[Opinión] Please, understand…
El genio de los videojuegos Shigeru Miyamoto acuñó hace algún tiempo la célebre frase, una de tantas: «Un juego retrasado probablemente sea bueno, un mal juego será malo para siempre«. A priori, una afirmación cierta, sensata y llena de sentido, ahora bien… ¿es esta una norma inquebrantable siempre? ¿Un retraso garantiza siempre un buen producto? Y, lo más importante y espinoso: ¿se ha escudado la compañía de nuestros amores en las palabras del gran Miya como excusa en alguna ocasión?
No conviene tampoco echarse las manos a la cabeza. Los retrasos en los lanzamientos se encuentran a la orden del día, en todas las compañías de videojuegos. Sin embargo, es de justicia decir que parece que de un tiempo a esta parte, Nintendo ha encontrado serios problemas para cumplir los plazos, especialmente en Wii U (Pikmin 3, Lego City Undercover o Donkey Kong Tropical Freeze son sólo algunos de los que me vienen a la memoria), y ahí nos nos damos de bruces con la duda de si se trata de un verdadero afán de mejora en sus proyectos o de un problema de comunicación y precipitación en los anuncios de la compañía.
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Los recelos más sonados comenzaron hace 10 años, con el tan de actualidad Twilight Princess, y su polémico lanzamiento simultáneo en Wii y Game Cube, plataforma para la cual fue ideado. En este caso, las declaraciones de Nintendo fueron vagas, hasta que en última instancia reconocieron que el juego se atrasaba para hacerlo coincidir con el estreno de la nueva consola, extremo que habían negado en el pasado. Es imposible no sospechar que la situación puede repetirse en vista de los últimos rumores que circulan, cada vez con más fuerza, acerca de Zelda U y la hipotética llegada de NX este año. Tal vez finalmente no tenga nada que ver y esto se quede solamente en rumorología, pero insisto, a día de hoy, no es disparatado albergar ciertas sospechas.
Con la intención de mejorarlos o no, la dolorosa verdad es que una gran parte de los títulos importantes de Wii U desde 2012 se han visto aplazados, sobre todo al principio del ciclo de la consola. Es difícil creer que siempre hubiera un deseo de mejora, y no un problema de calendario.
Cuidado, no defiendo la postura contraria que sería cumplir plazos tajantemente a cualquier precio. Eso puede ser tan o más perjudicial, como el extraño caso de Mario Tennis: Ultra Smash, un título anunciado por sorpresa, con relativa poca anticipación (se presentó en junio y se lanzó en noviembre) y que a pesar de ser muy notable en su jugabilidad, crítica y público han mostrado su disconformidad con la escasez de contenidos que sufre. Sí, ya sé que estaréis pensado: ¿si retrasan un juego, mal y si no lo retrasan también mal? No, no se trata de eso, si no de intentar buscar un término medio entre un proyecto trabajado y una fecha realista.
El último caso con el que nos encontramos es con el de Star Fox Zero. Anunciado ya en 2014, las sucesivas muestras de progreso del juego, crearon un amplio descontento entre los usuarios, y con el empeño de mejorar tanto su aspecto gráfico como el modo de control, el título se retrasó desde el 20 de noviembre inicialmente previsto (el mismo día que la llegada de Mario Tennis: Ultra Smash) hasta el próximo 22 de abril, medio año de dilación. Felizmente, este ha sido recientemente confirmado, en el Nintendo Direct del pasado 3 de marzo y parece que no habrá más problemas para que dentro de aproximadamente mes y medio llegue a las tiendas. No obstante, creo que hubiera sido más inteligente no haber dado una fecha ni siquiera aproximada hasta no contar con un producto que cumpliera con los mínimos requeridos, en lugar de verse en la obligación de tener que disculparse una y otra vez ante los fans.
En definitiva, uno puede pensar que Nintendo no es sospechosa de albergar segundas intenciones (al menos casi nunca) en la gestión de su calendario, pero desde luego resulta chocante ver como una empresa de la enjundia de la gran N tiene a estas alturas semejantes problemas de comunicación, más que de planificación. En su entusiasmo y buen hacer, en ocasiones pecan en mostrarnos proyectos a demasiado largo plazo, y sin que ni siquiera ellos mismos tengan muy clara una fecha meramente orientativa de lanzamiento. Tal vez sería de agradecer que intentaran ser un poco más cautos, aunque solo fuera para evitar sin sabores al usuario. A su vez ellos se sentirían menos presionados a intentar cumplir un plazo auto impuesto y en ocasiones demasiado optimista, con lo cual, todos saldríamos ganando sin tener que escuchar tantas veces el repetido «Please, understand«.
Pero eh, en honor a la verdad, este «exceso de ansia» es de lo poco que se puede reprochar a la compañía de Kyoto, así que… ¿cómo no se lo vamos a perdonar?