[Vídeo-artículo] La ilógica Pokémon
La saga principal de Pokémon deja claras sus intenciones ya en su carátula. El famoso “¡Hazte con todos!” invita al entrenador a capturar a cuantas más criaturas mejor. Sin embargo, se recalca la importancia de establecer lazos con ellas y de las particularidades de cada una a lo largo de la historia. Entre la caza masiva de monstruos de bolsillos y la vinculación con ellos existe disonancia ludonarrativa y se ha repetido a lo largo de los 20 años de la franquicia. En el siguiente vídeo tenéis un repaso a los 20 años de Pokémon y cómo ha evolucionado su mensaje, además de cómo las características del competitivo y la crianza afectan a la historia que plantea.
https://www.youtube.com/watch?v=XJTViZuK_oc
Lejos de lo que pueda parecer, ni el vídeo ni el artículo no se sustentan en base a teorías o conspiraciones contra/sobre la validez argumental y mecánica de la saga. Su contenido se basa en las diferencias entre lo que jugamos (ludos) y lo que nos cuentan (la vertiente narrativa) presentes en Pokémon más allá de la irónicamente llamada ‘Lógica Pokémon’. Si bien el juego está dirigido a un público joven, muchos de los que iniciaron su aventura hace dos décadas siguen recorriendo regiones y cada vez son más los que se percatan de la disonancia ludonarrativa presente en Pokémon, que dificulta la inmersión total de aquellos que, ya no tan niños, ven las partes del todo.
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En los videojuegos originales, Rojo, Azul y Verde, el Profesor Oak aparece antes de empezar la aventura para dar el discurso de rigor y presentar el universo al que se enfrentará el jugador. Dice así: “¡Este mundo está habitado por unas criaturas llamadas Pokémon! Para algunos, los Pokémon son mascotas. Pero otros los usan para pelear”. Es decir, se nos presentan como meros acompañantes que no establecen más vínculo con el entrenador que el de pertenencia.
Tres años después llegó a las consolas niponas la continuación de la aventura. En Oro y Plata, pese a contar con un nuevo profesor, vuelve a ser Oak quien nos adelanta las virtudes de nuestro periplo. En el comienzo de este asegura que “la gente y los Pokémon conviven ayudándose unos a otros”. Por primera vez se presenta la relación entre ambas partes como una entre iguales, en la que cobra importancia el papel de ambos. En dicha generación nacen las evoluciones por amistad, lo que implica que una criatura puede tornarse más poderosa cuanto mayor sea su afecto por el entrenador.
Pasado el tiempo, ya con dos generaciones a sus espaldas, llegó el Profesor Abedul de Hoenn para presentar la epopeya que viviríamos en Rubí y Zafiro. “Los humanos y los Pokémon vivimos juntos. A veces nos lo pasamos bien y nos ayudamos unos a otros. A veces nos unimos y combatimos contra equipos como el nuestro. Pero, a pesar de estos vínculos, ignoramos mucho sobre los Pokémon”. De este modo, se vuelve a tratar a las criaturas como iguales con los que disfrutamos y sufrimos a la par. Los unos a los otros en una relación de equidad de la que derivan “vínculos”.
Pese a ello, el punto cumbre de esta progresión se alcanza en la cuarta generación. El Profesor Serbal es quien dice por primera vez las palabras mágicas. “Los humanos y los Pokémon vivimos juntos como amigos. A veces jugamos y otras trabajamos codo con codo. Hay quien combate con sus Pokémon para estrechar lazos con ellos”. El docto de Sinnoh tilda a los Pokémon de “amigos” y hace hincapié en la importancia de “estrechar lazos con ellos”. El vínculo llega al culmen, la amistad entre humanos y criaturas se consolida para dar paso a un mundo feliz que evoluciona, como ellos, gracias a las relaciones afectivas.
Pero se queda en palabrería, generación tras generación. El discurso de todos los profesores y de un sinfín de personajes de las diferentes regiones no se demuestra con hechos. En primer lugar, la saga premia la caza masiva de Pokémon como fin último y por lo tanto forma de completar el juego. Se puede ganar la liga con un equipo de seis Pokémon, pero la misión que se nos encomienda es completar la Pokédex.
El problema es que solo se puede avanzar aumentando la fuerza de nuestro equipo para ganar combates y, por lo tanto, discriminando a las criaturas que no cumplan con su papel pese a tener que capturarlas. Se convierten en una cifra, un archivo en el PC de Bill. Les privamos de libertad para limitar su vida a contemplar un fondo de escritorio genérico una vez ya no nos son útiles, si es que alguna vez lo fueron.
El mensaje puede ser precioso, pero la forma es cruenta. Los Pokémon que no forman parte del equipo de seis son tan solo un número. Incluso aquellos a los que se les enseñan las Máquinas Ocultas, esenciales para avanzar, se les conoce como “prostitut@s de MOs”.
Existe la opción de liberarlos, pero nadie lo hace. Más que nada porque, a ojos del jugador, son meros coleccionables y no solo es hacerse con todos, sino regocijarse en el “mira cuántos tengo”. La diferencia entre lo que nos vende la historia y lo que realmente hacemos conforma la disonancia ludonarrativa presente en la franquicia de Nintendo.