[Análisis] ‘Rhythm Paradise Megamix’
El género musical es un género con una presencia notable dentro del catálogo de Nintendo 3DS. No sólo hay títulos de calidad como la serie Theatrhythm Final Fantasy, sino que además hay variedad. Casi una veintena de títulos entre eShop y formato físico es el currículum de la música en la plataforma de Nintendo. Una experiencia contrastada que pretende ir cerrando el círculo con Rhythm Paradise Megamix, cuarta entrega de la franquicia, que regresa al terreno portátil tras su paso por Wii, a quien acompañó durante su etapa final.
La serie Rhythm Paradise es otra de las grandes desconocidas dentro del amplio historial de Nintendo. Y es que el pasado mes de agosto la franquicia cumplió la nada despreciable cifra de diez años de vida. Una década, que bien podría decirse, se celebra con el lanzamiento de Megamix: el mejor regalo que podía hacerse a sí mismo y a los jugadores.
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El paraíso del ritmo
El ritmo es el motor que da vida a Paradisia y sus habitantes. Y esto es, justamente, lo que necesitaremos para ayudar a Tibby, un simpático y adorable personaje que, sin saber muy bien cómo, ha acabado perdido en Terrestria tras caer desde el cielo. Una pequeña desgracia de la que tomaremos parte para devolverlo sano y salvo a su hogar.
Durante la aventura los habitantes de Terrestria aprovecharán la coyuntura para que les saquemos las castañas del fuego. Una mera excusa que sirve de telón de presentación de los diferentes minijuegos que componen el título. Algo parecido a lo que ocurre en Profesor Layton pero salvando las distancias (Megamix no pretende ir tan allá).
La mecánica sigue intacta: pulsar el botón adecuado (o la pantalla táctil) en el momento idóneo. Simple en su teoría pero no tan sencillo en la práctica. En la pantalla superior tiene lugar la acción, mientras que en la inferior se refleja cómo de certeros estamos siendo durante el minijuego. Un círculo en rojo indicará que hemos fallado, y en amarillo, cuando hayamos estado acertados. Según sea el tamaño de ese círculo habremos sido más o menos precisos. Y si el toque ha sido perfecto, será multicolor.
Previo a cada minijuego se incluye un tutorial donde se nos explican las distintas pautas y combinación de botones que hacen falta conocer. Un primer contacto para entrar en calor y no pasar a ciegas a la prueba definitiva, donde los errores pueden llevarnos al fracaso. Una vez acabada la prueba, en función de lo acertados que hayamos estado podemos suspenderla, aprobarla por los pelos o con una notable actuación.
Además de lo certeros que seamos, al finalizar cada minijuego se evalúan otros elementos. Unos elementos que repercuten en la valoración global de nuestra actuación, pero que lo hacen con más énfasis a la hora de recibir una mayor o menor recompensa. No cometer ningún fallo y/o haber capturado la estrella, que aparece en un momento en concreto en mitad de la partida, son las responsables de que la remuneración (en forma de monedas) sea mejor o peor. Si no superamos el ritmo mínimamente exigido será indiferente lo que hayamos logrado.
En la variedad está el gusto
Megamix, el apellido de esta nueva entrega, es la palabra idónea para hacernos una pequeña idea de por dónde van a ir los tiros en el título de Nintendo 3DS.
Más de un centenar de minijuegos son los que componen el amplísimo catálogo disponible, pero con un matiz importante: es el punto de encuentro de pruebas musicales procedentes de Wii, Nintendo DS, 3DS y GameBoy Advance. Y es que el estreno de la franquicia, que no superó fronteras japonesas por aquel entonces, llega ahora a territorio occidental con sus minijuegos como uno más.
De esta forma, como decíamos al inicio del texto, Megamix es el homenaje a estos diez años de historia de Rhythm Paradise. Un recopilatorio de lo mejor de la franquicia que no solo es un corta y pega de títulos anteriores, sino que aporta muchísimas novedades para contentar a aquellos jugadores que llevan acompañando a la serie desde sus orígenes.
Los nuevos minijuegos siguen la línea alocada y delirante tan representativa de la franquicia. Incluso arriesgan con diseños que rompen, en parte, con la estética simplona de la serie como dibujos a mano, con acuarela o un estilo más retro. Y, para sorpresa de muchos, con un efecto 3D logrado que juega muy bien con los distintos planos, que además, ha sido adaptado a todos los minijuegos del título.
La variedad es indiscutible. Y su originalidad, más todavía. Un robot que baila tango, un oso que come dulces para sobrellevar un mal de amores, bacterias que bailan al unísono… todo un conjunto de situaciones a cada cual más surrealista de las que, sorprendentemente, acaban creando música por difícil que parezca.
Las apariencias engañan
Detrás de esa apariencia afable y simpaticona se esconde una bestia parda capaz de hacernos sudar la gota gorda. Todo va a depender, evidentemente, del sentido del ritmo y la habilidad de cada uno. Pero, por ejemplo, conseguir una puntuación perfecta en cualquier minijuego se convierte en una misión prácticamente imposible. Aunque también es cierto que tampoco puede usarse como vara de medida única de la dificultad del título.
Las distintas pruebas musicales juegan con la memoria, rapidez de ejecución, capacidad de sincronización, cambios de ritmo y/o elementos que nublan la visibilidad o entorpercen el juego. Todo para poner a prueba la habilidad más preciada en Megamix: el ritmo. Y es que en más de una ocasión será más eficaz cerrar los ojos y dejarse llevar por la música que guiarse por las imágenes que se suceden en la pantalla superior.
Dentro del repertorio de minijuegos hay algunos más complicados que otros. Una línea de dificultad bien dirigida desde el inicio de nuestra aventura hasta el tramo final, con minijuegos más exigentes como segundas partes, que imprimen más velocidad y en algunos casos nuevas pautas; el remix de minijuegos antiguos donde se combinan fragmentos de varias pruebas musicales de forma aleatoria que nos obligan a conocer previamente todos los minijuegos participantes; o las pruebas especiales «A por el perfecto!», en las que el jugador debe afrontar el minijuego sin fallar ni una sola vez.
En ciertos momentos de la aventura para poder seguir ayudando a los habitantes de Terrestria el jugador debe superar una serie de puertas (que nos impiden el paso) en forma de minijuegos atípicos. El ritmo sigue siendo primordial, pero cambiando ligeramente las mecánicas y con la opción de elegir el nivel de dificultad (fácil, normal y difícil) pagando con monedas. Cuantas más gastemos, menos complejo será.
¡Pasajeros, al tren!
Una de las novedades más importantes de Megamix es el tren de los desafíos, una vuelta de tuerca en la forma de afrontar los minijuegos. Solo o con amigos, el jugador debe superar distintos grupos de pruebas (tres, cuatro, seis, aleatorias…) con un grado de dificultad mayor y distintos objetivos prefijados, como conseguir una puntuación mínima o evitar ser consumido por las fauces de un monstruo consiguiendo toques perfectos. Un añadido que alarga considerablemente la duración del juego y que además, supone un auténtico reto para el jugador.
Aunque existe la opción de jugar en solitario lo ideal es probarlo junto a otros amigos en línea (incluye modo descarga). Y es que puede disfrutarse, incluso más, compartiendo la experiencia en multijugador.
Al margen de ello, completar cada una de esos trayectos tienen una recompensa muy jugosa: las esferas musicales. Moneda de cambio para adquirir nuevos minijuegos en la tienda, de la que hablaremos a continuación.
¿Un café?
Las monedas que acumulemos completando los minijuegos serán fundamentales para gastarlas en la cafetería, un local en el que hacer muchas cosas.
Visitar el museo para descubrir todo sobre los minijuegos desbloqueados es una de las posibilidades. En cada uno de ellos, además de reflejarse los logros obtenidos, podemos escuchar su música y ver los artículos que compremos en la tienda; donde también pueden adquirirse nuevos minijuegos a cambio de esferas musicales.
Para tomarnos un respiro entre tanto minijuego podemos visitar el establo para alimentar a una cabra con nabos (sí, tal cual suena). Como si de una mesa de pinball se tratara debemos hacer caer los nabos sobre ella para que gane puntos de experiencia. Según el tipo que utilicemos (normal, de plata u oro) más rápido subirá su barra de experiencia. Cada vez que consiga subir diez niveles pondrá un huevo de oro con una sorpresa en su interior.
También podemos echar un ojo en la terraza StreetPass. Aprovechando las funciones inalámbricas de la portátil, al cruzarte con alguien que disponga de una copia del juego podrás enfrentarte a él en un minijuego (si no coincides con nadie, los mismos personajes del juego nos irán retando): golpeando al ritmo de la música debemos inflar el globo del contrincante y hacer que explote antes que el nuestro. Si nos alzamos con la victoria recibiremos jugosas recompensas.
Para consultar otros datos de interés como los logros desbloqueados, rememorar partes importantes de la historia o ver nuestra colección de mascotas, tan sólo tenemos que hablar con el guía, quien nos dará toda esa información.
Conclusión
Puede decirse, sin miedo a equivocarnos, que Megamix es el mejor juego de la franquicia hasta el momento. Es divertido, altamente adictivo y tiene muchísimas cosas por hacer. Es un título que invita a nuevos jugadores y da motivos suficientes para que lo más asiduos a la serie regresen. Los más de cien minijuegos disponibles es una buena carta de presentación, pero aún más lo son todos los modos incluidos para disfrutar en solitario o en compañía.
Rhythm Paradise Megamix estará a la venta el próximo 21 de octubre tanto en formato físico como digital. ¿A qué esperáis para echarle el guante?