[Análisis] ‘Paper Mario: Color Splash’
No lo sabemos a ciencia cierta, pero parece que Wii U está dando sus últimos coletazos antes de “ser relevada” por el experimento NX de Nintendo, pero aun le quedan bastantes sorpresas para hacernos disfrutar de lo lindo.
Una de ellas es Paper Mario: Color Splash, el último juego de la subsaga Paper Mario que da un vuelco (una vez más) a su sistema de juego e invita a los usuarios a aprender y descubrir nuevas formas de divertirse con el fontanero de Nintendo.
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Ya os contamos hace tiempo cómo ha ido evolucionando la saga a lo largo del tiempo y los vaivenes de jugabilidad le han costado una ganancia-pérdida de seguidores constante, que no terminan de fijar un público objetivo.
¿Os gustan los RPG? ¿Los juegos de acción? ¿Los juegos… de Mario? Acompañadnos a Isla Prisma para ver cómo se porta el fontanero de Nintendo en la que está llamada a ser una de las últimas grandes aventuras de Wii U.
Tabla de contenidos:
Fuga de color
A pesar de que todas las historias (o casi) de Super Mario suceden en el Reino Champiñón, o al menos en su universo, si que es cierto que pocas de ellas tienen relación entre si, y a pesar de que las que poseen mayor carga argumental son los juegos de Paper Mario y Mario & Luigi, no existe ninguna relación entre ellos.
Esto facilita la entrada de nuevos usuarios a la saga, sin necesidad de haber jugado anteriormente a ningún otro título de Paper Mario.
En esta ocasión es la princesa del Reino Champiñón, Peach, la que viene directamente a pedir ayuda a Mario por un asunto de lo más extraño: alguien está robando el color a su mundo.
Deciden ir hasta Isla Prisma, lugar que parece ser fuente y origen del problema. Mario conocerá a su compañero en esta epopeya, Baldo, que le ayudará y explicará qué debe hacer para avanzar y solucionar los problemas que ocurren en su colorido mundo.
El juego tiene un nivel argumental algo superior a lo que estamos acostumbrados en los juegos de Mario y Paper Mario. Nintendo ya nos advirtió que “Color Splash nos haría llorar”, y es cierto que el contenido emocional del juego es más alto de lo normal.
Los personajes son los mismos de siempre (algunos nuevos, claro), pero algo más evolucionados, además se profundiza correctamente en su personalidad y se hacen muy agradables para amenizar la aventura.
El tierno Paper Mario
Para comprender el estilo gráfico de Paper Mario: Color Splash solo hay que mirar el historial y la trayectoria de Nintendo. A pesar de que en sus últimas plataformas, la potencia no ha sido su punto fuerte, la búsqueda de estilos gráficos artísticos y visuales diferentes e innovadores, además de poco pesados en términos de procesamiento, ha desembocado en cosas como este juego de Paper Mario.
El mundo de papel vuelve a cobrar vida intentando aprovechar la potencia de Wii U haciendo énfasis en la tridimensionalidad de los escenarios y elementos, sin perder la esencia de papel que lleva con nosotros desde la primera entrega en Nintendo 64.
Así, se aumenta la presencia del cartón como material complementario que sirve para potenciar las tres dimensiones sin romper la temática.
El papel (del papel) no será estático, y los avances gráficos permiten simular dobleces, rupturas y todo tipo de cambios de forma y estado que hacen que el juego luzca muy bien a nivel visual, además de ser un alarde de originalidad en muchos momentos puntuales. El motor de iluminación hace que todo parezca más realista que nunca, y es de los puntos gráficos más fuertes del juego, como viene siendo habitual en Wii U.
Lo que parece increíble a nivel artístico ha sido la reducción de la saturación del color en el juego. Los entornos y objetos tridimensionales han hecho que aumente la presencia de sombras y el color se ha apagado mucho. A riesgo de parecer un mal paso por parte del equipo artístico, lo cierto es que da más volumen a las escenas y hace que el juego se vea más potente, complejo y quizá adulto (tranquilos, lo es lo justo).
Los mundos son muy similares a los vistos en anteriores juegos de Paper Mario, con praderas, playas, selvas… pero por supuesto con mucho mejor aspecto. Su configuración y diseño es realmente inteligente, jugando con las vistas y la apariencia de los materiales y creando los mapas más grandes vistos en la saga, aunque sea en forma de pantallas individuales.
El mapa del mundo también está caricaturizado y reducido a una vista más simple, hecho de papel y con mucha diferenciación entre entornos y mundos.
Los personajes que aparecen durante la aventura son los mismos de siempre del universo Mario, aunque recordamos que esta es la primera aventura de Paper Mario en alta definición, así que el nivel de detalle es mayor que nunca.
Desde un punto de vista externo, el mundo de Paper Mario tiene un aspecto infantil, con mucho carácter y personajes que son difíciles de olvidar y que hacen que enseguida los sintamos como de la familia.
Los dos principales fallos gráficos que comentamos en las impresiones, bajadas de rendimiento con mucha carga gráfica y dientes de sierra, no son perceptibles de forma notoria en la versión final del juego (al menos en su versión digital), por lo que pocas pegas hay que poner en este apartado.
Aunque sin duda alguna, donde más brilla el juego y ya os lo adelantamos en nuestras impresiones, es en el apartado sonoro. Los compositores y productores del juego han optado por elegir una banda sonora que mezcla lo antiguo y lo nuevo, con remasterizaciones excelentes de algunas canciones clásicas de Super Mario, y otras nuevas que suenan muy agradables mientras jugamos.
Se podría decir que el apartado sonoro de este Paper Mario está por encima del resto, y cabe destacar que el resto de entregas no tenían un nivel precisamente bajo.
Las voces y demás efectos sonoros tienen más presencia que nunca, muy posiblemente por la importancia que se le ha dado al argumento en esta ocasión. Todos ellos mantienen una calidad muy alta y encajan perfectamente tanto con el contexto como con la banda sonora, aportando los aires cómicos tan característicos del juego.
Ups, lo hicieron otra vez
Lo que Intelligent Systems está haciendo con Paper Mario podría hacer correr ríos de tinta, pero no nos meteremos en ese jardín.
La renovación, una vez más, en el “cómo se juega” a esta saga creará tanto detractores como seguidores. Pasamos de puro JRPG a juego de acción, luego juego de acción y RPG con cartas y ahora… ¿qué tenemos entre manos?
Pues básicamente es una mezcla de todo lo anterior. El martillo gana una importancia total en Color Splash, ya que será el pincel con el que pintaremos el mundo de Mario. Tenemos por un lado una parte de acción, más clásica y en linea con los juegos principales de la saga como Super Mario 64 o Super Mario Galaxy (si, como leéis) donde tendremos que encontrar estrellas escondidas en las diferentes fases, exactamente igual que en los juegos mencionados. Tendremos que explorar e investigar cada fase para resolver distintas situaciones, no necesariamente ir desde el principio hasta el final.
Pero por el camino encontraremos enemigos, y aquí es donde entra en juego el carácter RPG de Paper Mario: combates por turnos basados en cartas y controlados mediante pintura que potenciará sus características de forma casi invisible para el usuario, simplemente pintando dichas cartas.
Su modo de obtención también será único, y es que una vez utilizadas serán desechadas, pero las encontraremos por todos lados en los escenarios, algo así como las pegatinas de Sticker Star.
Durante los combates el usuario podrá interactuar con los enemigos defendiéndose de sus ataques, y es de agradecer para que no sea simplemente un “ver lo que ocurre” al realizar ciertas acciones.
Este sistema de combate es divertido, requiere de estrategia por parte del jugador y es lo suficientemente complejo para llenar el juego al completo, de forma que cada combate será diferente según las acciones que realicemos.
Por otro lado, podremos realizar las acciones habituales con Paper Mario: correr, saltar, golpear… y en este caso pintar.
Tendremos partes del escenario que no estarán coloreadas, ya que los enemigos les han absorbido el color que tenían. El deber de Mario será volver a colorearlas gracias a su martillo con pintura y a un curioso sistema que detecta de qué color se está pintando cada zona. Su coloreado es automático, así que no tendremos que elegir el color a usar, pero la pintura no será infinita.
Con tres colores básicos, rojo, azul y amarillo, tendremos que colorear el escenario buscando en ocasiones más pintura entre flores y otros elementos naturales. Con un ejemplo se entenderá mejor el sistema: si necesitamos pintar una zona de color verde, gastaremos una pequeña parte de pintura azul y otra de pintura amarilla. Desde luego es interesante la forma en la que está graduado el gasto y obtención de pintura, y una idea muy buena por parte del equipo desarrollador.
La pantalla táctil queda relegada al menú y uso en combates, mostrando la acción en la pantalla del televisor y las opciones de ataque en el Gamepad.
A grandes rasgos y tras un breve periodo de aprendizaje, controlar a Mario tanto en el mundo como en las batallas es ágil, fluido y satisfactorio para el jugador por la el tótem táctil-botones. Nada nuevo en el mundo Mario, pero algo vital e imprescindible para que un videojuego tenga buena calidad.
Como hemos avanzado antes, y a riesgo de lo que haya podido aparentar desde su presentación al público, no se trata de un juego de avance por pantallas al uso. El mapa del mundo sirve solo de enlace entre pantallas, pero dichas pantallas tendrán su propia evolución y, una vez completadas, pueden tener más estrellas y secretos por descubrir, teniendo que volver a visitarlas repetidas veces sin necesidad de repetir lo que hemos hecho anteriormente, ya que su propio “entorno” habrá cambiado según nuestros actos anteriores. Desde luego es un punto positivo y definitivo para mirar al juego con otros ojos.
Como en muchos juegos de Nintendo, no se limita a repetir la misma fórmula de fase una y otra vez, si no que se intenta sorprender al jugador en cada nueva escena tanto de forma gráfica como jugable, quizá con nuevas mecánicas o situaciones, salpicado siempre con mucho humor.
La dificultad del juego es un tema peliagudo: en un principio puede ser excesivamente sencillo, ya que los enemigos apenas soportarán un solo golpe de Mario, pero a medida que el juego avanza, se ajusta a lo visto en anteriores juegos de la saga, llegando a ser desafiante en algunos puntos, pero sin ser un reto casi imposible.
A pesar de ello el juego resulta muy divertido y muy ameno. Si, es un placer y un agrado jugar cosas como Paper Mario: Color Splash, y sin ser el juego clave de la saga, se ve mucho mimo y cuidado en el mismo.
Durante los combates aparecerá, en la pantalla del Gamepad, el menú de cartas de ataque y apoyo. El principal problema de este sistema es el manejo del mazo de cartas: cuando tenemos un gran número de ellas resulta difícil dar con las que queremos en ese momento, y aunque exista un botón de «ordenar», su colocación dificulta su búsqueda.
En el museo podremos coleccionar cartas de combate, así como escuchar las melodías del juego después de haber pintado todas las zonas decoloradas de capa mapa.
Y si lo que buscais es una aventura para rato, aquí la encontraréis. Color Splash puede llegar a durar fácilmente más de 30-40 horas, disparándose a más de 70 si queremos completarlo al 100%. Una alegría para los que buscamos aventuras duraderas y profundas.
La necesidad prescindible de una segunda pantalla
Lamentablemente, el juego carece de cualquier modo multijugador, más allá de la capacidad de interactuar con el resto de usuarios a través de la red social Miiverse. Como en otras ocasiones, podremos subir capturas de pantalla del juego.
En este sentido el juego es todo un clásico, nada de contenido descargable por el momento.
Como características adicionales, tenemos el modo Off-TV, un poco forzado en esta ocasión y de una forma un tanto particular y especial. Lo común que encontramos en el resto de juegos de la consola es pulsar el botón – del mando para cambiar al modo de juego sin el televisor, pero en este caso será una opción que tendremos que buscar en los ajustes de juego, dado que está pensado para necesitar el Gamepad de Wii U, al menos en los combates.
La solución es cambiar entre la pantalla de acción y la de combate del Gamepad cuando sea necesario. En este mismo menú también podemos encontrar una opción que para algunos usuarios puede resultar más rápida y cómoda, y es el control mediante botones de los combates, moviéndose por las cartas a utilizar mediante el stick principal.
Aun así podremos cambiar al modo Off-TV nada más encender el juego desde la propia pantalla de título.
Conclusión
Intelligent Systems no defrauda: podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que Paper Mario: Color Splash es uno de los mejores juegos de Wii U.
Técnicamente es impecable, y solo los usuarios más exigentes verán los pequeños fallos técnicos que tiene el juego en su ejecución.
No os aconsejamos que entréis en comparaciones con el resto de juegos de la saga, ya que sería como comparar peras con manzanas. Color Splash no pretende continuar con ninguna base creada anteriormente, si no crear la suya propia y, simplemente, resultar divertida para el jugador.
Quizá el nuevo mapa del mundo es lo que más puede tirar para atrás a los acérrimos que esperaban una secuela de La Puerta Milenaria, pero solo se trata de una excusa para dar cohesión al nuevo mundo de Mario y moverse rápidamente por el mapeado.
Si este es realmente uno de los últimos juegos de Wii U, sus usuarios pueden estar contentos porque disfrutarán de una gigantesca aventura de enorme calidad, y además guardarán un bonito recuerdo de la consola de sobremesa de Nintendo que tenía una pantalla en el mando.