[Análisis] The Legend Of Zelda: Breath Of The Wild
Debo confesar que tengo claro cómo terminar esta review, pero no cómo empezarla.
Lamentándolo mucho por Wii U, Nintendo ha quitado la exclusiva a la consola del mayor juego que ha desarrollado la compañía en toda su historia, Zelda: Breath of The Wild, dando una potente razón al mundo para, si no tienes una consola en la que jugar este título, adquirirla.
Más de 5 años de desarrollo, un montón de estudios de creación han sido necesarios para elaborar este complejísimo videojuego, y es que la restructuración en el desarrollo dentro de Nintendo ha dado como fruto este proyecto.
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Hace décadas, a un niño llamado Shigeru Miyamoto le picó la curiosidad de explorar el mundo que le rodeaba, y cuando ese niño creció se convirtió en el creador de una de las más importantes sagas de videojuegos de la historia, The Legend of Zelda.
Con la llegada de Wii U y Nintendo Switch (y una cantidad enorme de recursos, dicho sea de paso), junto a Eiji Aonuma, se ha puesto la tecnología al servicio de dos genios y han podido ofrecer la idea más pura y clara de un videojuego.
Acompañadnos para comprobar cómo es Breath of The Wild, el primer juego de Nintendo donde el propio mundo es el protagonista absoluto.
Tabla de contenidos:
El héroe, la princesa y el demonio
The Legend of Zelda: Skyward Sword sirvió para dar cohesión a todos los videojuegos de la saga (o más o menos), creando una cronología y relación entre ellos que permite contar un sinfín de historias distintas de esta IP.
En Breath of The Wild se evoluciona en este sentido, una vez contados los acontecimientos de Skyward Sword, el jugador puede descubrir una nueva parte de la historia donde el héroe, Link, deberá salvar a la princesa Zelda de las garras del malvado Ganon. El planteamiento base del juego no es original, pero el contenido es lo suficientemente original y diferente como para ganarse un puesto entre los juegos con mejor narrativa de la historia.
Y no lo decimos por su calidad, que es indiscutible. Breath of The Wild tiene la peculiaridad de que la trama, la historia, avanza dependiendo de los actos del jugador, los cuales son totalmente libres. Esto no quiere decir que la historia se haga sola, sino que su evolución, al contrario que prácticamente todos los juegos que han llegado al mercado, no es lineal.
Ya se nos advirtió que podríamos “terminar” el juego yendo directamente a derrotar a Ganon. Pero las palabras no hacen justicia a lo que realmente significa esto. Por supuesto que el juego tiene una línea argumental, pero el jugador no tiene por qué seguirla en ningún momento, o puede saltarse partes, e incluso el juego entero.
Desde el punto de vista narrativo, este nuevo concepto de videojuego es maravilloso y muy difícil de llevar a cabo y que funcione.
El jugador irá donde quiera y hará lo que quiera en cada momento, por lo que conocerá las partes de la historia que quiera o le interesen en ese momento, interconectadas entre sí para poder retomar la historia principal por donde quiera.
Es una aventura bastante solitaria, y que nadie parlante acompañe al protagonista es una muestra clara de que se ha querido crear un sentimiento de soledad es un mundo gigantesco, pero que la naturaleza, los animales y las plantas, hacen que resulte sumamente acogedor.
No es por ponernos poéticos, pero podríamos decir que el compañero clave de este juego es el propio Hyrule, el mundo más vivo y gigantesco visto antes en una consola de Nintendo.
Por todo esto y más, creemos que Breath of The Wild aporta una sensación de libertad no vista antes en ningún videojuego, sin descuidar una historia muy cuidada, emotiva y profunda.
El reino sagrado a punto de derrumbarse
La razón por la que Nintendo no ha hecho antes un videojuego como este, dejando a un lado asuntos monetarios, era la potencia de las plataformas de antiguas generaciones, insuficiente para mover un mundo tan gigantesco como este Hyrule.
Wii U rompió por fin esa barrera con una cantidad considerable de memoria RAM, y Switch duplica es capacidad, pudiendo ofrecer ambas el espectáculo técnico que es Breath of The Wild.
Por supuesto que más potencia nunca viene mal, pero a partir de ahora será difícil justificar la ausencia de un juego en la consola por falta de potencia. Viendo el apartado gráfico de este The Legend of Zelda, cuesta creer que una consola tan mínima en tamaño como Switch, pueda mover semejante bestialidad. Aquí, Nintendo ha sacado músculo demostrando que pueden estar a la vanguardia gráfica, como siempre, a su manera.
El apartado artístico del juego, como viene siendo habitual en anteriores entregas, utiliza la técnica cell-shading. Quizá no sería tan espectacular si no se hubieran añadido una cantidad enorme de efectos de iluminación, una representación excepcional de la hierba, o texturas de gran calidad en las rocas. De hecho, cuando mejor luce el juego es de día, con la iluminación creando una atmósfera excepcional y dando volumen, cuerpo y vida a un mundo que para nada está vacío.
Mucho se había hablado de si las épicas dimensiones de Hyrule significaría que la mitad de ese espacio estuviera falto de contenido, y nada más lejos de la realidad. Nintendo ha explorado cada rincón de este gran mundo para tener elementos interesantes en cada punto, con animales que aparecen de forma aleatoria en diversas partes, adaptadas a diferentes ecosistemas.
En otros juegos hemos visto zonas de agua, llanuras, desiertos… pero en Breath of The Wild todo ello forma parte de un Hyrule sin tiempos de carga entre áreas, y resulta muy interesante cómo avanzas por el mundo viendo la evolución en el terreno, la variación en la geografía, así como cambia su flora y fauna.
El diseño del mapa es, sin duda, el más cuidado de la saga. Ha debido ser un trabajo titánico desarrollar un mundo tan detallado, en tres dimensiones, y con la inteligencia a la que nos tiene acostumbrados Nintendo, no dejando nada al azar.
Por otro lado, el cambio estético en el mundo también se ha reflejado en los NPC, el protagonista de la aventura o los animales, todos con un estilo similar al manga que le sienta a la perfección a la saga. Las caras de los personajes, no solo la de Link, ahora son mucho más expresivas y complejas, y es que parece que se ha trabajado de forma exhaustiva en hacer que los personajes del juego marquen al jugador.
Parece difícil no comparar el estilo gráfico con algunos trabajos del conocido Estudio Ghibli, pareciendo en ocasiones que estamos ante una película de animación, pudiendo tomar el control de la misma en cualquier momento.
Otra cosa en la que se han dejado la piel es en la animación de los modelos, tanto Link como los animales y NPC. Los caballos, elementos esenciales en esta entrega de la saga, tienen un movimiento tan cuidado y realista que no nos extraña que parte del equipo se haya dedicado exclusivamente durante dos años a que los modelos se muevan correctamente. Y lo han conseguido.
A esto influye la clave del juego, de la que hablaremos próximamente, pero el movimiento de Link está regido por un sistema de físicas como no hemos visto otro.
La representación de los efectos climáticos no solo influye en el propio juego, si no que también hacen que varíe y mucho la apariencia gráfica y cuando quitas luz al juego pierde belleza, aunque no es algo que achacarle. Pero si algo que debemos comentar. Quizá nos adelantemos, pero solo hemos visto un problema reseñable en el juego: caídas de número de imágenes por segundo en ciertos momentos.
A pesar de una muy buena optimización, las caídas de framerate son comunes en modo TV si está lloviendo. Curiosamente, su recuperación es muy rápida, aunque no sabríamos determinar muy bien su origen. Aun así, se disimulan bastante bien por los efectos de tiempo detenido del juego.
No es justificación, y es el único fallo que le vemos al juego. Molestará a algunos usuarios, a otros les pasará desapercibido… que cada jugador decida a su juicio.
Pasando a otras de las bondades del juego, tenemos que hacer mención especial del apartado sonoro. Como siempre, la música de The Legend of Zelda tiene que ser distintiva y única, aun así, tomando composiciones de otros juegos de la saga.
En este caso se le ha encargado el trabajo a Manaka Takaota, creadora de la fantástica banda sonora de Animal Crossing: New Leaf, así como de Zelda: Spirit Tracks. Como veis, son proyectos que han destacado por sus composiciones sonoras, y echarse sobre los hombros la banda sonora del mayor proyecto de Nintendo ha debido de ser una gran responsabilidad.
Aquí se ha optado por una opción mixta, mezclando creatividad y buen gusto, sin necesidad de crear una banda sonora compleja y, tomando nota de lo aprendido en Animal Crossing, se ha procedido a representar los sonidos de la naturaleza con el máximo realismo posible.
El viento, el agua, los pájaros… todo está recreado de manera excepcional, siendo parte principal, no solo de la banda sonora, si no también del sistema de juego. El sonido aporta algo más que sensaciones auditivas, también ayuda al jugador a prever acontecimientos.
Obviamente, el juego tiene sus propias composiciones y de una calidad buenísima, sin bajarla respecto a juegos como Skyward Sword o The Wind Waker.
No hay una en particular, son varias las melodías que destacan entre todas las de la saga, haciendo mención especial a una remezcla entre la canción original de The Legend of Zelda cerca del final del juego.
Ver un título como Breath of The Wild correr de forma correcta en un sistema portátil tan pequeño es asombroso, y no tenemos más que aplaudir a Nintendo por la labor de optimización que ha hecho con este proyecto.
Link, por fin eres libre
La forma de jugar ha cambiado con los años. Empezamos por lo básico, probar el control con juegos como Pong, creamos mundos con Zelda donde la libertad y la exploración eran la base… y más tarde se perdió esa capacidad de exploración a favor de mejores apartados gráficos, aspectos hiperrealistas que dejaban solo potencia para seguir un inaparente camino recto guionizado. Breath of The Wild se ha cargado de un plumazo todo lo que conocíamos como “libertad” en un videojuego hasta el momento.
Se ha conseguido elaborar una trama guionizada, pero permitiendo que el jugador decida cuándo y cómo vivirla (e incluso si quiere). De hecho, puedes completar el juego y no conocer realmente la trama o jugar durante decenas y decenas de horas sin que ocurra ningún hito importante, pero siempre avanzando y haciendo tu propia historia.
Partiendo de este punto, ¿qué hay para hacer en Zelda: Breath of The Wild? Pues una cantidad increíble de cosas. Algunas lenguas dicen que toma cosas de muchos juegos, pero las cambia y las hace suyas, añadiendo cosas como un mejoradísimo combate (para mí, el mejor de la saga), recolección masiva de objetos, complejo sistema de cocina, trajes, armas, escudos, misiones, caza… por mucho que extendamos este análisis no podremos abarcar todo lo que contiene el juego.
Nos limitaremos a contaros lo más impresionante que hemos visto: el motor de físicas. El mundo de Hyrule es algo más que naturaleza, animales, enemigos o cosas por hacer. Quizá la tarea más laboriosa que se ha realizado en este proyecto es la construcción de un motor de físicas altamente complicado en un mundo totalmente abierto, y lo mejor de todo: funciona sin un solo fallo.
Para darle aún más vistosidad a este trabajo se ha ampliado The Legend of Zelda hacia arriba, pudiendo ahora saltar, planear o escalar cualquier elemento del juego. Y cuando decimos cualquier, es desde montañas, casas e incluso grandes enemigos.
Las gigantescas dimensiones de… todo, hacen que la escalada y las físicas tengan un papel protagonista, con una representación perfecta de la gravedad en todo su esplendor. Pero no se limita solo a “quedar bonito” frente al jugador. La aceleración de los objetos hace que su fuerza pueda herir enemigos, al propio jugador, e incluso a otros elementos del entorno, siendo muchos de ellos, como cajas, cubos o pequeñas construcciones, destructibles.
Así misma, la interacción entre situaciones y objetos es mayor que nunca, pudiendo ver diferentes acciones dependiendo de cosas como la temperatura, el clima, la hora del día…
Pero no nos olvidemos de que es un juego de The Legend of Zelda, y no se ha perdido en ningún momento la esencia de la saga. Tendremos cuatro grandes mazmorras en el juego, como nunca antes las ha habido: más interactivas, más colosales, más inteligentes y más desafiantes. También, además, entra en juego un componente emocional durante las mazmorras, que ya descubrirán los jugadores mientras vayan completando el juego.
Los santuarios, repartidos por todos los rincones de Hyrule, serán puzles por resolver de dificultad variable. Os aseguramos que algunos de ellos resultan extremadamente complicados, teniendo que ser muy observadores y perspicaces con lo que nos rodea.
Parece un buen momento para hablar de la dificultad del juego. Es probable que Breath of The Wild sea el juego más difícil de la saga, o quizá el más fácil (bueno, sin pasarnos), dependiendo de cómo se juegue. No es extraño que los enemigos nos derroten de un solo golpe, pero tendremos a nuestro alcance el material necesario para hacer la travesía más llevadera. Si queremos, como siempre.
El productor del juego, Eiji Aonuma, dejó al mundo un poco descolocado al hacer saber que podríamos, al poco de comenzar, ir directamente al enemigo final y completar el juego, y aunque la tarea sería excesivamente complicada, parece plausible. Esta libertad de elección proporciona al jugador nuevas sensaciones, dándole la capacidad de hacer el juego suyo.
Pero al final termina siendo el juego el que nos llena, y aunque nos marquemos un objetivo y vayamos hacia él, es muy probable que terminemos viviendo una aventura distinta de camino al mismo.
Quizá lo que más mérito tiene es que todo funciona bien. No hemos visto bugs relacionados con la física, ni enemigos, ni entorno… en un juego tan grande, tan complejo, con un sistema de físicas tan completo y la total libertad de movimiento que posee, es increíblemente meritorio que el juego no se rompa, no falle y termine con bugs, animaciones o movimientos absurdos, como tanto hemos visto en las últimas generaciones.
El esquema de control es algo más difícil a lo que estamos acostumbrados en la saga, con la necesidad de un tiempo de aprendizaje y adaptación que poco tendrá que ver con tu experiencia con la saga. Salvo la pantalla táctil de Switch, tanto la vibración en momentos acertados como el sensor de movimiento se usan de forma magistral, usando este último como apuntado fino para el arco, catalejo o cámara.
Además, los controles serán algo configurables para mayor comodidad del jugador, aunque no hemos visto necesidad de modificarlos en ningún momento.
Los enemigos que tendremos que batir a lo largo de la aventura son muy variados, medianamente inteligentes, con reacciones naturales tanto a nuestros ataques como con el entorno.
Poco más que añadir. Necesitaremos una media superior a las 100 horas para explorar y completar el juego, pero qué más da el tiempo cuando te diviertes. Este Hyrule parece que se hará eterno.
La aventura portátil más grande de la historia
La nueva consola de Nintendo, Switch, llega de la mano de uno de los mejores The Legend of Zelda de la historia, y también uno de los mejores videojuegos de la historia. Pero las capacidades de la consola, su principal característica, hace que el valor de este juego aumente sus cifras.
El juego en modo portátil funciona incluso más fluido que en modo televisor, y la capacidad de jugar en el televisor y llevar tu partida a cualquier sitio, un mundo tan enorme, parece casi magia.
Con el sistema de captura de pantalla podremos guardar los recuerdos de nuestra partida sin interrumpirla, simplemente pulsando el botón de captura de pantalla del mando con el que juguemos.
Los tiempos de carga en la consola son de unos 20 segundos para cargar el mundo completo del juego, y unos 10 segundos para santuarios y otros lugares cerrados. Ciertamente y aunque el tiempo de carga inicial sea largo, después podremos movernos por cualquier parte del mundo, llanuras, pueblos, casas, etc, y no tendremos que pasar por ningún tiempo de carga adicional.
El triunfo de Nintendo
Puede que esté trillado, pero Nintendo está en el mercado de videojuegos para hacer cosas como esta. Zelda: Breath of The Wild es uno de los mejores juegos de la historia sin lugar a dudas, y no solo por las dimensiones y la diversión que ofrece.
Es el juego más valiente que ha hecho Nintendo. Se han atrevido a crear un mundo entero, gigante, titánico, le han dotado de vida y de miles de cosas que hacer. Pero hay algo más, y es que han regalado al jugador la capacidad de elegir qué hacer, darle libertad total para explorar el Hyrule que han creado, y vivir su propia historia, diferente a la del resto.
Si, existe una falta gráfica que dependiendo del jugador será más o menos molesta, pero dado que no es algo grave y realmente no ensucia la experiencia general del juego, no puedo reducir su puntuación por ello. Recordad, a pesar de ello, que la nota es subjetiva y el juego perfecto no existe.
Aun así, creemos que The Legend of Zelda: Breath of The Wild es toda una experiencia. Algo que todos los fans de los videojuegos deberían probar y sentir en su propia piel. No os lo penséis mucho y aventuraos en el inmenso mundo de Hyrule, donde la hierba es más verde que nunca y aún se mece por los vientos de antiguas leyendas.
Las imágenes de este análisis han sido capturadas directamente con el botón Captura de Pantalla de Nintendo Switch.
Gracias Wii U
Breath Of The Wild es el último videojuego que Nintendo hizo para Wii U, una consola que tanto empresa como usuarios parecen querer olvidar.
Pero no fue por falta de calidad, esta genial plataforma nos trajo sorpresas como Super Mario 3D World, Yoshi’s Woolly World o Splatoon, que se recordarán con los años como obras magnas de la compañía nipona.
Pero quizá el proyecto más importante sea este juego de The Legend Of Zelda, un título tan inmenso que parece mentira que una consola como Wii U pueda moverlo.
En esta pequeña reseña nos limitaremos a comentar las principales diferencias técnicas con respecto a la versión de Nintendo Switch, así como hablar de si afecta esto al plano jugable, ya que ambas versiones son idénticas en cuanto a contenido.
Quizá el punto más interesante sea el uso de la segunda pantalla con el mando de Wii U, quizá la gran ventaja de una consola respecto a la otra… pero aquí no hay una buena noticia.
Desconocemos el motivo, si se debe a temas de potencia justa o a algo relacionado con el lanzamiento en Switch, pero el gamepad de Wii U no tiene ninguna característica especial en este juego, más que su uso como modo Off-TV.
Al igual que ocurre con algunos juegos para la consola, en la pantalla del gamepad aparece únicamente un mensaje para cambiar entre el juego en televisor u Off-TV, que no es muy estético ciertamente.
Eso sí, el cambio entre juego en televisor y mando es instantáneo, y podremos pasar la partida de un sitio al otro sin casi darnos cuenta.
Por otro lado, parece que la potencia bruta de Wii U se ha quedado un poco corta para mover el inmenso nuevo mundo de Hyrule. Si en Nintendo Switch tenemos alguna que otra caída de número de imágenes por segundo, en Wii U esto pasa a ser bastante recurrente, aunque la gran pregunta es… ¿es lo suficientemente molesto como para fastidiar la experiencia de juego?
El salto técnico entre Switch y Wii U quizá sea lo suficientemente importante para que a muchos usuarios les desagrade en exceso estas caídas de framerate. Ocurre frecuentemente y de forma grave al tener gran número de movimiento en pantalla, así como en zonas con mucha vegetación, explosiones o cuando está lloviendo.
En cuanto al tema sonoro, se habló de que la versión para Wii U llegaría con una calidad inferior de audio, aunque durante nuestras sesiones de juego no hemos notado ninguna diferencia reseñable.
Como veis, este “canto de cisne” para Wii U ha sido un broche de oro para la consola, con luces y sombras en el plano técnico y una utilidad prácticamente nula para la estrella de la consola, el gamepad.
A cambio, los usuarios de la consola podrán disfrutar del videojuego más grande y libre que ha creado Nintendo en su historia, y así cumplieron su promesa de llevar su propio The Legend Of Zelda a Wii U.