[Retroanálisis] ‘The Legend of Zelda’
Allá por la década de los 80, el genio creativo Shigeru Miyamoto ideaba un nuevo título. Quería recrear un jardín en miniatura en el que los jugadores pudieran hacer lo que quisieran, como si fuera un cajón de juegos; donde el protagonista fuera uno con el jugador, y que este se sintiera identificado con el personaje que controlaba. Un juego en el que tuvieras que guiarte resolviendo acertijos y secretos repartidos por aquí y por allá, con gran libertad de movimiento. Un juego que marcaría el inicio de una gran saga. Lo logró, este juego tiene nombre: “The Legend of Zelda“.
The Legend of Zelda es una aventura de rol y acción en tiempo real mítica, lanzada durante 1986 para la primera consola de sobremesa de Nintendo, la NES. Siendo la primera entrega de la saga, marcó las bases que esta seguiría en sus futuros juegos (a excepción de la secuela) y que la han convertido en una franquicia de gran reconocimiento en el mundo de los videojuegos. Fijó los personajes principales que aparecerían como protagonistas en cada una de las posteriores entregas: el valeroso héroe Link, la sabia princesa Zelda, y el poderoso villano Ganon; y creó el concepto de que cada jefazo tuviera su propia mecánica totalmente diferente, sin duda una cualidad que caracteriza a la serie.
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La trama es algo probre, y la narrativa, escasa, apenas una pequeña introducción que nos sirve para ponernos en situación justo antes de comenzar nuestro arriesgado periplo – en realidad, nos sentiremos en soledad por la falta de NPCs, contando con tan solo un par de ellos. – La princesa Zelda ha sido raptada por el malvado Ganon, y tú, Link, debes recuperar los 8 fragmentos de una poderosa fuerza para poder derrotarlo y devolver la paz al reino de Hyrule. Para afrontar esta aventura, según avancemos en el juego podremos conseguir objetos verdaderamente útiles y nuevas armas que nos ayuden en nuestros enfrentamientos con los diversos enemigos que nos saldrán al paso. Hay bastante variedad, contaremos con un bumerán que paralizará a los enemigos momentáneamente, o unas bombas, por poner un par de ejemplos. Para lograr reunir los 8 fragmentos perdidos que necesitamos tendremos que adrentranos en oscuras mazmorras plagadas de enemigos, con un diseño que nos obligará a explorarlas en busca de llaves con las que abrir puertas, encontrar pasadizos secretos e incluso pistas para seguir avanzando. Pero no todo será coser y cantar, al final de cada calabozo nos aguarda un poderoso enemigo que nos impedirá el paso al tan ansiado fragmento. Para derrotarlo debemos hacer buen uso de nuestro inventario y encontrar la forma de vencerlo, ya que cada jefe contará con su propia mecánica, haciendo muy interesante el desarrollo de la aventura. No debemos descuidar en ningún momento nuestra salud, representada por corazones rojos que irán perdiendo el color a medida que nos debilitemos. Un aspecto importante es la búsqueda de contenedores de corazón, que nos proporcionarán más vida y aumentarán la duración del juego. Y todo en una muy adecuada vista cenital.
Miyamoto, el creador de este clásico atemporal, quería que pudiéramos explorar nuestro entorno libremente, sin un orden estricto que seguir para avanzar; por lo tanto, no tendremos nada que nos guíe, sino pequeñas (y escasas) pistas repartidas que nos ayudarán a continuar la aventura. De hecho, esto puede resultar muy confuso para los jugadores actuales, ya que el mapa tiene una extensión considerable y no tenemos un mapa, valga la redundancia, en el que fijar nuestro próximo objetivo. Esto supone un problema en la dificultad, ya que podemos acceder a niveles para los que aun no estemos capacitados. El mundo de juego está compuesto por pantallas o estancias, habiendo un total de 128, sin contar las que conforman las mazmorras.
Encontraremos diversidad de localizaciones, como zonas montañosas y otras más boscosas, e incluso un cementerio. Habrá tiendas dispuestas en pequeñas cuevas que nos servirán para reabastecer nuestra munición de bombas y flechas, o comprar nuevos objetos, como un escudo mejor. Algunos comercios estarán ocultos en las paredes y tendremos que encontrarlos a base de poner bombas. Para esto gastaremos rupias, la moneda del juego, la cual obtendrmeos simplemente eliminando a los monstruos. Más fácil, imposible.
Durante todo el viaje nos acompañará una música principal sublime, que hará las delicias de los nostálgicos. Esta música cambia radicalmente al entrar en una de las mazmorras; sin embargo, las melodías que escucharemos son verdaderamente escasas, pero de innegable calidad, y muy acordes con el juego.
Visualmente no es un título de gran envergadura, todas los calabozos comparten el mismo diseño gráfico, pudiendo observar más variedad en el exterior. Aun así, todo el juego luce un aspecto mágico y fantasioso.
Para el jugador medio, la duración no es baja, pero tampoco excesivamente elevada, pudiendo aumentar simplemente por el componente de exploración. Pero si esto no es suficiente, los jugadores mas avezados podrán disfutar de una segunda partida que podremos inciar tras haber completado la aventura original. Esta segunda vuelta cambiará ciertos elementos del juego, como el lugar donde se encuentran las tiendas, las mazmorras y los contenedores de corazón coleccionables, y por supuesto, aumentando la dificultad. Puede suponer un buen reto adicional. Hay un pequeño secreto que desbloqueará este modo sin necesidad de haber terminado el juego, pero eso es algo que tendréis que descubrir por vosotros mismos.
Conclusión
The Legend of Zelda es un título indispensable en el catálogo de un buen nintendero, y más aun en el de un zeldero. Una obra de calidad con algunos fallos menores. Un título que marcó una generación entera y que a día de hoy sigue siendo muy recomendable, quizás no tanto para novatos.