[Artículo] Concentrar los recursos en el mercado portátil, ¿una alternativa para Nintendo?
Wii U ha sido un fracaso en ventas, solo por encima de Virtual Boy, y la actitud de Nintendo con su plataforma de sobremesa ha dejado mucho que desear. Como ese alumno problemático al que intentas reconducir, pero que a mitad de camino decides desistir porque tus esfuerzos han sido en vano. Un símil que nos viene de perlas para describir la relación de la empresa japonesa con su consola durante estos cinco años. Un quiero y no puedo donde han pesado más las malas que las buenas decisiones.
Su precio desorbitado de lanzamiento, un catálogo al que le ha costado arrancar sin apenas presencia third-party, o el nefasto marketing son algunos de los factores que han convertido a Wii U es un lastre económico para Nintendo. Y parece que la historia continúa: la próxima entrega de la franquicia Zelda confirma su llegada a NX y se retrasa hasta marzo de 2017, quebrantando las esperanzas de recibirlo este mismo año. Un movimiento que ha desatado la ira de gran parte de los poseedores de la plataforma, que se las prometían muy felices hasta conocer la inesperada noticia. Otra patada en la entrepierna que recuerda a Twilight Princess y sus constantes retrasos para lanzarlo en Wii.
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Por un motivo u otro, la realidad es que Nintendo lleva nadando entre aguas revueltas desde Nintendo 64 (con la excepción de Wii). Sus sobremesas han sido una fuente inagotable de grandes obras, pero el ritmo y número de ventas han sido todo lo contrario: un desastre. A la pescadilla apenas le queda cola por morderse y Nintendo sigue sin aprender de sus errores: escaso apoyo de terceras compañías, falta de potencia, bajas ventas… por hache o por be, siempre hay un bache en el camino que les impide avanzar con paso firme. Si su ruta en el camino de las consolas mayores es una cuesta empinada llena de adversidades; en sus hermanas menores es un camino de rosas del que siempre salen airosos.
Nintendo se mueve como pez en el agua en el ámbito portátil. Cada sistema, tarde o temprano, termina imponiéndose con autoridad con un catálogo y unas cifras de ventas sólidas. Desde aquella robusta Game Boy hasta la actual Nintendo 3DS es la típica historia de final feliz. Y no por falta de competencia, que siempre ha estado ahí: ni siquiera la temible PlayStation Portable y sus sucesoras han conseguido despertarla de ese sueño ideal, convirtiéndose en una pesadilla para el resto. Para Nintendo sus portátiles son su niña bonita, su ojito derecho al que cuidan y miman, y al que no quieren que le falte nada. Da igual el problema, siempre hay una solución para todo. Es otra actitud.
Nintendo, después del bache de Wii U, no puede permitirse repetir otro fracaso y estar al borde del abismo (como ya sucedió con Nintendo 64 y GameCube). Jugar en el filo de la navaja ya no es tan seguro, y aunque las espaldas están cubiertas, continuar en el terreno de sobremesa está dando más dolores de cabeza que alegrías a la compañía. Es hora de replantearse si quizás el movimiento más inteligente es centrarse en exclusiva en el formato portátil. Liberarse de ese peso para navegar con maestría en ese mar que tan bien conoce y domina.
El cambio, evidentemente, es más fácil de escribir que de poner en marcha. El primer damnificado sería el jugador, quien sabe que independientemente del número de consolas puestas en cada hogar (que le afecta, pero no es prioritario), siempre tiene en ellas su pequeño harén de títulos indiscutibles. Sería como perder un riñón y vivir con uno solo; fisiológicamente posible pero con ciertas limitaciones. Un duro palo que podría conllevar la pérdida de algunas franquicias inéditas en sobremesa, que por otro lado, ha quedado demostrado ser capaz de adaptarse a las portátiles, como el caso mas reciente de Super Smash Bros. for 3DS. Por méritos propios, tanto la marca Game Boy como Nintendo DS, han hecho méritos de sobra para creer en esta pequeña utopía creada en mi cabeza.
Puede ser la hora de no hacer oídos sordos al refrán de “quien mucho abarca, poco aprieta”. La colosal fuente de ingresos procedente de Wii y Nintendo DS ha dado un respiro a la empresa nipona. Nada es para siempre; y las arcas, aún con un buen colchón, quizás no estén preparadas para otro fiasco mayúsculo en los números de Nintendo. Pensándolo bien, si focalizan sus recursos en los sistemas portátiles las cuentas serían más simples de cuadrar: los estudios internos de la compañía serían capaces de duplicar (por decir una cifra) el número de lanzamientos al año, invirtiendo parte en captar el apoyo de terceras compañías (algo de lo que no adolece, en exceso, las portátiles propiedad de Nintendo) y en una publicidad agresiva, pilar básico en cualquier producto que se precie si quiere que triunfe.
Sin embargo, no se puede menospreciar al mercado móvil. Un hueso duro de roer totalmente en auge, del que Nintendo quiere su parte de pastel, que aún tiene que evolucionar para dejar de ser una alternativa a los sistemas portátiles. Los dispositivos móviles atraen a un tipo de consumidor, que por regla general, se aleja del perfil tipo de consolas. Un factor, que por suerte, sigue permitiendo una convivencia apacible entre quien estaba aquí y el recién llegado.
Todo esto puede sonar disparatado, pero Nintendo se puede estar adelantando a lo escrito en estos párrafos según apuntan algunos rumores. Un híbrido entre sobremesa y portátil podría suponer todo lo descrito arriba, además de otros beneficios que se alejan de mis conocimientos. Unificar en un mismo sistema todo su trabajo, esfuerzo y dedicación; creando una plataforma que se adapte al gusto de cada jugador sin dejar atrás lo mejor de cada una. Si hay que arriesgar, que sea sacrificando lo menos posible.