[Análisis] Retro City Rampage DX
Mientras esperamos la llegada de lo nuevo de Vblank, Shakedown: Hawaii, los usuarios de Nintendo Switch ya podemos disfrutar de todo un clásico de videojuegos actuales con aspecto retro: Retro City Rampage, en su versión DX para Switch.
A falta de los tradicionales títulos que lanza Rockstar de mundo abierto, Retro City Rampage nos propone una vuelta a los juegos clásicos en lo relativo al estilo gráfico, pero hasta aquí llega lo retro.
Un sandbox con personalidad para la nueva consola de Nintendo.
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Fiesta ochentera
El juego da comienzo en Theftropolis, en los años 80, donde nuestro protagonista vaga por las calles cuando encuentra un cartel ofreciendo trabajo bien pagado, seguro médico, teléfono móvil… a priori toda una oferta que a más de uno le gustaría actualmente. De forma inesperada, terminamos viajando en el tiempo dentro de una cabina de teléfono y acabamos en los años 2000, donde encontramos a otro viajero en el tiempo que nos ayudará a volver a nuestra era.
Como veis, es un planteamiento argumental bastante extraño para un sandbox, pero que al fin y al cabo funciona igual que el resto, aunque con una motivación diferente.
El diseño del protagonista está basado en los típicos chicos americanos con tupé y chaqueta de cuero de los años 80, y es que el juego bebe mucho de películas clásicas como Regreso al Futuro o Grease. De hecho, las referencias a la cultura pop de la época están muy presentes durante 7-9 horas que dura la historia principal.
Nos ha gustado la forma en que Vblank ha hecho referencias a juegos de Nintendo como Mario, Zelda o Duck Hunt, y es que parece que el equipo es fan de la compañía de Kyoto.
Recursos al mínimo
El repunte del pixel-art como nueva estética para crear videojuegos actuales parece tener su máximo exponente en Retro City Rampage, donde para crear un personaje se necesitan poco más que de cien cuadrados.
A pesar de la falta de resolución aparente, el juego se ve de forma brillante en Switch, con colores que hacen que cada elemento sea fácilmente identificable a pesar de la simplicidad de los modelados.
Aunque se trate de un juego que se desarrolla en una ciudad, no solo tendremos elementos urbanos, y son claramente los que predominan en el juego. Tendremos también zonas de agua o campos, con alguna que otra montaña que nos recordará a las del Reino Champiñón.
Por otro lado, la poca necesidad de recursos por parte de la consola para mover el juego hace que las animaciones sean lo más llamativo visualmente, con coches, personajes y otros elementos moviéndose constantemente por pantalla, haciendo que se nos olvide la sensación de estatismo, de vacío o poco vivo.
El estilo retro también llega al diseño de interfaz y menú del juego. La primera de ellas muy simple, con un mapa, la energía que le queda al protagonista, el objetivo y el arma que utiliza en ese momento. Es agradable que la mayor parte de la pantalla se destine a la acción y que los elementos de la interfaz sean tan visuales.
Los menús del juego nos recuerdan mucho a los de juegos de los años 80, pero con las opciones de los títulos que llegan actualmente al mercado.
El apartado sonoro, por su parte, también está inspirado en juegos de NES, aunque nos recuerda mucho a las melodías de otro “reciente” pixel-art, Mutant Mudds de la ya distante Renegade Kid. Aunque donde de verdad notamos que Vblank se ha dejado la piel ha sido en los efectos sonoros. El caos que permite generar el juego está perfectamente ambientado con una cantidad enorme de efectos de sonido, de armas y explosiones.
También el movimiento, los choques y las colisiones tendrán efectos de sonido que nos recordarán fuertemente a los clásicos sandbox como Grand Theft Auto.
La locura pixel
Tenemos en Nintendo Switch el sandbox más grande, al menos portátil, jamás creado (The Legend Of Zelda: Breath Of The Wild), y a la vez, el más pequeño. Parece que la nueva consola de Nintendo está hecha para todo tipo de juegos, desde los más nimios como Levels+ a los más complejos y competitivos como Splatoon 2.
Retro City Rampage viene a ofrecer aún más variedad en un catálogo que ya toca prácticamente todos los géneros gracias a los desarrolladores indies y a las editoras externas.
Vblank ofrece a Switch un sandbox desenfadado pero loco a la vez, donde se incita al jugador a hacer locuras y a resolver situaciones a su manera. Podremos conducir distintos tipos de vehículos, manejar gran cantidad de armas y hablar con multitud de personajes.
El juego es indudablemente entretenido, y los modos de retos rápidos pueden llegar a ser desafiantes incluso para los jugadores expertos.
Lamentablemente, no se han decidido a incluir un modo para dos jugadores como si ha hecho Nicalis con Cave Story, aunque también es cierto que su implementación en un sandbox es mucho más compleja que en un juego de acción.
La variedad de misiones y situaciones hacen que no nos aburramos, podría ser mayor pero no está nada mal, e incluso nos hace pensar que el juego es breve, cuando no es así.
Tendremos objetos para coleccionar y minijuegos para los jugadores que quieran exprimir el título al 100%, llevándoles unas cuantas horas más de las mencionadas antes.
Podremos jugar en los tres modos diferentes que ofrece Nintendo Switch, y es compatible con el mando Pro de la consola. Más allá de la resolución nativa de ejecución, técnicamente no existen diferencias significativas de rendimiento entre jugar en la televisión o el modo portátil.
Switch al pasado
Es un título que ha pasado por un sinfín de plataformas, pero por primera vez podemos jugarlo en cualquier momento, donde queramos y cuando queramos con Switch.
Más allá de que sea un gran y completo sandbox, el desarrollo de esta versión para la nueva consola híbrida de Nintendo ha finalizado de forma totalmente satisfactoria, sin problemas de rendimiento y con un funcionamiento y calidad gráfica excelentes.
El juego asegura 7-8 horas de diversión para completar la campaña principal a un ritmo normal, sin prisa, y es que a pesar de lo alocado de su sistema de juego, merece la pena relajarse y disfrutar de esta divertida experiencia retro.