[Artículo] El staff elige su ‘Zelda’ predilecto
Nintendo no conmemorará el 30 aniversario de The Legend of Zelda con el lanzamiento de Breath of the Wild en 2016. Su retraso hasta el mes de marzo del próximo año deja sin regalo de cumpleaños a una de las franquicias más icónicas de la compañía japonesa.
En la redacción, a quienes sí nos gustan las celebraciones, hemos querido festejar los treinta añazos que cumple la serie con una recopilación de las entregas de Zelda que más nos han marcado. Tres décadas llena de aventuras inolvidables que han conquistando el corazón de jugadores en todo el mundo.
Tabla de contenidos:
Zelda: A Link Between Worlds
Por Toni Domínguez
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Mira que he jugado a casi todos los Zeldas habidos y por haber. Solo me faltan por probar los Oracles, The Minish Cap y, obviamente, los infames de Philips CDI… y aún así, mi favorito es A Link Between Worlds.
La primera vez que lo probé fue en el Salón del Manga de Barcelona de 2013, el primer evento al que asistía como prensa por parte de Nintenderos. Pensaba que no iba a ser un juego para mí, pero en cuanto moví a Link, en mi cabeza halgo hizo “click”. La conexión con el título fue insantánea. Como se movía de fluido el héroe de Hyrule… fue una explosión en mi cabeza. Probé ambas demos del juego y creo recordar que ambas las terminé. Es curioso como A Link to the Past no conectó conmigo para nada, mientras que este sí. Y se le pueden objetar bastantes cosas a A Link Between Worlds, o al menos, bajo mi criterio es así. Una dificultad poco elevada y tener que alquilar los objetos, para m fueron puntos negativos a tener muy en cuenta. Pero, aún así, la libertad que te da es espectacular y es la característica que lo define y lo diferencia de los demás de la saga.
El apartado gráfico es correcto, siendo muy fiel a A Link to the Past y la banda sonora es magnífica. Ciertos efectos visuales que se consiguieron con este juego me dejaron loco la primera vez que los vi. Si Nintendo nos vuelve a dar un juego de este tipo, yo lo compro el día de lanzamiento junto a la edición especial y le doy un beso en los morros a la dependienta si hace falta. Ojalá viésemos una evolución de esta fórmula, con una duración de unas 30 horas, más dificultad y con nuevas mecánicas… ¡Espera! La mecánica de ir por paredes convirtiéndose en un Link pintado ¿Cómo he podido olvidar comentarlo? Una genialidad…
Zelda: Ocarina of Time
Por Yerai
Dejad que os cuente la historia de un niño… Un niño que, en un caluroso verano gallego de 1998 (sí, el juego no salió en verano, ¿y qué?), vivió la aventura más mágica de su vida, acompañado por su primo mayor.
Cada día ocurría algo nuevo, algo sorprendente, algo que nos hacía maravillarnos ante lo imposible, ante cada criatura y paisaje que se alzaba ante nosotros. Aquel año, sentí la brisa del viento en mi piel, mientras cabalgábamos a lomos de nuestro fiel corcel Epona, salvé a una princesa de un reino acuático del estómago de un pez gigante, derroté a temibles esqueletos bajo la brillante luz de la luna, aprendí intrigantes melodías que luego pude tocar con mi ocarina, permitiéndome realizar tareas que parecían increíbles; también conocí a varias razas que me brindaron su ayuda, si a cambio yo también las ayudaba, claro está. ¿Y cómo podía negarme? Yo era el Héroe del Tiempo, el destino de esa tierra estaba en mis manos.
Y el verano fue pasando, sus días agotándose, y a cada paso que dábamos, sentíamos más cerca el final. Ardua tarea fue resolver el llamado Templo del Agua, pero con la ayuda de una tecnología llamada Internet pudimos solventar ese pequeño bache en nuestro camino hacia la salvación de Hyrule. Incluso ahora, echando la vista atrás, recordamos con cierto cariño y nostalgia ese Templo, el más temido y odiado por los Héroes del Tiempo. Y por aquel verano inolvidable, en el que yo aún era un crío y ayudé a mi primo a rescatar a la princesa Zelda del malvado Ganondorf, por aquellos días que nunca volverán, pero siempre estarán vivos en mí, Ocarina of Time es, para mí, el mejor Zelda habido y por haber.
Zelda: A Link to the Past
Por Alberto Martínez
Parece mentira que hace ya tanto tiempo de una saga. Sin duda, la entrega de The Legend of Zelda al que le tengo más cariño es A Link to the Past para la Game Boy Advance. Soy consciente de que es un título muy criticado, con ese extraño Link de pelo rosa, pero aún recuerdo con mucho mimo aquel día cuando, todavía inconsciente de toda la historia que hay en el mundo de los videojuegos, con apenas 10 añitos vi en aquel Carrefour ese juego, la edición que incluía en el mismo cartucho tanto A Link to the Past como Four Swords.
Al principio solo me guié por su carátula, un Link de “estilo anime” con una espada, sin conocer mucho de la saga, pero fue (y aún es) un juego que marcó mi vida como jugador. Un juego de aventura lleno de puzles y algunos enigmas que me hicieron pasar horas y horas teorizando sobre “aquella extraña estatua” que estaba escondida y estaba seguro de que escondía algo, o darme cuenta de que Mario estaba en el juego como un easter egg apareciendo su cara en los cuadros, muchos recuerdos tengo cuando veo su cartucho en la bolsita de la Game Boy.
Lo que más hace de este juego como mi entrega preferida, fue que me reencontrara con un viejo amigo y la casualidad hizo que él también tenía este mismo juego y pudiéramos conectar nuestras consolas a través del cable link, permitiéndome probar por primera vez el Four Swords. Hasta entonces, al no tener a nadie con quien jugar, ese era un juego que era una incógnita para mí. Cómo podéis ver, ese viejo cartucho guarda muchos buenos recuerdos para mí.
Zelda: Twilight Princess
Por Pantxo
A pesar de que puede no parecer sencillo a priori, debido a la inmensa cantidad de maravillosas entregas que la saga de The Legend of Zelda nos ha regalado a lo largo de estos años, he de decir que personalmente hace mucho tiempo que tengo muy claro cuál es mi juego favorito dentro de la franquicia, ese que me viene a la mente cada vez que hablo de Zelda, ese que me enamoró: Twilight Princess.
Muchos lo acusaron de ser un mero “fan service”, creado únicamente como contrapunto a The Wind Waker para satisfacer a aquellos que pedían (pedíamos) algo más “adulto”. Otros lo tacharon de no ser más que una especie de revisión del clásico de Nintendo 64 Ocarina of Time, de resultar demasiado continuista. Y yo digo… ¿Y si así fue, donde está el problema? Lo cierto es que el viaje de Link a las tinieblas nos da como resultado una de las aventuras más maduras, épicas y oscuras de toda la historia de la saga, salpicada de momentos, e incluso secuencias concretas (Link a lomos de Epona blandiendo su espada al cielo en el puente de Eldin) simplemente inolvidables. Coge la fórmula del antes mencionado OoT y la moderniza. Además, he de decir que en opinión de un servidor, este juego destacara siempre por dos cuestiones capitales: primero su diseño gráfico, el mejor indudablemente que se ha visto nunca en un juego de The Legend of Zelda (con permiso del futuro Breath of the Wild), y segundo, Midna, probablemente la mejor acompañante de cualquier entrega de la saga, que termina por convertirse en un personaje recordado, querido y con un peso importante en la mitología de la franquicia.
Solo por esto, y aun así por mucho más, estamos ante, por el momento, el Zelda definitivo, el mejor. De verdad, ya sea en su versión original (mejor en GameCube que en Wii), o su remaster HD en Wii U, cualquier nintendero que se precie, debería darle una oportunidad.
Zelda: Skyward Sword
Por Álvaro R.E.
Cuando llegó al mercado Wii y su revolucionario sistema de control, lo primero que se me vino a la mente es cómo serían Zelda y Animal Crossing en la consola. Finalmente el primero de ellos se materializó en el que, para mi, es el mejor juego de la historia. Skyward Sword fue una lección de experiencia por parte de Aonuma, Miyamoto, Koji Kondo y el equipo de desarrollo al completo. Desde la increíble banda sonora, que se permite voltear la canción “Nana de Zelda” para crear su canción principal, al complejo pero intuitivo sistema de control, es juego de la saga nos traslada al comienzo de la leyenda: la primera de las historias protagonizada por el héroe, la primera princesa y el rey demonio.
A pesar de no tener un “mundo abierto” propiamente dicho, las tres zonas en las que se divide el juego son lo suficientemente grandes, complejas, abiertas y cuidadas como para que de esa sensación de caja de arena o jardín donde jugar.
No hace falta ser un lince para ver que fue el juego por el que se creó el Wii Motion Plus, e incluso el mando de Wii. Los artilugios clásicos como las bombas o el arco sufrían cambios a nivel básico al poder ser utilizados como el usuario quería, simplemente deslizando las bombas, lanzándolas hacia arriba, o apuntando con el arco tan rápido como el usuario se moviera en la realidad, sin modificar ajustes ni usar complejas combinaciones de botones. El látigo o el telescarabajo aportaban la explosión de innovación que suponía el sensor de movimiento, abriendo un nuevo mundo de posibilidades en The Legend of Zelda.
Junto a la historia conmemorativa del 25 aniversario, que descubrió la relación semioculta entre todos los juegos de la saga, hacen un título absolutamente redondo que, si no te importa moverte y ponerte directamente en la piel de Link, disfrutarás como ninguno.
Zelda: Ocarina of Time
Por Sergio Salón
Cuando hablo de Ocarina of Time es como hablar de una parte de mi vida. Con el pad de la Nintendo 64 en mis manos, aquel 1998 marcó un antes y un después en mi relación con los videojuegos. Un niño, como yo, pero vestido de verde y protagonizando una historia que desde un principio pintaba como algo diferente, con un hada de acompañante a la que se la echaba de menos si no escuchábamos pronto su “hey”. Pero no podía imaginar todas las sensaciones que iban a invadirme poco después: todo un mundo inigualable creado con las notas exactas compenetradas al unísono para dar lugar a la mejor de las sinfonías. Si cuando vuelves a escuchar Saria´s Song tu sonrisa salta como un resorte y tu piel se eriza sin frenar, entonces, amigo, sabrás de lo que hablo.
A medida que Link crecía yo también lo estaba haciendo, mi concepción sobre los videojuegos maduró desde que las melodías de la ocarina seguían sonando, desde que montaba a Epona mientras caía el día, desde que me sentía único en cada templo que entraba cambiando de traje, haciendo que cada fase fuera algo determinante, especial, irrepetible. Creo, y esta es una opinión totalmente personal, que The Legend of Zelda: Ocarina of Time no es solamente el mejor título de la saga, sino que es el mejor juego que he podido probar desde que llevo en esto, y no son pocos años. Y es que, os habréis dado cuenta que no hablo de duración, no hablo de virguerías técnicas, no hablo de virtudes jugables… (aspectos en los que el juego de Nintendo también andaba sobrado). Hablo de sensaciones, de sentimientos, de la historia que se nos clava en la memoria incluso muchos años después de acabar un juego.
Pasan las generaciones, se suceden las mejoras gráficas, las alternativas online, los doblajes… pero todavía no he encontrado una historia ni una banda sonora que marque mi vida como lo hicieron Link y su ocarina. Por eso, irremediablemente, cada vez que me preguntan por mi top de videojuegos, yo siempre contesto: Tócala otra vez, Link.
Zelda: The Wind Waker
Por Alberto Sicilia
Sé que va a sonar a cliché nintendero, pero mi Zelda favorito de todos los tiempos es, y será, The Legend of Zelda: The Wind Waker.
No siempre fui un ávido consumidor de productos Nintendo y de hecho me perdí un par de generaciones, como la de GameCube, así que cuando probé este título gracias a la retrocompatibilidad de Wii… Flipé. No había visto ningún tráiler y desconocía aquel CGI que mostraron bajo el título de The Wind Waker, mucho antes de enseñar el juego que todos conocemos. ¡Lo único que sabía era que podías ir en barco, y porque salía en la portada de la caja!
En cuanto me puse a jugar, ya no podía soltar el mando. No sabría decir que me gustó más de los primeros minutos: el estilo artístico o la música. Y si a la mezcla añadías unos personajes carismáticos, momentos hilarantes, drama, acción y todo un mar para explorar… El cóctel es pura magia. Cuanto más pienso en cómo el nuevo Zelda: Breath of the Wild bebe de The Wind Waker, más sentido tiene. Es verdad que el clásico esquema de la saga se repite en muchos puntos: Ganondorf amenaza la paz en el mundo, debes ir de mazmorra en mazmorra para conseguir el objeto que te hace falta…
Sin embargo, al menos para mí, supuso romper con lo que ya conocíamos al darnos un motivo diferente para empuñar una espada, teniendo una libertad nunca antes vista para explorar el largo y ancho mar pudiendo pasar de la historia, desembarcando en un islote para descubrir sus secretos o infiltrándote en un submarino enemigo. También teníamos una modesta cantidad de objetos y armas que recoger del suelo o de otros enemigos para usarlas en combate o como parte del rompecabezas, y los nuevos objetos mágicos, como la hoja deku, fueron un soplo de aire fresco. Perdón por eso.
Quien sabe, quizás Nintendo consiga que modifique mi ranking personal con el nuevo Breath of the Wild, que esperemos que no se vuelva a retrasar, pero The Wind Waker seguirá siendo mi Zelda favorito. Así que, mientras esperamos, yo seguiré navegando. ¿Alguien se apunta?
Zelda: The Minish Cap
Por Israel Mallén
Sí, sé lo que estáis pensando. Ocarina of Time, Majora’s Mask, Wind Waker… Hay una larga lista de juegos infinitamente más populares que la edición para Game Boy Advance. Sin embargo, este es el Zelda que más me ha marcado. Una aventura de proporciones épicas en la palma de mi mano, sin mayor complicación que soplar el cartucho de vez en cuando.
Visualmente precioso, la aventura en miniatura de Link sacó el máximo partido al hardware. Crecí ansiando el retorno a casa tarde tras tarde para coger mi GBA SP, entusiasmado con cada paso que me acercara a salvar a Zelda. La escasa autoridad que otorgaban mis 8 años impedía que me adueñara de la única televisión que había en casa por aquel entonces, por lo que el carácter portátil de este Zelda permitió que le echara incontables horas en comparación con otros juegos. Sin embargo, es la historia lo que me cautivó. Su magia y fantasía, llanas por su condición de portable, calaron en mi memoria como jugador. La variedad de escenarios hacía que visitar Hyrule fuera algo más especial incluso que en otros títulos de la saga, sin olvidar la posibilidad de convertirnos en Minish y explorar todos los rincones de cada bosque, templo o montaña.
Sencillo, que no simple, concentró la esencia de los Zelda en una aventura más accesible que las grandes obras de la franquicia. Ideal para aquel inocente colegial que portaba la Espada Maestra por primera vez, ya fuera en su cuarto o en el recreo tirando de un sigilo más propio de los Metal Gear. Quizás no tenga las horas, la profundidad y la espectacularidad de otros Zelda más grandes, pero sin duda se coronó como uno de los imprescindibles para la generación de la Game Boy Advance. Arte en miniatura, o más bien en Minish.
Zelda: Link’s Awakening
Por Juan Martín
Dicen que la nostalgia es mala consejera. Que altera nuestros recuerdos y transmuta la realidad. Sin embargo, veinte años después de mi primera partida, Link’s Awakening me sigue enamorando.
Aprovechando el quinto aniversario de la eShop de Nintendo 3DS, no pude resistir la tentación de recordar viejos tiempos por apenas tres míseros euros. Tener entre manos uno de los juegos que más marcaron mi infancia. Una aventura épica en la que Link acababa a la deriva en una isla recóndita rescatado por Marin, una bella lugareña ansiosa por abandonar su hogar junto a nosotros, a quien se nos encomienda despertar el Huevo del Pez Viento con los ocho instrumentos de las Sirenas de la Isla Koholint. Una historia atípica alejada de Ganondorf, Zelda y el mundo de Hyrule.
A día de hoy aún me sigue sorprendiendo todo lo que dio de sí el cartucho de Game Boy. Si bien es cierto que lo recordaba más complicado (fruto de mi desconocimiento del inglés por aquel momento), Link’s Awakening tiene de todo: un extenso mapa por recorrer, un gran número de mazmorras, misiones secundarias, objetos inéditos, guiños constantes a la serie Super Mario y una banda sonora sublime. La historia, que ofrece demasiadas pistas y pierde parte del factor sorpresa, tiene escenas memorables como la de Link y Marin, sentados juntos a la orilla del mar, mientras ella le declara su amor. Nada que envidiarle a otros grandes momentos de la franquicia como la despedida de Saria en Ocarina of Time. ¡Y todo en un cartucho de 8MB!
Por experiencia propia, Link’s Awakening es uno de los grandes desconocidos de la serie. Un título que resume perfectamente lo que es Zelda y su esencia, pero que por motivos que desconozco no ha recibido la oportunidad de muchos jugadores. Y creedme, se la merece, y mucho.
Zelda: Ocarina of Time 3D
Por Psyko83
Mi Zelda favorito sin duda es el Ocarina of Time 3D. Lo cierto es que a pesar de ser una saga que me encanta, reconozco que me aficioné tarde y no jugué en su día al original, por lo que este remake se convirtió para mí en un imprescindible y una oportunidad que no podía dejar escapar. Aventuras fantásticas, épicas batallas, grandes descubrimientos, momentos de auténtica epopeya… La leyenda de Zelda encierra esto y mucho más. Y para que todos lo descubramos Nintendo nos ofreció el mejor exponente de la franquicia remasterizado con efecto 3D, pero el mismo aroma legendario de siempre. Link viaja en el tiempo, y no se le notan para nada los años, en un remake digno de fans pero también de nuevos aventureros dispuestos a descubrir el poder de la Trifuerza, como un servidor.
Cuando pienso en la palabra aventura siempre me viene a la mente la saga de Zelda, para mí la mejor en su género. El encuentro con el árbol Deku, el momento en que conocí la inmensidad de Hyrule, la primera vez que toqué la ocarina, la sensación única que provocaba ver a la princesa Zelda, el descubrimiento de la tribu Goron, el reencuentro con el malvado Ganondorf, la comprobación del poder de la Trifuerza, el paso de la niñez a la edad adulta… son tantos y tan buenos recuerdos que me hacen imposible hasta la fecha pensar en otro para ocupar el primer lugar de mi lista de Zelda favoritos.
El título original se convirtió en gran referente para los títulos de acción y aventura que vendrían durante los próximos años y la renovación gráfica y el efecto 3D de esta versión para 3DS le han sentado de maravilla. Una aventura que nadie debería perderse.
The Legend of Zelda
Por Xavier Solé
Escoger el mejor Zelda es algo que no puedo hacer. Tengo razones que me impiden determinar cuál es el mejor tales como la nostalgia —jugaba a ser el Link niño de Ocarina of Time y Majora’s Mask en el patio del cole; Wind Waker me recuerda a Gamecube, mi consola favorita; Minish Cap me entretuvo para que, en las infinitas horas en el coche, no taladrara a mis padres con las preguntita “¿falta mucho?”— o la argumentación sensata —A Link to the Past es el gran juego de aventuras en 2D de todos los tiempos; OoT es el producto de la industria de los videojuegos más laureado; MM, el Zelda más completo desde el punto de vista de géneros que cohabitan; WW, genial con su mundo (semi) abierto y el diseño más útil y potente que conozco en los videojuegos (que solo superaría Cuphead)—.
Sin embargo, no voy a argumentar a favor de ningún juego mencionado anteriormente. Lo haré del que explota con más maestría el gran género de los Zelda, que es el del rompecabezas o puzle. Pero lo haré divertido, jugando a las adivinanzas con el lector, como si fuera un pequeño puzle en un Zelda. El título que defiendo entre los otros redactores de Nintenderos contiene un mundo 2D en el que, más o menos, podemos llegar a todos lados desde el principio. Pero no está concebido para que haya una exploración inmersiva como plantean para el próximo Breath of the Wild. El mundo de este juego a adivinar ya lo conocemos, es el mismo que el de algún otro The Legend of Zelda anterior. La idea es resolver una trama intrascendental entre el bien y el mal a partir de ir completando el puzle completo. Todas las piezas del puzle son los objetos y una gran habilidad que adquiere Link, inédita, útil, que encaja como ninguna otra en las paredes del mundo 2D clásico. Tenemos las piezas desordenadas y las ponemos, con el placer de acertar, en el huequito en el que encajan.