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[Análisis] The Men of Yoshiwara: Kikuya

[Análisis] The Men of Yoshiwara: Kikuya

En este análisis voy a ser medianamente sincero. Es decir, mi propósito va a ser contar algo parecido a la verdad. Lo siento por los que esperéis verdades totales; a decir verdad, no las encontraréis ni aquí ni en ningún otro sitio de internet y esto mismo que estoy diciendo, que parece una verdad total, es solo una mitad de la verdad.

La primera de las medias verdades que voy a contar en este análisis es que soy lego absoluto en el género otome. Por ende, si tú, lectora (o lector), sabes más que cero sobre este género narrativo, te prevengo ahora sobre lo que leerás en este texto: este es el análisis de alguien que todavía mira con ojos occidentales este tipo de obras que cataloga como bizarradas japonesas cuando habla de ellas. De la misma manera que se ha acercado ahora a Gyakuten Yoshiwara: Kikuya (The Men of Yoshiwara: Kikuya), compró en importación digital a finales de 2017 una copia de Shinobi Refle: Senran Kagura.

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Otra de las verdades a medias es que este juego lo he analizado junto con otra persona. Una mujer con la que leer cada una de las líneas de diálogo de este videojuego y traducirlas conjuntamente (recuerdo ahora que el juego está en inglés, y esto es la única verdad contrastada de este texto). Una mujer que debería sentir la mezcla de seducción sutil y efervescencia del corazón que, a priori, parece que trata el videojuego en imágenes previsualizadas y tráilers. Al ser otome, se supone que está orientado a mujeres, aunque yo de cosas de género sé menos que media verdad, así que no digo más.

Una más de las semiverdades que voy a contar en este análisis es que, a pesar que de que he jugado The Men of Yoshiwara acompañado de una mujer como si estuviera realizado un experimento empírico, el resultado no puede ser menos incierto y es inviable deducir la eficacia del juego para excitar a una mujer. ¿Por qué? Resulta que esa mujer es una pareja sentimental y, en las puertas todavía de la relación, vamos tan salidos que no es el juego el que nos ha seducido sutilmente y nos ha hervido el corazón, sino que toda lubricidad surgida durante las sesiones de lectura de este juego la ha provocado nuestra predisposición a un calentón en cualquier situación: besándonos ora bajo un manto de estrellas, ora sobre un colchón con chinches.

Aunque, a decir verdad, el juego sí que ayuda a lubricar una relación sexual. Es una media verdad a tener muy en cuenta que al empezar a jugar a The Men of Yoshiwara: Kikuya las expectativas eran cerca de nulas. La edición de los recuadros de texto, la tipografía de la letra, la disposición torpe de los botones in game, el diseño de los menús, la falta de doblaje y la falta de escenas animadas solo se podían traducir por un mal presagio. Y resulta que, pese a tantos detalles mal resueltos, el texto está bien estructurado, las líneas de texto bien escritas y el vocabulario es nutrido y preciso. Las ilustraciones de los personajes son buenas y su diseño tanto físico como psicológico, los convierten en personajes atractivos, con los que sentir apego.

Sin embargo, la guinda en este juego no son ni la estructura, ni el lenguaje usado, ni nada de esto. Lo mejor de todo es el giro que da el juego después del prólogo. Para una pareja que no tenía ni idea de qué estaba jugando, este otome parecía un libro virtual y audiovisual —es decir, con imágenes y sonidos que amenizaban la lectura—; no obstante, al final del prólogo incorpora una mecánica propia del medio de los videojuegos, una mecánica brillante y necesaria. Esta es poder escoger. El prólogo te presenta a los hombres que te deben cortejar (previo pago; es decir, los prostitutos del burdel Kikuya) y, al finalizarse, la jugadora (o jugador, claro) se decanta por el que se quiere dejar tocar.

Esto es lo que he descubierto jugando a este juego: resulta que los otomes siguen la estructura tradicional de cortejo en la que el hombre hace el amor a la mujer, y no a la inversa. Él es el atento, el divertido, el que toma riesgos, el amante; ella la atendida, la satisfecha, el lienzo sobre el que el hombre pinta el amor. Por suerte, y debéis tomar esto como una mitad a medias, mi acompañante no tiene reparos en asumir este rol al relacionarse sexualmente, así que jugamos fuera de la pantalla como si yo fuera el amante y ella la amada.

El final verdadero de este videojuego es que la protagonista acabe casándose con uno de los chicos. Miento; a la verdad, hay variaciones según el personaje al que hayas dejado quererte—. A diferencia que en el juego, el súper final feliz en mi historia, que solo es verdad a medias, no acaba en una boda, naturalmente.

Conclusiones

The Men of Yoshiwara: Kikuya tiene muchas carencias al presentar la historia. Los menús son malos, no está animado y no tiene doblaje, ni siquiera para enfatizar las reacciones de la protagonista a las frases subidas de tono de sus cortesanos. Sin embargo, la calidad de los diálogos, la buena estructuración del texto y la opción de poder escoger entre personajes permite que cualquier libidinosa (o libidinoso, claro) encuentre el material con el que fabricar sus fantasías.

The Men of Yoshiwara: Kikuya salió el pasado 1 de febrero en la eShop de Nintendo Switch a un precio de 19,99 €. Textos abundantes en inglés o japonés.

https://www.youtube.com/watch?v=37lMI8mBZ9Y

6.9

[Análisis] The Men of Yoshiwara: Kikuya

Puntuación Nintenderos: Buen juego

  • Historia:
  • Jugabilidad:
  • Gráficos:
  • Sonido:
  • Duración:
  • Multijugador:
Destaca en:
  • Los diálogos son ricos en vocabulario y precisos en señalar cómo actúan los personajes.
  • La historia está perfectamente estructurada.
  • La facilidad para volver atrás o cambiar de personaje en cualquier momento del juego.
Flojea en:
  • La edición de los menús, las recuadros de texto.
  • La falta de animación y de actuación con voces, necesaria para enfatizar algunos sentimientos.