[Análisis] Donkey Kong Country 2: Diddy’s Kong Quest (eShop Wii U)
Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas y Rare vuelve a la carga con más Donkey Kong Country en su segunda parte.
Si bien tenemos un juego genial en el primer episodio de la serie, resulta difícil pensar cómo la desarrolladora puede tratar a esta continuación y sobrevivir para contarlo. Pero en la época de Super Nintendo los videojuegos aun estaban es pañales, y quedaba mucho por innovar y evolucionar.
¿Logró Rare con Donkey Kong Country 2 superarse a sí misma y llevar los juegos de plataformas a otro nivel?
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Diddy y Dixie al rescate
Nada más comenzar el juego nos hacemos una pregunta… ¿dónde está Donkey Kong?
En este episodio de la saga controlaremos a Diddy y Dixie Kong en una aventura para salvar al mono que da nombre al juego, lo que ya resulta llamativo en un principio. Está ambientado en el mundo pirata Kremling y queda realmente bien con la saga y su estética.
Diddy era un personaje muy hábil y rápido en ‘Donkey Kong Country’ y lo sigue siendo en esta segunda iteración.
Ahora su compañera será Dixie, una mona con una gran coleta, rockera y con capacidades para planear. Esto da al juego en general un nuevo giro poniéndonos en el papel de un mono mucho más capaz.
La aventura nos llevará por un sin fin de nuevos territorios que no vimos en la primera parte… ni los imaginábamos: de la naturaleza salvaje pasamos a escenarios mucho más industrializados, con construcciones de madera, parques de atracciones o barcos (sobre todo barcos).
Aquí comienza el primer cambio radical del juego. Sorprende mucho el cambio visual y estético de la primera a la segunda parte. Aunque seguimos con ese estilo 2,5D que tan resultón quedó, la temática de los escenarios es tan diferente que nos hace preguntarnos cómo pudimos vivir sin él.
El sonido también ha sido revisado por completo: todas las nuevas creaciones son tan geniales como las primeras (o más). Rare ha sabido muy bien darle un nuevo enfoque al apartado sonoro al igual que al gráfico, haciendo que parezca un juego muy distinto. Esto era necesario para que la secuela tuviera una calidad magnífica, y en eso el juego cumple con creces.
Hazte con todo
¿Qué fue lo que echamos en falta de la primera parte? Retos, retos y más retos. Completar el juego y llegar al final era la única meta y objetivo disponible.
Ahora la cosa cambia y mucho. En ‘Donkey Kong Country 2’ hay montones de cosas por hacer.
Las fases cuentan con las clásicas letras KONG que deben ser recogidas para ganar una vida extra. Sigue sin poder comprobarse si se ha obtenido en una fase en concreto, pero en esta ocasión tendremos la moneda DK, un ítem coleccionable que estará escondido en algún lugar perdido de cada fase y que se mostrará junto al nombre de la pantalla en el mapa del mundo.
Hay que decir que aunque en las primeras pantallas será relativamente fácil de encontrar, a medida que vamos avanzando la cosa se pone fea, y en algunas fases algunos se las verán canutas para conseguirla.
Más elementos: las monedas banana serán un referente en la saga. Con ellas podremos pagar a los miembros de la familia Kong para que nos ayuden con consejos o incluso concursos para ganar vidas. Se conseguirán a lo largo de las fases, también relativamente escondidas pero más accesibles que las DK.
Por último tenemos las Kremkoins, las monedas de los Kremlings que nos servirán para desbloquear un área secreta del juego, con fases realmente complicadas e interesantes.
El salto con respecto a la primera entrega a nivel de contenido coleccionable es enorme. Una evolución brillante que le da al juego una vida útil mucho más amplia que la mayor parte de juegos de la época, incluso superando a muchos de los tiempos actuales.
El esquema de control permanece prácticamente inalterable respecto a la primera parte, con pequeños añadidos para añadir variedad al sistema. Por ejemplo, ahora que los dos simios son más pequeños y ligeros, podrán subirse uno encima de otro para llegar más alto. Además, como la característica de Diddy es la velocidad y sus volteretas, la de Dixie será la capacidad de planear y de usar su coleta para atacar a los enemigos.
También vuelven los animales, no solo con la capacidad de montarlos, si no de que los monos se transformen en ellos en ocasiones especiales. Mención especial a la araña Squitter y a la serpiente Rattly, dos grandes adiciones muy originales que encajan perfectamente con la estética del juego.
Los enemigos también se mueven de forma bastante impredecible, lo justo para que nos pillen si no somos hábiles.
Las cuerdas se extienden por todo el juego haciendo de la verticalidad un estilo de juego. Ya no solo tendremos que movernos en horizontal o ligeramente vertical: hay fases que están basadas completamente en la verticalidad, resultando muy originales y diferentes.
En cuanto a la duración del juego, tenemos 7 mundos, una duración aproximada de 4-5 horas alargándose hasta más de 10 para completarlo, aunque si no sois hábiles puede que tardéis bastante más, algunas fases son realmente duras.
Una secuela magistral para una serie legendaria
Tal y como decíamos al principio de este análisis, dicen que las segundas partes nunca fueron buenas… ¡y Diddy’s Kong Quest demuestra lo contrario!
La secuela de uno de los mejores plataformas de SNES es uno de los mejores plataformas de SNES, y esto es magnífico.
Rare supo como mejorar cada punto: un arte distinto y que evoluciona hasta convertirse en algo completamente nuevo. Un sistema de control más ágil y amplio. Más largo y desafiante. Mejor.
No habrá que dedicar mucho tiempo al juego para darse cuenta de que es mejor que la primera parte, que la mayoría de plataformas de SNES y que la mayoría de plataformas de la actualidad. Una joya atemporal que debéis probar si o si, vieja escuela en estado puro.
Dejaos embaucar por lo mejor de Rare y no os perdáis la segunda parte de la saga más legendaria de Donkey Kong.