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Un día de Hyperule: The Legend of Zelda

Una saga ha conseguido revolucionar la industria con cada entrega y un solo día queda para uno de los lanzamientos más importantes de Nintendo.

Este es el último de los siete artículos para celebrar el lanzamiento de The Legend of Zelda: Breath of the Wild y el trigésimo primer aniversario de la franquicia. Estos artículos se centrarán únicamente en los juegos de sobremesa.

El valor ha sido desde el principio uno de los elementos más importantes de la saga The Legend of Zelda. Esta característica se le atribuye a Link y, a su vez, a nosotros mismos por tener el coraje de enfrentarnos a esta aventura. Pero hoy no  os vengo a hablar del valor como coraje, sino de los valores que transmite la saga, ya sea a nosotros como jugadores o a la industria.

Nintendo ha hecho perdurar una saga con más de treinta años de historia, con lo que esta debe tener alguna característica en especial que la haga diferenciarse del resto. Bajo esta premisa de la durabilidad y el impacto que ha tenido en los jugadores, iremos desgranando poco a poco la esencia de la saga para hallar el por qué la saga se ha convertido en leyenda. Aconsejo leer antes el resto de artículos de Hyperule, junto a este otro que hice hace tiempo sobre el alma de Nintendo.

The Legend of Zelda marcaba la llegada del mundo abierto y facilitaba a los jugadores tomar sus propias decisiones, sin que el juego le marcara un camino o lugar a seguir. Si bien es cierto que no tienes libertad absoluta por ciertas limitaciones técnicas, la concepción del mundo abierto no estaba establecida en la comunidad de jugadores hasta la llegada de esta primera entrega.

El despertar del héroe

Si algo enseña The Legend of Zelda a sus jugadores es que en la comodidad del salón es el peor lugar para afrontar tus preocupaciones. En todas las entregas, Link despierta de algún lugar de descanso y afronta una aventura con un objetivo, dejando atrás el que fue su hogar.

En la época de NES, Nintendo consiguió innovar en muchos campos, ya que la gran mayoría no habían sido aún descubiertos. Miyamoto creó The Legend of Zelda para reproducir la sensación de exploración y libertad que adquiría él cuando se perdía entre los bosques de Japón. Estos son los elementos que caracterizaron a la primera entrega de la franquicia y que establecería las bases para los próximos treinta años.

Exploración para encontrar lo oculto. Esta es una de las razones por la cual Nintendo quiso que lo primero que se encontrasen los jugadores fuese una cueva. Algo tan simple como un hueco en una montaña incitó a millones de jugadores a no ir solos en esta aventura. Y es que si hay algo que nos caracteriza a las personas es la curiosidad.

La gran mayoría de veces, y dependiendo de cuan valiente seamos, en la vida real no nos atreveríamos a aventurarnos en un viaje como el que realiza Link en sus juegos. No obstante, los videojuegos tienen la peculiaridad de que cualquier decisión que tomemos no repercutirá en nuestra realidad, con lo que acostumbramos a ser más valientes de lo que somos. Realmente no creo que sea así, sino que Nintendo tiene la capacidad de mostrar de lo que verdaderamente somos capaces los jugadores, emanando del interior nuestro verdadero ser y como actuaríamos en una situación similar.

La libertad para hacer cuanto quisieras. Esta es lo que complementa a la exploración. Se podría decir que ambas están ligadas, pero una no implicaría la otra, ya que se podría crear un gran mundo, pero sin lugares que explorar. The Legend of Zelda consiguió crear esta libertad porque tú eras libre de hacer cuanto quisieras. Es más, se pueden completar ciertas mazmorras del primer juego para NES sin siquiera haber conseguido la espada, aunque con un aumento considerable de la dificultad.

De hecho, y ligando este último concepto a The Legend of Zelda: Breath of the Wild, probablemente se intente superar cierto límite del juego sin utilizar ningún arma cuerpo a cuerpo, usando solo la tabla Sheikah o las herramientas con las que disponga Link. Sin duda alguna, será un reto a tener en cuenta en los años venideros al lanzamiento de esta última entrega.

Si juntamos estas dos virtudes de la saga darán como resultado su base principal: vive la aventura que siempre quisiste vivir.

Emoción

Este será el último apartado del artículo y de estos maravillosos siete días de Hyperule. Si os soy sincero, esta última parte ha sido totalmente improvisada mientras escribía lo que iba a sustituir a este, pero me he sentido la necesidad de hacerlo, porque si hay algo que realmente caracteriza la saga The Legend of Zelda es la cantidad de emociones que nos hace sentir.

Mi primer encuentro con la saga fue The Legend of Zelda: Ocarina of Time, un juego que nunca olvidaré, pero lo que no sabía era que la industria tampoco olvidaría este juego. Algo parecido está ocurriendo con The Legend of Zelda: Breath of the Wild dado los últimos análisis de la gran cantidad de revistas que os traen la información relacionado con la industria de los videojuegos. Es emoción lo que me ha hecho sentir cada una de las entregas de esta saga en sobremesa, pero es que esta me está causando tantas sensaciones que no he podido evitar hablar largo y tendido de las emociones que esta entrega me está causando. Espero que os sintáis identificados con algunas de estas, porque esto lo escribe mi corazón.

Soy nintendero desde que tengo consciencia. Desde siempre he jugado y vivido las aventuras de Mario, Donkey Kong, Kirby o Samus; pero la que siempre ha tenido un lugar especial en mi corazón ha sido The Legend of Zelda, una saga que me enamoró desde el principio. Llevo muchos años sin reservar un juego y esta última entrega ha conseguido crearme la necesidad de hacerlo, porque pase lo que pase, sé que no me voy a arrepentir de su compra. Las declaraciones de Aounuma y Miyamoto, las impresiones de los medios, los tráilers mostrados… Todo ello ha creado ilusión por algo en la comunidad de jugadores.

De alguna manera, estamos sintiendo que The Legend of Zelda: Breath of the Wild está aportando un soplo de aire fresco a la industria, y me encanta. Nadie se acuerda ya de los múltiples retrasos que ha tenido el juego, porqué os recuerdo que fue un juego fechado para 2015 y, dada distintas circunstancias, hemos tenido que esperar dos años más. ¿Pero sabéis que? No me importa. Si un juego ha conseguido mantenerme con gran expectativa después de tantísimos años, es que esta saga ha hecho algo bien. Y no solo conmigo, sino con toda la comunidad.

Seas de la plataforma que seas, es innegable decir que esta nueva entrega para Wii U y Switch no será una entrega más, sino que probablemente marque un nuevo amanecer en la nueva Nintendo. Y quién sabe si en la industria en general, porque esta entrega va en contra de todas las convicciones que parece llevar rumbo la industria con resoluciones a 900p, dientes de sierra y gráficos cartoon. No obstante, este juego atrae. Son estas cosas por las que me gusta Nintendo, que aun con sus grandes fallos, consigue desmarcarse del estándar actual y ofrecerte algo totalmente distinto con lo que disfrutar. Porque esta es la sensación que parece que transmite The Legend of Zelda: Breath of the Wild.

Como es normal, también dispongo de otras plataformas para jugar a los juegos que no salen en las consolas de Nintendo. Muchos de estos juegos son mundos abiertos con millones de cosas que hacer y me acaban cansando a la larga. No obstante, y aun sabiendo que esta última entrega de la saga va a ser un mundo abierto como nunca nos lo habíamos imaginado, me tiene emocionado. Tengo la sensación de que aun teniendo un gran mundo por explorar, me lo pasaré en grande con cada rincón de Hyrule. Y sé cuál es el motivo de este sentimiento: el estilo artístico.

Personalmente, los gráficos hiperrealistas me cansan muchísimo más rápido que algo más fantasioso. Esto es debido a la tonalidad oscura de la realidad que nos rodea, y ya tengo suficiente con mí día a día como para que en los videojuegos deba compartir esta realidad. La tonalidad de juegos como The Legend of Zelda: Breath of the Wild me atrapan desde un primer momento, porque tienen un estilo con el que no nos hemos enfrentado en casi ningún juego.

Mañana sale a la venta oficialmente el juego que más he esperado en años y no me creo que esto sea una realidad. Espero que, como haré yo, disfrutéis de este gran juego que puede marcar un antes y un después en la historia de Nintendo, porque las emociones que The Legend of Zelda Breath of the Wild no las he sentido nunca. Y no creo que se vuelvan a repetir.

Emoción. Eso es lo que siento cada vez que escribo sobre esta nueva entrega, así que debéis disculparme si me he excedido emocionalmente al escribir estas palabras, pero las leyendas deben ser escritas.