[Análisis] Xeodrifter
Siempre me ha fascinado todo lo relacionado con el espacio exterior. La gravedad, el tiempo o de qué están formadas las cosas son diferentes a lo que estamos acostumbrados. La incógnita que rodea este lugar ha permitido a Atooi crear su próximo videojuego. Sumergíos en el análisis y explorad conmigo el espacio de Xeodrifter.
Tabla de contenidos:
Entreteniendo jugando
Uno de los lemas que acompaña a Atooi son las raíces clásicas que emanan sus juegos. Mutant Mudds o Chicken Wiggle son un ejemplo de estas raíces, con lo que no nos extraña que la desarrolladora creada por Jools Watsham priorice la jugabilidad frente la historia.
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Y como de jugar van sus juegos, la historia de Xeodrifter ni sorprende, ni emociona ni te hará recordarla. Simplemente nuestro protagonista va con su nave, se estrella contra un meteorito y pierde un núcleo de teletransporte que deberemos recuperar. Simple, ¿verdad?
Tan simple es, que no nos importa que ni siquiera llegue con textos en castellano. De hecho, el equipo de Jools Watsham optó por la genialidad de inventarse un lenguaje alienígena con signos para el simple menú que nos acompañará por nuestra aventura.
Su menú, aparte de ser interactivo con la pantalla táctil, es tan intuitivo que no es necesario ningún tipo de explicación para entenderlo. Esta característica también la encontramos en sus controles y, ligado a estos, su jugabilidad.
Recorriendo el espacio
Recordando a los primeros Metroid, encarnamos a un piloto que con la ayuda de su arma, deberá eliminar a los distintos enemigos para hacerse paso por los mundos del sistema Omega. Tan parecido es a las primeras entregas de la cazarrecompensas que no dispone de disparo en diagonal, algo incómodo a la versatilidad que estamos acostumbrados actualmente.
El desconocido piloto de la nave deberá recorrer cuatro mundos distintos con el objetivo de recuperar el núcleo perdido. Como buen metroidvania que es, al derrotar a los enemigos finales adquiriremos nuevas habilidades, que estas nos permitirán acceder a zonas que antes nos eran inaccesibles.
Para viajar entre mundos lo deberemos hacer con nuestra nave a través del espacio. No obstante, algo que explicado pudiera parecer interesante y entretenido, en la práctica estamos en una pantalla con los cuatro mundos y simplemente debemos movernos hacia ellos para aterrizar.
Desde el principio podemos ir al mundo que nos plazca, pero muy probablemente no podamos continuar porque nos falta alguna habilidad o no tenemos la vida o ataque necesarios para facilitarnos el camino. Estos dos últimos elementos los encontraremos desperdigados por los mundos.
Curiosamente, el contenedor de ataque nos ofrecerá un punto que se podrá aplicar a diferentes características de nuestra arma como la cadencia, la potencia de ataque o la curvatura del disparo. Cuantos más puntos dediquemos a ese apartado, más potenciado estará. Además, estos puntos los podremos quitar y poner a nuestro gusto cuando queramos, y tener tres configuraciones distintas para adaptar nuestra jugabilidad al mundo en el que nos encontremos.
Lamentablemente esta variedad jugable no está presente en los mundos. Debemos recorrer el mismo camino más de una vez para ir desbloqueando zonas con nuestras nuevas habilidades, pero realmente, si no fuera porque estamos obligados a pasar por esa pantalla de transición pilotando la nave, sentiríamos que no hemos cambiado de lugar, y que la estética ambiental y los enemigos varían muy poco entre ellos.
De hecho, los enemigos finales solo se diferencian entre ellos porque cambian de color y añaden otro ataque a, sus ya de por sí, repetitivos movimientos. Esto junto a las habilidades que ya hemos encontrado en otros juegos de Atooi como el cambio de plano, nos deja un mal sabor de boca al pensar que no ha habido un trabajo creativo a nivel jugable detrás de Xeodrifter.
Atooi en estado puro
Tanto a nivel gráfico como sonoro cumple con lo que nos tiene acostumbrados Atooi. El píxel sigue siendo el elemento principal a nivel visual y la banda sonora y efectos sonoros continúan con esa calidad que nos recuerdan a las épocas de 8 y 16 bits. Aunque nos hubiera gustado algún cambio en estos dos apartados, Xeodrifter continúa con la esencia que acompañó a los primeros juegos de la desarrolladora indie.
Tan fieles son, que hasta las 3-4 horas de duración que nos tiene acostumbrados Atooi, la vemos también reflejada en este juego. En ellas viene incluida la rejugabilidad del juego, que simplemente se basa en la recogida de todos los contenedores de ataque y de salud que encontramos por los mundos. Esto mismo lo hace accesible para todos los públicos ya que no pretende ser un juego complejo y difícil de jugar, sino todo lo contrario.
Por otro lado, técnicamente es muy bueno y aprovecha con gran eficacia las virtudes de Nintendo Switch. La vibración HD está presente cuando abrimos puertas, saltamos, disparamos… Hace un uso de esta función que pocas veces habremos visto en otros juegos de la consola híbrida. De hecho, os animo a que quitéis el volumen del juego y juguéis sintiendo la vibración para entender de qué os hablo. Además, el juego permite la captura de vídeo y es disfrutable tanto en modo portátil como en modo sobremesa, pero se nota un cierto favoritismo a su portabilidad, ya que es donde Atooi parece haber sacado más partido a las características de la consola híbrida.
Viaje a medio gas
Dispara, salta y agáchate. Estas tres acciones tan básicas se aplican con excelencia en este adictivo metroidvania que te mantendrá enganchado toda la tarde. Aun la excelente jugabilidad de Xeodrifter, la creatividad se perdió en el espacio exterior junto a unas mecánicas inspiradas en otros mundos de Atooi. Podéis adquirir Xeodrifter en la eShop de Nintendo Switch por 9,99€ con un tamaño de descarga de 88,08 MB.