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[Artículo] Ya es hora de que The Legend of Zelda cambie de héroe

The Legend of Zelda se sustenta sobre una trinidad: poder, sabiduría y valor. Y cuenta con imágenes muy reconocibles que vemos repetidas en todas las entregas: la túnica verde, el símbolo de la Familia real de Hyrule, la Espada Maestra, el escudo Hyliano.

El poder encarnado por el mal, la sabiduría por la realeza, el valor por el héroe, forman parte de un ciclo que se repite constantemente a lo largo de las generaciones, siempre inmutable. Son una alegoría. Lo único que permanece es esos tres conceptos que conforman la Trifuerza pero no así el mundo ni sus habitantes. No siempre hemos luchado en Hyrule y Ganondorf no siempre ha sido el enemigo. Ni siquiera Link ha requerido ser siempre bautizado bajo ese nombre ni Zelda, cuando se ha personado, ha guardado siempre la misma apariencia.

Cuenta la leyenda que tres Diosas crearon el mundo

Link no tiene personalidad, es más plano que una losa y más mudo que una roca. Y esto no es así por azar. Una decisión premeditada llevó a construir un personaje lo más impersonal posible con el que pudiera sentirse identificado cualquier jugador. No lo definen tanto su aspecto andrógino ni sus palabras como sus emblemas: el gorro picudo, las botas. Pero a pesar de todo no olvidamos de quién se trata: es el Mario aventurero al rescate de su Peach. Y sin embargo el héroe no pretende ser más que la representación de un concepto abstracto, la reencarnación de una fuerza capaz de poner orden sobre el caos.

Nintendo busca medios de innovar en favor de la jugabilidad, por ello ha probado diferentes propuestas que han alejado ligeramente a Link de Link, aunque manteniendo siempre a ese muchacho de piel pálida y ojos claros. La fórmula funciona, los juegos son divertidos, un Link pelirrojo seguirá luchando igual que un Link rubio, a efectos prácticos un cambio de aspecto no conlleva un cambio en el juego, y quizá sea éste el motivo de no querer alterar la representación del héroe.

Un cambio en potencia

El héroe ha pasado por muchas pieles, ha sido: niño, adulto, lobo, kokiri, minish, zora, goron, deku… Pero siempre con trampa. Nunca ha permanecido en la forma alternativa más del tiempo necesario, y esa metamorfosis es usada como medio para conseguir habilidades únicas que de otro modo no estarían a su alcance. Siendo minish podía acceder a villas diminutas o atravesar pequeños pasadizos en las mazmorras, como zora podía nadar y como lobo olerte mejor.

Por mucho disfraz que vistiera pudiendo volverse hasta mujer, Link en su última aparición en la saga fue Link por primera vez. El segundo DLC de esta entrega trajo mucha especulación consigo, y uno de los deseos que más potentemente se manifestaron fue el de encarnar a los elegidos. Habríamos dejado de ser héroe para luchar como un grupo de valerosos caballeros selectos dignos de una pesada carga. Y esta vez de verdad, cuatro razas diferentes, sin máscaras que recrearan la fantasía que quisiéramos vivir.

Un cambio real

Hasta aquí hemos estado hablando del héroe. Pero también pudimos dominar la sabiduría. Sólo un título nos ha permitido vestir las rosadas faldas de Zelda. Otra vez con limitaciones, sólo cuando como fantasma su espíritu poseía espectros éramos capaces de controlarla.

Casi resulta irónico que el héroe cambie por completo en una entrega secundaria. Quizá no sea el héroe, pero tiene un firme convencimiento de ello. Su nombre es Linkle, su género femenino y tiene carácter. Cumple con la concepción existente en la representación del portador de la Trifuerza del Valor, aunque falla al contar con personalidad, defecto que la hace menos universal. A pesar de todo, la idea de este personaje es la más acertada para un nuevo comienzo. Y junto a él, el tener la posibilidad de elegir a qué héroe vas a encarnar al principio de la aventura.

Breath of the Wild rompió muchas convenciones en la saga, pero no las suficientes. Es un renacer que vuelve a los orígenes, queriendo ser la primera entrega que nunca fue. Éste no era el momento del cambio aunque estuviera cerca y pudiera incitarse a él. Nos trae un mundo mucho más abierto ya no sólo físicamente sino también culturalmente. Esta entrega une a todas las culturas más que nunca haciendo que quizá de ahí derive el germen del cambio.

¡Y por favor, que ya estamos en pleno 2018, las princesas se salvan solas desde hace siglos! Ya es hora de que Zelda se suba al trono y tome las riendas de su franquicia.