[Análisis] Super Smash Bros. Ultimate
Nunca, en ningún videojuego, habíamos visto tal mezcla de mundos. Masahiro Sakurai hace de maestro de ceremonias del crossover más grande hasta el momento, una cita en la que se juntan decenas de personajes de distintas empresas, como representantes de este hobby que tanto nos gusta.
Nintendo Switch será el lugar donde se celebre esta gran fiesta, un enorme homenaje a toda una historia de ocio electrónico y condensada en poco más de 13 GB, que nos devolverán al más puro estado del videojuego.
Esto es Super Smash Bros. Ultimate:
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Luz y oscuridad
Siguiendo con la filosofía propia de Nintendo, esa que nos deja claro que lo primero es la experiencia, Super Smash Bros. Ultimate nos presenta un mundo en el que se reúnen todos los personajes de videojuego, y en un contexto diferente al de los orígenes de todos ellos.
A lo largo de los años, las diferentes entregas de Super Smash Bros. nos han contado una historia difusa, donde unas figuras a modo de juguetes cobran vida, y nosotros, los jugadores, nos divertimos con ellas. Nunca se ha hecho referencia directa a ello, si no que se ha mostrado de forma muy sutil, dejando que el jugador saque sus propias conclusiones, y al igual que ocurre con la línea temporal de The Legend Of Zelda, su imaginación haga el resto.
Ultimate avanza en esta historia, presentándonos a una antítesis que controla a Master Hand, Lúmina, de un aspecto abstracto, y que acaba con todos los personajes de videojuegos del universo para tenerlos a modo de colección. Una metáfora de lo que podrían ser muchos de los jugadores de hoy en día.
A pesar de que Nintendo nos ha presentado “El mundo de estrellas perdidas” con una impresionante cinemática de presentación, no se trata de un modo historia al uso, si no más bien una aventura en la que podremos gastar decenas y decenas de horas, recolectando espíritus de personajes de una forma original.
Viajar por la trama será una excusa para desarrollar un sinfín de combates temáticos contra clones de los 74 luchadores disponibles, y pocas veces la veremos avanzar.
Entre mundos temáticos, fantásticos homenajes y un gran diseño del mapa, “El mundo de estrellas perdidas” nos pone en bandeja la razón por la que seguir jugando a Super Smash Bros.
La casa de todos
Super Smash Bros. Ultimate podría tratarse de la entrega con más personalidad a nivel artístico de toda la saga de Sakurai. Desde el primer momento en el que vimos el arte oficial, que incluye a todos los personajes con los que podemos luchar en el juego, supimos que se había querido dar un estilo artístico diferente a Smash, algo más clásico, pero a la vez moderno.
Esto se ha reflejado en una evolución en el apartado gráfico, tomando como base lo que ya pudimos ver en Super Smash Bros. para Wii U. Como era de esperar, no se ha rehecho todo el contenido gráfico desde cero, y es que sería una pérdida importante de tiempo, y que habría supuesto la eliminación de otro tipo de contenido. A pesar de esto, Super Smash Bros. Ultimate luce impresionante, potenciando su apartado técnico con las bondades de Nintendo Switch, corriendo el juego de forma estable casi en su totalidad a 60 imágenes por segundo.
La resolución llega a los 1080p en modo televisor, con la máxima de la pantalla si jugamos en modo portátil, y manteniendo la magnífica estabilidad que hace de este Smash todo un portento técnico.
Lo más destacable en cuanto a las novedades, y que está presente en todas nuestras partidas, ha sido la nueva forma de representar el humo, las explosiones y los lanzamientos. Mezclando un estilo de animación y acuarela, los escenarios y los personajes lucen como siempre, y todos los efectos se han modificado para darle un toque diferente al conjunto, que visualmente resulta muy atractivo.
Al desarrollarse la acción de las batallas con movimiento bidimensional, se ha jugado con la complejidad de los escenarios, la mayoría de ellos móviles y en tres dimensiones, con una calidad variable en los detalles. Debido a la gran velocidad con la que suceden los combates del juego, lo más importante será el diseño de las estructuras con las que puedan interactuar los jugadores, pero si nos fijamos en el decorado del fondo, podremos encontrar verdaderas obras de arte, como la nueva pantalla de Destino Final, un calco del arte oficial que acompañó a la presentación del juego, pero en movimiento.
La enorme cantidad de personajes representados en Super Smash Bros. Ultimate por espíritus, nos ha dejado imágenes de alta calidad de los juegos originales. Anteriormente, los trofeos se remodelaban en tres dimensiones para que muchos personajes, que no aparecían como luchadores en Super Smash Bros., tuvieran representación de una forma honorífica. Ahora son espíritus, más de mil para concretar, los que harán acto de presencia.
Sus diseños han a pasado a ser los artes originales de cada uno de los juegos de origen, con un aspecto genial, incluso de títulos que se lanzaron hace más de veinte años. El trabajo de desarrollo ha cambiado hacia uno de recopilación de assets de diferentes estudios de videojuegos, ya que muchos espíritus no pertenecen a licencias de Nintendo.
Tendremos 103 escenarios disponibles en el juego, todos ellos con distintas versiones, pero el mismo entorno. Muchos se han tenido que poner al día, debido a que los juegos de inicio donde aparecieron están desfasados técnicamente, encontrando menos diferencias respecto a los que aparecieron en Wii U.
Los menús son más intuitivos y están más trabajados que nunca, aunque esto tampoco es algo destacable. Especialmente durante las últimas iteraciones de Super Smash Bros., la cantidad de contenido ha aumentado, y el menú se ha dividido en distintas secciones, con el Cajón de Sastre como lugar a donde van a parar todos los modos que no encajan en el resto de principales.
Todo se ve un poco más organizando dejando dos grandes apartados en el menú principal, Espíritu y Smash, con una selección circular intuitiva, muy visual y a nivel de usabilidad, de lo mejor que hemos visto en la saga. A pesar de esta facilidad para moverse por los menús, y de un moderno y llamativo aspecto por colores, si que notamos que el Cajón de Sastre, además de algún que otro modo, están un poco desorganizados, y no tenemos muy claro qué podemos encontrar y dónde, más allá de los modos principales.
Al igual que en el resto de las entregas de Super Smash Bros., músicos y compositores de gran cantidad de empresas están encantados de trabajar con Masahiro Sakurai para homenajear a los videojuegos de esta forma tan fantástica, y es por ello que las canciones originales, las melodías remasterizadas y la recopilación de sonidos de la saga, están a un nivel muy alto.
Hay mucho cariño en cada una de las piezas musicales que han sido rehechas para Smash Bros. Ultimate, y si conocéis los juegos originales de donde provienen, sabréis a lo que nos referimos.
La canción estrella de esta entrega, Lifelight, cuenta con una infinidad de versiones que suenan en diferentes modos, menús y escenas, y todas ellas están creadas con un gusto excepcional, adaptándose a la perfección para cada ocasión, y dándonos una visión diferente de una canción con mucha personalidad, y perfecta para representar el universo de Super Smash Bros..
Por otro lado, las pocas voces de los protagonistas en cinemáticas están en inglés . Ya acostumbrados a recibir algunos juegos de Nintendo doblados al castellano, nos ha resultado algo chocante, sobre todo por la combinación extraña de idiomas que se ha generado en otros aspectos.
Las voces de los personajes en los combates serán variadas, pudiendo escuchar al entrenador Pokémon en castellano. En cambio, Bayonetta o Shulk tendrán sus voces en inglés. Nos habría gustado más uniformidad en este aspecto, ya que nos deja la sensación de falta de homogeneidad total en el producto.
Rompiendo las reglas
Los juegos de lucha no han cambiado apenas en las últimas décadas. Al contrario que los títulos de plataformas, en los que se suelen implementar nuevas mécanicas que modifican la forma en la que jugamos, las batallas, especialmente en dos dimensiones, se han estancado, siendo la saga Super Smash Bros. una de las que más intentan innovar en este aspecto. Por ejemplo, en Brawl, la acción en 2D giró hacia la aventura plataformera con El Emisario Subespacial, manteniendo la lucha como la base del título.
Super Smash Bros. Ultimate da otro giro, pero en esta ocasión, hacia el lado RPG que podríamos encontrar. La clave de esto son los espíritus, que podrán subir de nivel, evolucionar, y ser equipados a los personajes principales. La existencia de estos viene a solventar la no inclusión de todos los personajes de videojuegos como luchadores, algo que todos querríamos, pero que en la práctica no es factible. Los 74 disponibles podrán ser encarnados por uno de ellos, dándole poderes especiales y luchando contra estos personajes de una forma más “espiritual” que corpórea.
También se ha trasladado este concepto a todas las batallas. Ninguna será igual a otra, y con el objetivo de liberar a los espíritus, tendremos que hacerles frente en combates temáticos tomando como base parámetros modificables del juego, como tamaño, características del escenario, colores y más. Las combinaciones en este sentido son enormes, y esto ha desembocado en una ingente cantidad de batallas temáticas de lo más originales.
La única vía de escape que ha encontrado Super Smash Bros. Ultimate a la monotonía de los juegos de lucha, ha sido la originalidad. Una que no se conforma con incorporar más objetos, más personajes y más escenarios, que también, si no que los pone en un contexto, en este caso, algo similar a un compendio de historia de los videojuegos.
Pusimos como ejemplo con anterioridad a Rafi Raven de Yoshi’s Island, cuya batalla transcurre en un planetoide curvo contra un Rey Dedede negro y grande, y nos parece una buena forma de darse cuenta del cuidado que se ha tenido en este aspecto con los juegos de origen.
Finalmente, todo el juego ha seguido esta tónica, la de ser un constante homenaje a distintos videojuegos en base a los espíritus que rescatamos. Dentro de su propia originalidad individual, notamos cierta repetición en la idea, que sorprende durante las primeras horas, pero que después se hace natural, aunque consiga sacarnos, de vez en cuando, alguna que otra sonrisa.
Por otro lado, la forma de jugar y controlar a los personajes en las batallas es muy fluida, intuitiva en base a unos conceptos claros, y la cúspide de lo que puede ofrecer, actualmente, Super Smash Bros..
Todos los personajes incluidos en el plantel tienen sus propias características, movimientos y peculiaridades, que hacen que se diferencien notablemente unos de otros, y que planteen un montón de estrategias diferentes, no solo por las combinaciones entre ellos, si no también de forma individual.
Podremos jugar hasta 8 personas en una misma consola, y con un montón de configuraciones de mando distintas, para que nadie se quede sin jugar.
La dificultad del juego será seleccionable, y podremos ajustarla en casi todos los modos, recompensando a los jugadores más avanzados con Goldones, espíritus y otros tesoros. En cierta forma, el juego está enfocado en que nosotros mismos vayamos subiendo de forma gradual el nivel de dificultad, aunque en “El mundo de estrellas perdidas”, que también tendrá su propio ritmo elegido al comienzo, habrá desniveles en función de los espíritus que tengamos equipados y a los que hagamos frente.
Nos parece un acierto que los personajes estén bloqueados en un principio, y que el jugador vaya desbloqueándolos poco a poco, alargando así la vida útil del juego y dando más importancia a contenido de interés que podemos conseguir jugando.
Más allá de esto, nos quedan recompensas por superar duras pruebas con todos los personajes, y conseguir dominarlos a todos será una labor inmensa.
“El mundo de estrellas perdidas”, el modo aventura de Super Smash Bros. Ultimate, tiene una enorme rejugabilidad que puede que muchos no quieran disfrutar, debido principalmente a que la repetición de combates con espíritus puede hacerse algo pesada. Conseguir los más de mil, superar el modo arcade con todos los personajes y completar los modos extra, puede llevarnos, fácilmente, más de 70 horas.
Un Smash para darlo todo
La monotonía de la que hablamos en este análisis ha intentado romperse de todas las formas posibles. La primera, y más importante, añadiendo a los espíritus a lo largo de todo el juego, que pueden ser equipados tanto en el modo espíritu, exclusivo de un jugador, como en el modo Smash para varios jugadores, además de sus submodos.
El juego ofrece tanta cantidad de opciones que resulta confuso ubicar todas ellas. Desde combates contra todos los luchadores en serie, hasta asaltos contra enemigos muy poderosos. Quizá, al contrario que en otras entregas, los modos de juego de Ultimate están más orientados hacia la competición, como los nuevos Torneos o Tropa Smash. La organización de los menús en este sentido deja un poco que desear: entendemos que no es fácil ubicar todos los modos, pero no existen diferencias entre los botones que contienen submenús, y los que son un modo en sí mismo.
Nos ha gustado mucho el modo Smash Total, algo realmente diferente para disfrutar con amigos, que nos obliga a utilizar a varios personajes que más nos gusten, eliminándose del plantel temporalmente.
El desbloqueo progresivo de personajes fomenta el seguir jugando a Smash durante muchas horas y en diferentes modos, pero que la aventura los desbloquee de una forma diferente, y que los que desbloqueemos en el resto de modos lleve un ritmo distinto, resulta un tanto confuso. Los personajes obtenidos en “El mundo de estrellas perdidas” podrán ser usados en el resto del juego, pero no en viceversa.
Como es de esperar, las opciones multijugador tendrán una gran importancia, más allá de los modos especiales de juego. Tendremos conexión local desde la barra de accesos directos, con la que podremos crear una sala para jugar combates con varias consolas y juegos.
Por otro lado, Nintendo ya nos mostró las opciones online que tendría el juego. Puesto que los posibles problemas de rendimiento en línea pueden variar en función del tiempo, además de que no hemos podido testearlo, valoraremos el contenido que Nintendo nos ha presentado y no su funcionamiento, que depende de los servidores disponibles, factores como la distancia entre jugadores, la carga del servicio, velocidades de conexión y más.
Como ya nos han asegurado, se ha intentado optimizar lo máximo posible para que la latencia sea mínima, dando prioridad al emparejamiento de jugadores de las mismas regiones.
El premio por jugar a través de internet será una valoración en puntos global, en un ranking con los jugadores del juego a nivel mundial. Además, podremos combatir en salas con reglas especiales, con amigos o públicas, ver partidas en forma de espectador, y algo que muchos esperaban, buscar partidas en segundo plano. Una vez ganemos a un contrincante, obtendremos su chapa a modo de medalla.
Tras haber testado el modo de juego en línea, su funcionamiento es correcto, con un pequeño input lag, pero mucho más estable que en anteriores entregas.
Se ha desactivado la posibilidad de capturar los treinta segundos de juego anteriores a la grabación, inclinándose por el uso de repeticiones, grabación y edición de vídeo desde el Baul del juego, en el apartado Repeticiones. La creación de contenido visual es muy superior a otras entregas, especialmente la fotografía, convirtiéndose en algo muy similar a lo que encontramos en Super Mario Odyssey, con filtros, marcos, giros de cámara, e incluso control mediante el sensor por movimiento de los JoyCon.
Los amiibo vuelven a la carga, aunque esta vez con opciones adicionales. Tal y como ocurría en Super Smash Bros. para Wii U, podremos entrenar las figuras de cada uno de los personajes para combatir junto a él y tenerlo como compañero, con distintos comportamientos y aprendizaje adaptativo en función de cómo combatamos. Los amiibo de personaje que no sean luchadores tienen la capacidad de desbloquear espíritus de forma directa, como los campeones de The Legend Of Zelda, o toda la tropa de Animal Crossing.
Por otro lado, la adaptación a los dos modos de funcionamiento de Nintendo Switch ha resultado fantástica, quedando algunos escenarios muy pequeños en formato portátil, pero perfectamente visibles de forma normal. La experiencia de juego es exactamente la misma en formato portátil a sobremesa, un logro técnico que nos vuelve a llegar el mensaje de que el concepto de Switch no tiene precio.
El homenaje de Sakurai
La visión de Masahiro Sakurai de Super Smash Bros. no puede dar mucho más de sí. Lo aprendido desde hace décadas se refleja en este juego de lucha, donde 74 personajes de distintas franquicias de videojuegos compiten para ser el mejor.
Hemos sentido, tras más de 60 horas de juego, que el límite de este modelo de juego ha llegado a lo más alto, girando levemente hacia el RPG, puliendo todos los apartados, dando opciones para que todos jueguen, siendo a la vez portátil y sobremesa, y aunque no nos de un modo aventura que gire entorno a una historia compleja, si que nos pone en situación para meternos de lleno en su universo.
Consideramos que la elección de luchadores del plantel tiene sus más y sus menos, en ocasiones demasiado enfocado a la promoción de un producto en concreto que, por la propia filosofía de Ultimate, han sido arrastrados hasta el día de hoy.
Después de esto, solo podemos esperar un reinicio de Super Smash Bros., dejar Ultimate como todo lo que puede dar de sí la base que se creó en 1999.
Este juego es un homenaje a los videojuegos, a sus personajes y a su historia.