán a cabo algún que otro movimiento con el que el jugador interprete sus emociones, sus sentimientos y sus intenciones. HOB se construye desde el silencio, desde el sonido del viento, pero no desde las palabras que arruinarían la magia del ambiente.

Os advierto que no es un título para todo el mundo, aunque opino que todo el mundo debería jugarlo. Suena a paradoja, pero es la realidad, no nos damos cuenta de lo mucho que nos consigue enseñar y transmitir hasta que, sin percatarnos, nos encontramos moviéndonos de allí para allá tratando de encontrar hasta el más mínimo misterio de este especial “mundo abierto” que se nos presenta. ¿Dónde radica el problema? ¿Por qué no es para todo el mundo? Porque solo intuimos hacia donde debemos ir, pero nada más. Ir de un lado a otro puede, en alguna que otra situación, resultar frustrante, puesto que no sabemos si estamos yendo en la dirección correcta o en la contraria. Las mazmorras sí resultan más dirigidas, pero el mundo abierto puede llegar a ser un hueso duro de roer para aquellas personas que no dispongan de la paciencia (o el tiempo) necesarias para este juego. El propio mundo, interconectado entre sí, es un personaje más de la historia, un puzle que tendremos que ir revelando poco a poco y que nos obsequia con pequeñas pinceladas del lore del título a cada palmo.

Puzles, plataformas y leve toque de acción

Durante nuestro periplo, nos encontraremos con una gran cantidad de plataformas que tendremos que ir sorteando aquí y allá. No busquéis algo demasiado enrevesado, pese a lo que podáis pensar, no estamos ante un juego demasiado difícil o complejo. No obstante, a veces alcanzar una determinada zona requiere de interactuar con el entorno o activar una palanca, que no está precisamente a la vista. Los puzles se entremezclan creando una mezcla perfecta entre ese avance plataformero más rápido y vertical, con la pausa para resolver cierto rompecabezas. Es cierto que hay variedad, aunque debo anunciar que he echado en falta algo de complejidad.

Durante la aventura, iremos encontrando diversas mejoras para nuestro brazo, el cual, como buen metroidvania, nos permitirá acceder a zonas antes inexplorables. ¿No podemos acceder todavía porque hay un muro que nos lo impide? Adquirir cierto módulo del brazo nos permitirá destruir el muro y pasar a una zona nueva. La sensación de avance es doblemente satisfactoria en este juego: primero, el mero hecho de conseguir avanzar en nuestra aventura; segundo, somos nosotros quienes hemos conseguido llegar hasta ahí sin una señal que nos lo indique.

A todo ello, nuestro protagonista debe defenderse de los ataques de los enemigos que nos encontraremos en nuestro camino. No serán demasiados, ni son muy inteligentes, pero pueden meternos en un apuro si no estudiamos sus patrones de ataque, esquivamos y les golpeamos cuando quedan indefensos. El esquema es parecido a la saga Souls, con un movimiento de esquiva, otro de ataque y otro (si lo desbloqueamos) de bloqueo, pero ya os aseguramos que la IA de los enemigos es paupérrima y no nos supondrán demasiado problema. Además, los enemigos tienen fuego amigo, lo que indica que sus ataques pueden afectar a sus compañeros, por lo que si somos inteligentes podremos valernos de sus ataques para mermar sus filas. También dispondremos de mejoras para nuestra arma, así como la adquisición de habilidades, aunque no me gustaría spoilearos demasiado sobre ello.

 La pureza de la naturaleza

El mundo de HOB es bello de principio a fin. Durante nuestro trasiego nos encontraremos con más de un paraje singular que nos dejará atónitos. La belleza se transmite a través de ese estilo artístico cel-shaded que le sienta tan rematadamente bien. La paleta de colores utilizada está genialmente escogida para que nos de esa sensación de amplitud, naturaleza y vacío que a las mil maravillas al título.

No obstante, en modo TV el juego luce bastante mejor que en modo portátil, donde se perciben ciertos dientes de sierra, imperfecciones, así como un leve popping y caídas de fps cuando los enemigos se agolpan en pantalla.

En lo que respecta al sonido, se nota que ha habido mimo y cuidado por parte del equipo a la hora de desarrollarlo, al igual que en el apartado visual. Las melodías son muy sutiles, en algunas ocasiones ni las percibimos, y se mezclan de forma magnífica con un gran sonido ambiente. Creo que, en este juego, esa opción era la más correcta, puesto que, muy posiblemente, habrían arruinado la experiencia si hubiesen introducido montones de canciones más ruidosas.

Conclusión

Como ya he admitido, todo usuario de Nintendo Switch debería de darle una oportunidad a HOB: The Definitive Edition. Su aventura, con una duración media de 8-9 horas, os va a conseguir cautivar en la justa medida que vosotros os involucréis y os introduzcáis en el propio mundo del juego. La belleza de su mundo nos cautivará y las horas de juego se pasarán voladas gracias a su plataformeo y sus puzles. ¿Tiene fallos? Es posible que cojee en el combate y que sufra caídas de fps puntuales, sí, pero se lo acabaréis perdonando, puesto que todo lo demás es puro arte.

HOB: The Definitive Edition se encuentra disponible en formato digital a través de la eShop a un precio de 19,99 euros y ocupa un total de 4 GB.

8.0

[Análisis] HOB: The Definitive Edition

Puntuación Nintenderos: Muy recomendado

  • Historia:
  • Jugabilidad:
  • Gráficos:
  • Sonido:
  • Duración:
  • Multijugador:
Destaca en:
  • Su forma de narrar la historia es magnífica.
  • El mundo interconectado.
  • La mezcla de plataformas y puzles, muy bien llevada y en buena proporción.
  • Estilo artístico y sonoro muy profundo y bello.
Flojea en:
  • El jugador puede sentirse abrumado y perdido con demasiada facilidad.
  • Los combates son muy ortopédicos.
  • La resolución y las caídas de fps en modo portátil deberían de mejorarse a través de actualizaciones.


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