[Opinión] Hablemos mal de los videojuegos
El hombre es un animal de costumbres, a menudo un simple borrego que sigue al rebaño, que rara vez se salta las normas, se sale de la línea marcada. ¿Para qué? Mejor no destacar, perfil bajo, no salirse del guión y mantener el trasero a salvo.
Así pues, querido lector, como buen animal que soy voy a hablarte hoy de los videojuegos, y voy a hacerlo negativamente, por supuesto.
Porque no me importa que cada vez más gente juegue a videojuegos y cada vez existan más dispositivos para ello. Ordenadores, consolas de sobremesa, portátiles, móviles, relojes… da lo msimo, hablemos mal de los videojuegos y proyectemos una visión de ocio para una minoría, una minoría rara, friki, y… ¡ojo! no olvides pronunciar la palabra “friki” con un deje despectivo, como si los frikis no estuvieran orgullosos de serlo y de lucirlo.
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Hablemos mal de los videojuegos, publiquemos cualquier noticia negativa, y si no existe, disfracemos alguna. Que los telenoticias den información del estreno del último God of War, Halo o Zelda como lo hacen con los estrenos de cine cada viernes no vende, mejor hablar de ese japonés hospitalizado por jugar 22 horas al WoW o esa del niño que se gastó 7000 dólares de la tarjeta de su padre en el juego de Los Simpsons. Y eso si nos sobra tiempo, que hay que dedicarle 10 minutos a la Feria de San Isidro. Toros… eso sí que es arte.
Hablemos mal de los videojuegos, criminalicémoslos. Busquemos siempre cualquier afición a videojuegos del autor del último tiroteo, con suerte habrá jugado a Call of Duty y ya tendremos a quién echarle la culpa. Ahh, ¿qué dedicaba mucho tiempo al ciclismo, le encantaba hacer puzles y daba clases de tiro con arco? Nada, eso ignóralo. Salvo que juegue a Tomb Raider, por lo del arco, no nos vale.
Hablemos mal de los videojuegos, y riámonos del que lo practique. Pintemos siempre al jugador de videojuegos como un inadaptado, un rarito que no ve la luz del sol y no tiene otra aspiración en la vida. No se nos ocurra mencionar que hay doctores, ingenieros, escritores, juristas, deportistas o políticos que tienen a los videojuegos entre sus actividades de ocio. Eso no vende, ¿acaso los veis en cine o series de televisión?
Hablemos mal de los videojuegos, refirámonos a ellos como un mal que genera una juventud aislada y despreocupada por la sociedad. Ignoremos toda interacción que genera un ocio común, las partidas online con chats de voz, las quedadas, los eventos… ignoremos lo que está provocando Pokemon GO, aunque lo juguemos nosotros, nuestra prima, nuestro padre y nuestra vecina. Es lo que dice el Papa y el Vaticano, grandes conocedores del mundo del videojuego. Digamos AMEN.
Y hablemos mal de los videojuegos mientras podamos, porque el periodista que ayer fue jugador, hoy empieza a hacerse un hueco en la redacción del periódico o en el telenoticias, y mañana tal vez llegue a redactor jefe o a gestor de contenidos. Entonces, tal vez, la costumbre de hablar mal sobre videojuegos se vaya diluyendo. ¡Dios santo, quizás en unos años lo habitual sea hablar bien sobre videojuegos!
En ese caso habrá que hablar bien sobre videojuegos, no salirnos de la línea marcada. Animal de costumbres, ya saben.