[Artículo] 30 años de plataformas ‘bigotudos’
El próximo 13 de septiembre de este mismo año se cumplirán 30 años de vida de nuestro fontanero/carpintero/salva-princesas favorito. Nuestro Mario, el de la famosa frase «It’s a me, Mario!» se nos hace algo más mayor.
Y nosotros con él.
Dejad que os cuente cómo le conocí y como ha sido mi vida como «gamer» desde que el bigotudo irrumpió en ella hace ya más de 20 años.
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Una calurosa tarde de verano en casa de mis tíos vi un armatoste que llamó mi atención. Posteriormente me dijeron que su nombre era NES, y era una consola. En ella metías distintos cartuchos y podías jugar a diversos juegos. La magia comenzó cuando uno de esos famosos cartuchos llamado Super Mario Bros se introdujo en aquello llamado NES y todo cambió. Aquel monigote pequeñito al que yo hacía correr y saltar me cautivó. Aún más la simpleza de aquel juego, en el que enseguida intuías que el champiñón era algo bueno y que hacerse más grande significaba que ya no morías a la primera.
Además, enseguida descubrí también que aquellas pequeños bichitos, que luego descubrí que se llamaban Goomba, podían ser eliminados simplemente saltándoles encima. Sin embargo, las tortugas dejaban detrás un caparazón que podía usar a mi favor, aunque con sumo cuidado por si rebotaba y me alcanzaba.
Y así, de una forma tan sencilla, descubrí a Mario. Y a Luigi, aunque por aquel entonces se llamaba Mario Verde y no era más que una copia del código de Mario cambiándole los colores al verde y al blanco.
Los años pasaron y, el día de mi comunión recibí mi primera consola. Cómo no, era una Super Nintendo (SNES para los puristas). Ya no tendría que ir de visita a casa de mis tíos para jugar a la consola, la tenía en mi propia casa. Y claro, como ya supondréis, Mario volvió a meterse en mi vida, gracias a un cartucho llamado Super Mario All Stars, incluido con la consola, en el que, a falta de uno, había hasta cuatro juegos de Mario, a saber: Super Mario Bros, The Lost Levels, Super Mario Bros 2 y Super Mario Bros 3.
A pesar de haberme terminado el original en casa de mis tíos, no pude dejar de volver a jugar y recordar con cariño aquellos primeros momentos. Luego, The Lost Levels me puso las cosas más difíciles y supuso un reto sólo a la altura de los mejores. Pero mi yo de aquella época no estaba dispuesto a rendirse, y consiguió terminarlo no sin ciertos sudores.
Super Mario Bros 2, la oveja negra de la familia al no ser considerado «per se» un juego de Mario también me encantó. El reino de Sarasaland no se parecía en nada a lo que había visto hasta ahora en los juegos del fontanero, pero no por ello me decepcionó. Wart no resultaba tan amenazante como Bowser, y su aprensión a los vegetales pudo con él, nunca nadie le dijo que había que comer sano. Pese a todo, aún conservo muy gratos recuerdos de este curioso juego de Mario.
Super Mario Bros 3 lo cambió todo para mí. Ya he perdido la cuenta de cuántas veces me he terminado este juego durante mis años de vida. Posiblemente volvería a jugarlo hoy día y sé que me volvería a enganchar. Considerado uno de los juegos más duros de Mario, su sistema de juego con mapeado incluido, sus fases de bonus, el descubrimiento de los hijos de Bowser y una jugabilidad intensísima hicieron de él todo un hito.
Luego llegó Super Mario Word, que supuso el culmen de los juegos de plataformas, un juego que aún hoy es constantemente imitado sin demasiado éxito y que prácticamente reinventó un género. Sus miles de secretos escondidos, la adición de casas fantasma, sus nuevos ítems y, sobretodo, Yoshi, hicieron de él otro juego inolvidable para los seguidores del fontanero y otro hito imbatible en la historia del videojuego.
Y, como se suele decir, el resto es historia. Crecí nintendero gracias en gran medida a Mario (aunque Link también tiene algo que decir al respecto) y hoy en día si sigo siéndolo es porque sus juegos nunca me defraudan, siempre aportan esa inocente diversión que ya parece perdida en pos de juegos fotorrealistas y sangrientos.
Mario hizo que recuperara mi fe en los videojuegos cuando ésta parecía ya perdida gracias al inolvidable Super Mario Galaxy, que me hizo volver a sonreír como un niño y emocionarme nuevamente con un juego. Su fantástica secuela no hizo más que confirmar que, efectivamente, Nintendo seguía siendo el rey de los plataformas y Mario siempre ha sido su profeta.
¡Por otros 30 años más, Mario, espero seguir acompañándote en tus aventuras y que me sigas sorprendiendo e ilusionando como el primer día!