Análisis Análisis Switch Nintendo Switch

[Análisis] Earthlock

[Análisis] Earthlock

SnowCastle Games trae hasta Nintendo Switch uno de sus títulos RPG más emblemáticos bajo el nombre de Earthlock, una versión mejorada de aquel Earthlock: Festival of Magic que ya hiciera aparición en Wii U durante el año pasado. Veamos qué puede aportar a los usuarios de la máquina híbrida.

Un gran poder conlleva una gran responsabilidad

Peter Parker tenía siempre en mente la frase que su tío Ben pronunció antes de que se convirtiera en el superhéroe que sería después: “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.” En Earthlock esta frase cobra tintes descafeinados, pues la historia empieza básicamente con el protagonista Amon y su tío Benjo como típico dúo aventurero que viaja por mundos de fantasía con la misión de cazar tesoros y ser héroes anónimos. Aquí, nuestro tío Benjo cae enfermo y nos pide ayuda para curarle.

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Si profundizamos, la trama sigue volviéndose aún más típica: una princesa despreciada en su propio ejército a la que tienden una trampa y busca explicaciones, un animal mitológico que busca aventuras por nuevas tierras y se une a nuestra causa… para acabar todos luchando codo con codo y cumplir la misión que individualmente todos anhelan.

Y es que Earthlock tiene ese poder de ser un juego bien construido que podría aprovechar mucho mejor el universo que ha creado para dar esa serie de giros que convierten una trama en memorable y que, sin embargo, la responsabilidad le ha dejado en una historia corriente.

La sala de espera

Seguro que muchos de vosotros habéis estado en alguna ocasión durante horas en la sala de espera de un dentista o una consulta médica, con distintas personas compartiendo habitáculo, viéndolas durante todo ese tiempo pero sin llegar a empatizar con ellas. Esa es la sensación que he tenido con Earthlock al acompañar a sus personajes durante toda la aventura.

A Amon, Ive, Taika, Olia, Gnart y PAT les falta alma. Buscaba una expresión más explicativa para dar a conocer la sensación de frialdad entre los personajes y el jugador, pero es que es lo que me sale cada vez que tengo que hablar de ellos. Y es una verdadera lástima, porque una vez más, se nota que SnowCastle Games sabe construir estas figuras, colocarlas en un ambiente propicio e implementar las mecánicas de un buen RPG. Pero para enamorarnos de un juego, necesitamos más.

Earthlock me ha llevado de nuevo a ese debate que ha rondado mi cabeza en numerosas ocasiones: ¿basta con hacer las cosas correctas para valorar un juego con el calificativo de muy recomendable o para saltar esa barrera debe hacernos sentir cosas? ¿O al menos, no hacernos sentir frialdad?

Sin embargo, no todo es correcto en Earthlock y no todo el juego es frío. Esto me lleva a pensar en la teoría de la montaña rusa…

La montaña rusa

Entre las leyes de la física que un genio como Isaac Newton estableció, se encontraban las de la fuerza centrífuga y la fuerza centrípeta, ambas utilizadas posteriormente para explicar el movimiento que experimentamos al subir a una montaña rusa. Mientras que la fuerza centrífuga nos impulsa al tomar las curvas, la centrípeta nos retiene en el sitio para volver a nuestro eje. Y Earthlock, cual atracción, tiene ambas fuerzas.

En el aspecto gráfico, Earthlock nos impulsa con algunos escenarios como Suvia, una ciudad con vida que, a pesar de ser pequeña, invita a darnos un paseo y contemplar sus edificios. Lo hace también con los efectos en los ataques, donde sí se tiene esa sensación de espectacularidad que normalmente cabe esperar en golpes físicos, magias o especiales. Y nos continúa impulsando con una variedad de enemigos notable y unos boss finales cuya apariencia nos hace sentir que estamos ante verdaderos jefes.

Ahora vamos hacia abajo. Earthlock nos frena con un sistema de cámaras que nos saca – a veces literalmente- de la escena cuando estamos explorando. En la imagen que tenéis en estas líneas apreciaréis cómo se llega a posicionar la cámara al explorar por uno de los rincones del mapeado y que así podáis entender lo que digo. Los propios escenarios son una montaña rusa, ya que mientras una ciudad como Suvia puede llegar a encandilar, otros espacios como Zaber o Ramoo Villa no dicen nada y se llegan a sumergir en lo típicamente repetitivo. Dentro de estos escenarios sin demasiada personalidad, tendremos a Plumpet Island como nuestro centro de operaciones principal, donde además de construir armas y comprar materiales, disponemos de nuestro propio espacio para cultivar semillas que nos proporcionarán más elementos para elaborar pociones y municiones diversas.

Volvamos hacia arriba. Las 20-25 horas de media que proporciona Earthlock son sin duda un punto a favor a la hora de sentir que hemos invertido bien nuestro dinero. Y los diferentes alicientes del juego para no convertirlo en una experiencia lineal se agradece: las diferentes ramas de habilidades y talentos para gestionar a nuestro gusto en cada personaje, las misiones secundarias que se han ampliado respecto a la versión de Wii U y el hecho de que, llegados a cierto punto, podamos cumplir los objetivos en el orden que más nos convenga, vuelven a proporcionar esa sensación de que estamos ante un RPG bastante completo. Su apartado jugable, claro y fluido, dándonos la oportunidad de ver a los enemigos en el mapeado antes de enfrentarnos a ellos y con un simple botón poder obtener el primer turno de ataque, mantiene aún más esta fuerza centrífuga.

Pero vivamos la bajada una vez más. ¿Alguien ha entendido en algún momento los picos de dificultad-facilidad que se experimentan en determinados títulos? Lo de Earthlock es un claro ejemplo, ya que puedes llegar a un boss final al que derrotas en el primer intento, que un enemigo común del mapeado nos elimine en cuestión de dos turnos y llegar al siguiente boss para quitárnoslo de en medio en un suspiro. Hay jefes que nos harán sudar la gota gorda y otros, en una línea más avanzada del juego, que nos resultarán una tarea relativamente sencilla. Y habrá que tener cuidado con esos contratiempos en la dificultad, ya que no podemos guardar partida en cualquier momento, sino que solo podremos hacerlo a través de diferentes estatuas que se encuentran, generalmente, repartidas en las entradas principales de cada escenario y en puntos importantes de los mismos.

El sonido simplemente me llega a dejar en una postura neutra: las voces se limitan a quejidos en los ataques y las conversaciones entre personajes se quedan en textos en inglés sin ningún tipo de emisión sonora. Por otro lado, las melodías son correctas, sí, pero nada que imprima tintes épicos en ningún momento, y nosotros se supone que estamos consiguiendo una gran gesta personal, cada uno de los personajes está consiguiendo la suya propia, pero la música no parece querer empujar a ello, sino frenar.

En efecto, y como he resumido, es el dibujo de una montaña rusa.

Conclusiones

Earthlock es un buen RPG para el catálogo de Nintendo Switch que sabe aportar la jugabilidad y la duración que se espera en este tipo de géneros, pero al que le falta una mejor construcción de la historia y de sus personajes, haciendo que no llegue a dar ese salto entre un juego bueno y otro memorable. Cual montaña rusa, el título nos lleva a pensar por momentos que estamos ante una construcción épica que se acaba frenando entre sus picos de dificultad inexplicables y un sonido en segundo plano. ¿Es recomendable? Sí, como buena opción si queréis una aventura larga y entretenida. ¿Os va a enamorar? A la mayoría, probablemente no. Podéis encontrarlo en la eShop de Nintendo Switch al precio de 24,99 € y necesitaréis un espacio de 3,6 GB en vuestra consola.

7.5

[Análisis] Earthlock

Puntuación Nintenderos: Recomendado

  • Historia:
  • Jugabilidad:
  • Gráficos:
  • Sonido:
  • Duración:
  • Multijugador:
Destaca en:
  • Sistema de combate fluido.
  • Variedad entre enemigos y boss finales.
  • Duración más que decente, entre 20 y 25 horas de media.
Flojea en:
  • Una historia que atrae bastante poco.
  • La construcción de los personajes es muy mejorable.
  • La ambientación decae de manera intermitente, dejando una sensación de frialdad.