[Análisis] ‘Badland: Game of the Year Edition’ (eShop Wii U)
Tras un leve retraso respecto a las demás plataformas domésticas, Badland llega a Wii U decidido a embelesar a toda aquella cancha de jugadores que no lo hubieran probado antes y a volver a enganchar a los que si lo disfrutaron con anterioridad, poniendo en el asador una carne que ya a simple vista consigue atraer nuestra atención, mostrándose muy sugerente, jugosa y apetecible, cuyo aroma consigue captar irremediablemente nuestras ganas de catarla.
Si ya en el 2013 consiguió triunfar en su versión para dispositivos móviles y tabletas, cosechando un gran abanico de premios, reconocimientos y menciones especiales en cuanto a desarrollo en el panorama del videojuego indie, no será menos ahora, sobre todo gracias a una estupenda versión Game of the Year Edition y una genial conversión a la consola de sobremesa de Nintendo, que seguirá hechizando a los valientes que se atrevan en adentrarse en el sinuoso universo de Badland.
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The beast and the beauty land
Nada más empezar el juego, su apartado gráfico consigue cautivarnos sobremanera. Es prácticamente inmediato. Su diseño tiene un toque especial que rezuma un halo de misticismo y cuento de hadas, como si en parte estuviera inspirado en el bosque de la Princesa Mononoke y en otro, se basara en un sueño onírico de un mundo salvaje pero industrializado, o de un mundo industrializado que se ha convertido en salvaje.
Los diferentes elementos que pueblan el universo de Badland han sido diseñados con sumo cuidado y toneladas de buen hacer. El artista gráfico demuestra una innata sensibilidad que fácilmente consigue transmitir al jugador, o al espectador que se encuentre observando cómo transcurre la partida, para sentirse de lleno en una naturaleza tan bella como letal, algo que se descubre apenas dando los primeros pasos ya en el primer nivel.
Y es que su renovado aspecto a los gráficos HD le ha venido estupendamente. Todo se ve genial. Los fondos lucen y resaltan de una forma preciosa y encantadora; las pequeñas partículas de luz que flotan en el aire imbuyen de magia los niveles y todos los componentes del cuerpo principal del escenario están muy bien adornados con los suficientes detalles para convencer a primera vista. En su conjunto global, la ambientación, como dirían en cocina, tiene un perfecto emplatado. El chef principal parece haber creado un menú bastante singular y que cumple con su principal función: entrar por la vista. Pero, ¿estará su sabor a la altura de las circunstancias?
Volando voy y si por el camino me empano… me dan candela
El protagonista de Badland es una criatura voladora la mar de curiosa, de aspecto similar a un murciélago, por sus alas, y de apariencia rechoncha pero sumamente achuchable. En nuestra primera toma de contacto ya nos percatamos de una cierta fragilidad en sus movimientos, como si de una mariposa se tratase, sumando un peso extra que provoca una mayor fuerza gravitacional sobre su cuerpo. Este detalle, que podría pasar desapercibido en otro tipo de juego, tendrá una repercusión absoluta en la jugabilidad puesto que debemos guiar, por el aire, a nuestra pomposa criatura a través de multitud y desafiantes obstáculos.
El control es sencillo, directo y muy intuitivo, lo que permite introducirnos en su mecánica desde el primer momento sin apenas complicación alguna. Solo es necesario un botón para ir dándole impulso en el vuelo y el control direccional si deseamos guiarlo en alguna dirección en particular, aunque eso más bien está limitado en cierta manera por la propia inercia que el personaje pueda llevar. Por otro lado, también es posible usar la opción táctil del gamepad, ya sea en modo off-TV o mientras vemos el juego en nuestro televisor, gracias a que se puede hacer tap en cualquier parte de la pantalla para que se mueva; de lo contrario, aunque optemos por esta segunda vía, será necesario seguir utilizando el stick analógico o el D-Pad.
La genialidad en el diseño y concepción de los niveles del juego nos obligará a estar atentos y agudizar nuestra vista para fijarnos en cualquier cosa que veamos, llegando a desconfiar hasta de una inofensiva rama de árbol que sin saberlo chocamos torpemente con ella y, fíjate tú, resulta que tenía, parcialmente oculta en la oscuridad, una mina explosiva. Pero no todas las trampas se encuentran encubiertas, claro, la gran mayoría de objetos enemigos están más que a simple vista y, por desgracia para nuestra paciencia, y como algo muy positivo para la diversidad, nos toparemos con decenas de cosas creadas para destripar criaturas indefensas, como por ejemplo sierras mecánicas, engranajes, pinchos por doquier, lluvia de rocas, aspas de ventilador, una especia de ametralladoras con puntería de Legolas que tiran unas mini bombas con ventosa o las molestas semillas de bardana que provocan el fallecimiento al instante.
Aparte, nos encontraremos con otro tipo de elementos más interactivos, como tuberías que se han de demoler a golpes, tubos que expulsan aire a presión, plataformas de balanza, botones que activan puertas o incluso una especie de conductos que nos teletransportan a otro como si del concepto Portal se tratase. Todo ello puede utilizarse para un bien común o de lo contrario, podría significar nuestro final.
Clon, clon… ¿quién es? Soy tú
Si algo podemos destacar en la jugabilidad de Badland son, sin duda, los items que activan habilidades o comportamientos específicos a nuestro personaje. Por ejemplo, le modificarán el tamaño, agrandando su cuerpo o haciéndolo más diminuto; pueden infundirle más velocidad de crucero o provocar que tenga un desplazamiento más ralentizado; pueden estimularlo de tal forma que, independientemente de su envergadura, su masa corporal pese como si fuera granito concentrado o se palpe cual pluma ligera al viento; provocar que tenga un efecto de embriaguez muy notable, a lo que irá chocándose por doquier y rebotando como una pelota de playa o mantenerlo con un vuelo súper controlable, algo que se desearía tener siempre o hasta hacer que se convierta en una masa pegajosa que se engancha en cualquier superficie con tan solo rozarla.
Además, estas habilidades se pueden combinar según se van recogiendo los correspondientes activadores en el escenario, así que difícilmente jugaremos dos niveles de la misma forma. A esto, hay que mencionar un ítem especial que consigue dar un toque de locura muy deleitable a la ya de por si orgía esquizofrénica y delirante: el creador de clones.
Sí, este ítem es capaz de clonar a nuestro aspirante de Barón Rojo y si ya nos las veíamos negras para controlar uno, ahí van dos, tres, cuatro y tantos como vayamos creando según recojamos al clonador simple, que hace una copia, o al clonador múltiple, que fabrica diez duplicados al instante, todo un goce visual así como un sufrimiento jugable; y es que todos responderán a la misma orden que demos, así que será muy importante estar ojo avizor y llevarlos lo más juntos posible porque al mínimo choque con cualquier elemento del escenario, hace que alguno se retrase o se quede más arriba o abajo, lo cual llegados, por ejemplo, a una sierra de dientes de tiburón, la situación acaba provocando un descontrol que puede causar una muerte colectiva que ni los lemmings en sus mejores niveles.
Por si fuera poco, ¿qué tal unas veinte criaturas de tamaño nivel coloso y a velocidad Match 3? ¿Y 40 diminutas algo desorientadas y rebotando como un balón de rugby? Lo mejor de todo es que dentro de esa locura, continuamente consigue sacarnos una sonrisa desconcertante, más de: “Vale, ¿qué ha pasado aquí?”, mientras decenas de clones desaparecen pasto de objetos crueles arrasa todo.
Paradójicamente, en situaciones de peligrosidad extrema, tener un elevado grupo de clones nos puede asegurar el nivel ya que mientras al menos consigamos salvar uno, es suficiente para seguir avanzando, así que siempre es recomendable recoger un ítem clonador por si acaso.
Vuela hasta el infinito y más allá
Badland no cuenta con una historia narrativa, pero la verdad, tampoco la necesita. Su planteamiento de estilo desplazamiento lateral centra la acción, básicamente, en avanzar a lo largo de los niveles superando todos los retos que se interpongan en nuestro camino. Aquí van un poco más allá e introducen algo más original, encuadrando las fases en diversos grupos que representan distintos estados del día, que son: Amanecer, Mediodía, Anochecer y Noche. Cada una comprende un total de diez niveles, los cuales tienen una ambientación diferente, tanto en diseño general como elementos. Luego, esas cuarenta fases se engloban en Día I y Día II, lo que conllevan ochenta niveles para el modo de juego principal.
Puede parecer poco pero todas las fases son muy rejugables ya sea por cumplir los tres retos que hay en cada una, por conseguir un récord y salvar a cuantos clones nos sea posible o simplemente por el placer de hacer cuanto más perfecto mejor. Si la campaña principal se nos queda corta y algo facilona, existen dos paquetes extras de diez niveles cada uno: Días de ensueño y Días del juicio. Veinte escenarios que han sido diseñados mediante un pacto con el diablo, como si fuera una venganza hacia nuestra cordura. Todo un reto que hará palidecer los anteriores niveles.
La edición juego del año no solo cuenta con el añadido de gráficos en alta resolución, sino también con dos modos de juego nuevos: Cooperativo y Multijugador.
El modo cooperativo nos permite disfrutar de los cien niveles principales pero acompañados por hasta tres jugadores más, multiplicando el nivel de histeria y risas de una forma totalmente inesperada. En la pantalla de selección se nos permite escoger entre cuatro diseños distintos de criaturas, lo que se agradece mucho; luego, cada jugador tendrá asignado un color para poder distinguirse con más facilidad. Los niveles, en esencia, son los mismos aunque con algunos cambios mínimos, al igual que la disposición de los items.
En cuanto a estos, el efecto se aplica a todos los personajes en pantalla salvo el clonador, que solo crea copias de quien lo hubiera recogido; aunque si hay algún jugador cuya criatura ha muerto, entonces hará aparecer un clon suyo, salvaguardando así que todos puedan seguir disfrutando de la partida a no ser que sean eliminados antes de poder reproducirse. Incluso en cooperativo los niveles también son rejugables ya que los tres desafíos cambian para adaptarse a este modo, aparte del reto en conseguir llevar al final el máximo de clones posible.
En cuanto al modo Multijugador, en verdad podría haberse nombrado Competitivo, pues es eso precisamente de lo que se trata. Aquí los niveles ya no son como los anteriores sino que están pensados e ideados para que podamos hacernos la mayor trastada posible mientras se intenta llegar al final antes que los demás. Los items que recojamos solo se aplicarán a nuestra criatura así que volar más rápido y tener un control más depurado puede ser una ventaja.
En total hay 27 arenas de combate disponibles, de los cuales 14 hay que desbloquearlos. Lo cierto es que se trata de una cantidad más bien escasa y con bastantes partidas ya echadas, al final se antoja algo repetitivo cuando ya le has cogido el truco. Se agradece mucho la opción de torneos por puntos, donde se puede seleccionar un grupo de fases, incluso jugar cada una las veces que indiquemos.
Conclusión
Badland: Game of the year edition, resulta ser una agradable sorpresa que llega a la Wii U con un sensacional apartado gráfico, una excelente base jugable y un gran repertorio de niveles. Estos tienen la capacidad de reinventarse continuamente, lo que añade una variedad bastante inusitada en juegos de corte similar tipo aventuras de desplazamiento lateral. Su manejo tan asequible nos invita a probar una y otra vez tras cada muerte, a lo que los checkpoints también tienen parte de culpa puesto que no será necesario empezar el mismo nivel una y otra vez. Los retos de cada fase, los viente niveles extra, los más de 70 logros, los dos modos de juego en cooperativo y competitivo hacen que la vida útil del juego se alargue una cantidad más que considerable de horas.
Irónicamente, su gran apuesta hacia la experiencia multijugador integrada en esta edición hace que el precio del juego se incremente de una forma considerable, a diferencia de su valor original en dispositivos móviles y tabletas. Los 11,99€ que cuesta (9,99 de oferta hasta el 13 de agosto) están bien justificados siempre y cuando se vaya a disfrutar al 100% de todo su extenso contenido. Es por ello que resulta ser un arma de doble filo. Quien le agrade disfrutar en compañía, encontrará en Badland una joya jugable tanto para uno mismo como de forma compartida; de lo contrario, si solo se pretende deleitarse con el modo para un jugador, aún rozando las diez horas de entretenimiento que ofrece, entre los cien nieveles, logros, retos, etc, puede que uno sienta un sabor agridulce de no haber podido explotar el cincuenta por ciento de su adquisición digital.
En cuanto a fallos, la verdad es que no se han notado. Esta versión de Wii U se ha realizado de una forma muy consistente y las físicas funcionan genial, el personaje se mueve y responde de maravilla, no hay ralentizaciones ni bajadas de frame, incluso los tiempos de carga no molestan y son rápidos. Sobre la música, se echa en falta una mayor presencia de melodías pues, aunque los efectos sonoros están muy logrados, la mayoría de niveles solo cuentan precisamente con eso, efectos de sonido, y es una pena porque le habría añadido más ambientación a la ya de por si gran atmósfera que presenta.
En conclusión, Badland es un gran juego de acción rápida y partidas cortas, original en su puesta en escena y que innova y sorprende mucho a nivel de diseño y concepto jugable. Un pequeño tesoro del desarrollo indie que a buen seguro, seguirá sorprendiendo y ofreciéndose rejugable aunque pasen los años.