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[Análisis] Symphony of Eternity

Kemco y World Wide Software han decidido traer Symphony of Eternity, uno de sus títulos RPG ya conocidos por los usuarios de dispositivos inteligentes, hasta la eShop de Nintendo 3DS. Todo un juego que supone un exponente de los clásicos del género y que llega a la portátil para aportar horas de entretenimiento ¿Cuál ha sido la experiencia tras echarle el guante? Vamos a comprobarlo a continuación.

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La épica clásica

La historia de Symphony of Eternity tiene dos focos muy claros que se unen en un punto común para arrancar la aventura: por un lado, encarnamos al joven Kreist y a su amigo el gólem Dauturu, que viajan por el mundo buscando el Regratlute, un arma especial que cumple cualquier deseo a aquel que lo consigue; y por otro lado, el golpe de estado que sufre el reino de Eashtend, dando lugar a una huida forzosa del único miembro de la familia real que queda con vida, la princesa Laishutia.

En el momento que Kreist y Dauturu conocen a Laishutia, sus caminos se unen para trabajar en común en la búsqueda del Regratlute y conseguir así devolver la paz a Eashtend. Y es en ese objetivo común en el que nos cruzaremos con una serie de criaturas, enemigos y, sobre todo, dragones, que guardan a buen recaudo los seis cristales con los que se invoca el Regatlute. Estos seis cristales son los que debemos recolectar, previa victoria contra sus dragones guardianes, para conseguir nuestro objetivo, y se corresponden con los elementos que componen la vida: Fuego, Agua, Aire, Tierra, Luz y Oscuridad.

Por tanto, se presenta ante nuestros primeros minutos de juego una historia más bien típica –y en un perfecto inglés- que encaja con lo esperable en una trama RPG y que baña de tintes épicos nuestro objetivo en el juego. Queda saber cómo de satisfactorio es completarla…

De la vieja escuela

Symphony of Eternity es un RPG clásico que recuerda a los títulos de la época de SNES. Recorremos el mapeado parando en nuestros objetivos para ir avanzando en la trama, mientras por las diferentes mazmorras y escenarios nos topamos con las criaturas que nos abordarán al percatarse de nuestra presencia.

El sistema de combate es el ya sabido en los títulos RPG: lucha por turnos con las opciones de atacar, usar una magia o habilidad, emplear un objeto, mantenerse en guardia o tratar de escapar de la pelea. Esta última, como es de esperar, no es posible usarla en los combates contra los dragones y enemigos finales.

Siempre pelearemos con tres miembros en nuestro equipo, y a medida que ganemos combates obtendremos puntos para subir de nivel, dinero en forma de oro que podremos utilizar en las tiendas de armas y pociones presentes en cada ciudad del mapeado, y puntos de mérito, para incrementar nuestras habilidades como estimemos oportuno.

 

Pero no toques, por qué tocas

Uno de los aspectos que más se le puede achacar a Syphony of Eternity es su control a la hora de explorar, pues juega malas pasadas más veces de lo esperado. Y es que el manejo de nuestro protagonista, tanto con el pad como con la cruceta, se vuelve tosco, a veces se queda pillado cuando tratamos de movernos hacia un lado concreto y si queremos pasar con prisa una zona y esquivar a alguno de los enemigos que deambulan por ahí, podemos acabar comiéndonoslos simplemente porque el control no reacciona de la forma esperada.

Por otro lado, sorprende que la pantalla táctil, que es donde podemos visualizar el mapa, todas las estadísticas de nuestros personajes, inventario, pantalla de guardado de partida y opciones, no tenga ninguna opción táctil, aunque suene paradójico. No es que sea necesario que un juego de este tipo tenga esas funciones, pero habría resultado más práctico navegar entre las estadísticas y el inventario simplemente con tocar la pantalla. Así pues, si queremos acceder al menú debemos pulsar el botón X y si queremos guardar la partida en cualquier momento, bastará con pulsar el botón Y.

El aspecto gráfico es, quizá, el apartado que más puede echar para atrás, pues estamos ante una estética muy sencilla que recuerda a los títulos de 16 bits pero que no puede presumir de una variedad apreciable o de algún tipo de encanto clásico. Los modelados de los protagonistas y de los enemigos no resaltan por nada, de hecho, los contrincantes comunes carecen de originalidad y en ocasiones se repiten demasiado. Los dragones resultan algo más agradables a la vista, aunque tampoco destacan por nada en especial, y las animaciones, en general, son bastante mecánicas y sencillas.

El apartado sonoro compensa en parte las carencias gráficas, con unas melodías que en ocasiones empastan a la perfección con el carácter épico del momento en cuestión. Podemos escuchar pequeños quejidos y gritos durante las batallas que ayudan a ambientar un poco mejor los combates.

Una sinfonía que busca la eternidad

Symphony of Eternity dota a una historia predecible de buenas horas de aventura y entretenimiento. Completar la historia puede llevaros fácilmente en torno a 15 horas, y aunque no tiene giros sorprendentes os sabrá mantener pegados hasta llegar al final del juego.

El juego en ningún momento tiene intención de atascarnos y no supone un reto excesivo salvo en las últimas batallas, donde ahí sí puede que sudéis un poco más a la hora de ganar, llegando a perder a los miembros de nuestro equipo y empezar de nuevo con el combate en cuestión

En general, se trata de una duración aceptable con una dificultad que ayuda a que nadie se desespere en exceso para llegar al final del juego.

Conclusión

Syphony of Eternity es un RPG de la vieja escuela que llega a 3DS para traer unas cuantas horas de entretenimiento con un género que ya cuenta con grandísimos exponentes en el catálogo de la portátil. Si os gustan este tipo de juegos y queréis probar algo nuevo a la vez que clásico, os gustará completar una historia divertida que, eso sí, es bastante predecible. Si sabéis pasar por alto su discreto aspecto gráfico y un control que tiene cosas por mejorar, puede resultaros una buena compra. Solamente ocupa 658 bloques de memoria y lo podéis encontrar actualmente en la eShop de 3DS al precio de 7,99 €.