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[Impresiones] Super Mario Odyssey

Por Francisco Albiar Jiménez

A falta de poco más de un mes para que llegue a las tiendas la nueva aventura de Super Mario Odyssey para Switch, hemos asistido a un evento privado de Nintendo donde nos han dado a probar una versión más depurada que la demo que se enseñó en el E3 hace unos meses. Habiendo jugado a tres de los mundos que vamos a visitar durante nuestro periplo, a continuación os hacemos un breve resumen de lo que promete ser uno de los JUEGOS con mayúsculas de este 2017. Sujetaos la gorra, que allá vamos:

Villa Chistera, Reino Sombrero: Se trata de una fase que nos servirá un poco de tutorial y para aprender a manejarnos con las nuevas mecánicas y saltos de Super Mario. A movimientos clásicos como el salto hacia atrás, los tres saltos consecutivos o agacharte y saltar, se le suman varios más entre los que encontraremos el salto torbellino (consistente en girar sobre nosotros mismos para ganar esa altura tan necesaria y alcanzar niveles superiores) o el planchazo en el aire, mediante el que Mario se lanzará como si de a una piscina se tratase, para golpear a enemigos, bloques o al propio Cappy.

Visualmente este reino tiene un aire “Burtoniano”, con sabor a película antigua en blanco y negro, y las referencias a Pesadilla antes de Navidad o Frankenweenie son más que evidentes. Una gran luna llena ilumina las enormes chisteras del lugar que sirven como residencia a sus habitantes, unos entes fantasmales con forma de sombrero de copa.

Aquí seremos capaces de llevar a cabo nuestras primeras posesiones del juego, entre las que cabe destacar a Mario Rana. Con él, saltaremos a todo lo largo del nivel hasta nuestro primer enfrentamiento con los Broodals, una familia de conejos con traje de boda que harán de “weeding planners” de Bowser. ¿Seremos capaces de derrotarlos y frustrar la boda en ciernes? Solo el tiempo y nuestra habilidad plataformera lo dirán.

Monte Delisubio, Reino de los Fogones: Aquí es donde verdaderamente hemos podido apreciar la mejora gráfica respecto a anteriores versiones del juego. La imagen se nos presenta más nítida, sin tantos bordes de sierra, con un colorido y una mezcla de texturas espectacular.

El lugar está plagado de los pequeños detalles que hacen que Nintendo, y en especial los juegos de la saga Super Mario, siempre estén a la altura hasta del jugador más exigente. Así, nos encontraremos con enormes hortalizas y calderos que pueblan el lugar, habitado por unos seres con forma de tenedor con atuendo de cocineros, al igual que muchos de los enemigos que rondan por estos lares (cabe destacar desternillantes detalles como que los Goomba de la zona lleven gorros de chef o que los conocidos Hermanos Martillo nos arrojen sartenes). Podremos seguir poseyendo a todo enemigo viviente, llegando a formar torres de Goombas, o metiéndonos en la piel de un Podoboo (una bola de lava) para navegar por los ardientes ríos de salsa de esta región en busca de las preciadas Energilunas.

Las Energilunas serán la clave del juego, dado que tendremos que coleccionar cierto número y avanzar lo suficiente en la historia para desbloquear nuevos lugares a los que viajar. Afortunadamente, pese a no conocerse el número exacto, lo que sí sabemos es que habrá muchísimas más en cada reino de las que necesitaremos, haciendo posible que no nos atasquemos excesivamente.

Como en todos los mundos, tendremos fases independientes al más puro estilo de Super Mario Sunshine, donde se pondrá a prueba hasta al jugador más plataformero para llevarlas a cabo. Completándolas, nos darán una Energiluna de premio y podremos ganar de paso unas cuantas monedas normales o regionales, que en este mundo serán unos pequeños tomates morados. Con ellas podremos hacernos con una gran variedad de atuendos para Mario y Cappy, que además de ser muy resultones, nos desbloquearán zonas o eventos nuevos.

Playa Pulpierre, Reino Ribereño: La tercera y última de las fases que hemos podido probar. Se trata de un paraíso tropical habitado por caracoles franceses con atuendos de turista (no faltarán las camisetas de rayas rojiblancas y la boina de medio lado, oh là là) en el que un enorme pulpo con bigotes de lord inglés está acaparando una gigantesca bebida, causando problemas a los habitantes.

Sorprenden aquí los efectos del agua y de la arena, la iluminación (que, llegado un punto, podremos ver variar cuando se vaya poniendo el sol en un precioso atardecer); así como los decorados playeros tales como casetas, tumbonas y sombrillas, e incluso una pista de vóley-playa donde podremos echar unos partiditos y subir nuestra puntuación online.

Podremos disfrutar de unos cuantos chapuzones y de fases subacuáticas convertidos en Cheep-Cheep para evitar que se nos acabe demasiado pronto el oxígeno; surcar la superficie del agua a todo gas mediante unas flores campanilla que nos transformarán la gorra en un cohete a reacción para, finalmente, sobrevolar los cielos poseyendo a unos pulpos encerrados en una burbuja de agua que escupirán tinta tanto para propulsarnos en todas direcciones como para eliminar restos de lava al estilo del Acuac de Super Mario Sunshine.

En términos generales, Super Mario Odyssey nos ha vuelto a sorprender, tanto jugable como estéticamente hablando. Un digno escalón más en la saga del famoso ex fontanero que se acabará convirtiendo en un juego que todo el mundo deberá probar más temprano que tarde. Nintendo nos ha dado apenas una pequeña pincelada que nos ha dejado con la miel en los labios y contando los días que faltan para que el 27 de octubre, fecha clave de nuestro calendario, llegue cuanto antes.