[Análisis] ‘Dungeons & Dragons: Chronicles of Mystara’
Tabla de contenidos:
La magia “old school” invade el reino -SONIDO-
Un despliegue visual como el que Tower of Doom y Shadow over Mystara aportaron en su día, necesitaba ir acompañado de temas musicales a la altura de las circunstancias. El resultado fue una obra exquisita y rica en detalles que exprimía de forma inteligente el chip Q-Sound de la máquina. Las composiciones de ambos títulos son el nexo perfecto entre el jugador y la aventura por la épica que desprende y que fluctuan entre la fantasía medieval y la trepidante acción de los combates.
En esta reedición se mantiene la banda sonora intacta y aunque sigue resultando impresionante, es casi irrisorio que no se hayan aprovechado los medios actuales para dar un lavado de cara a nivel técnico tanto a la música como a los efectos sonoros. Está fuera de toda lógica pensar en una remasterización para los sistemas actuales sin considerar un cambio tan necesario como es la calidad del audio tan paupérrima como en los títulos originales.
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¡Cuenta con mi hacha! -JUGABILIDAD-
A menudo denominados “los reyes del beat ’em up” y sentando las bases del género para los años posteriores, el trabajo de Capcom por brindarle la suficiente independencia como para marcar su propio camino y distanciarse de lo que entonces era lo habitual, sirvió para crear unas mecánicas jugables directas y sólidas influenciadas por los sistemas que utilizaban los RPG. El resultado fue majestuoso. Los personajes contaban con variedad de movimientos, podían emplear objetos y magia e incluso comprar utensilios a una vendedora tras completar cada nivel.
La experiencia que resulta seleccionar a tu personaje favorito (podemos elegir entre una amplia variedad de clases que abarca desde el clásico guerrero hasta el elfo) y dar leña a todo ser vivo que aparezca en pantalla, es una sensación que pocos títulos transmiten de forma tan eficiente. Supone un auténtico desafío pelear en solitario, y aunque en cooperativo a dos, tres e incluso cuatro jugadores sigue resultando un reto, se torna mucho más divertido al tener que coordinar la intervención de cada jugador.
La elección es otro aspecto clave y a tener en cuenta durante la partida. A lo largo de la aventura tendremos que decidir qué caminos tomar, algunos cortos pero plagados de enemigos y otros extensos pero sin correr el riesgo de ser asaltados. Y es que la inteligencia del jugador en la toma de elecciones es algo que el juego premia o castiga de forma ilustre. El uso de pociones es casi anecdótico y nuestra barra de salud sucumbirá en más de una ocasión obligándonos a acostumbrarnos a la clásica pantalla de continues.
Aunque la transición del pad clásico de recreativas al mando de consola podría haber sido más traumática de lo que cabe pensar en un primer momento (en juegos como Street Fighter sigue siendo impensable jugar sin un arcade stick), en Chronicles of Mystara el control se adapta de forma natural e inmediata. Ojo, que esto no lleve a engaños, pues los movimientos debemos de hacerlos de forma exacta y precisa si no queremos morder el polvo tras ejecutar de forma incorrecta un salto o un golpe mal encajado.
Los dragones no son cosa del pasado -DURACIÓN/OTROS-
Nos encontramos ante un juego desafiante y que pondrá a prueba los nervios de los jugadores menos experimentados. Resulta desconcertante la cantidad de monedas que gastaremos en continuar tras ser derrotados en infinidad de ocasiones. Aun así, el selector de dificultad nos permitirá elegir entre cinco niveles a cada cual más complicado. Esto junto a la variedad de rutas alternativas que descubriremos a lo largo de la historia, nos asegura horas de juego para llegar de la mejor forma posible al final de la aventura. Tratándose de un juego de recreativas es sorprendentemente extenso en su propuesta y resulta difícil imaginar cuántas pesetas necesitamos invertir en su día para completarlo.
También hay momentos para el “humor” en esta adaptación. Quizás muchos no lo recuerden, pero Tower of Doom llegó a nuestro país traducido (o al menos así lo querían llamar ellos) al español. El resultado fue cochambroso y digno de estar entre las traducciones más infames de la historia del videojuego. Palabras mal escritas, expresiones interpretadas de forma errónea… no hay adjetivos para describir el horror que nuestros ojos tuvieron que sufrir, así como tampoco los hay para explicar por qué la compañía ha decidido volver a torturarnos de esta forma.
Capcom, que ya tiene experiencia en esto de poner al día clásicos, se ha preocupado de añadir interesantes extras pensados para satisfacer al jugador más nostálgico y fetichista. Desde artes conceptuales o imágenes del proceso artístico hasta lo que han denominado “reglas de casa”, una lista de ventajas y hándicaps que se aplican en la aventura y alargan la vida útil del producto.
Pero si existe una novedad importante incorporada para la ocasión esa es la inclusión de un cooperativo online para hasta cuatro jugadores. Tantos personajes en pantalla resulta caótico en los niveles con mayor afluencia de enemigos, pero es directamente proporcional a la diversión de jugar con amigos.
Experimenta la magia de jugar a dos clásicos -CONCLUSIONES-
Dungeons & Dragons: Chronicles of Mystara es un ejercicio de nostalgia para el jugador veterano y un recordatorio para los más nuevos de lo que es un beat ’em up ejemplar. Largo, desafiante y con multitud de extras, Capcom ha conseguido resucitar a una bestia durmiente que merecía estar al alcance de nuestras consolas domésticas. Su sólida jugabilidad sigue perenne y pocos pueden presumir de un apartado artístico tan exquisito que con el tiempo, en vez de envejecer, se ha revalorizado. Es cierto que no está exento de fallos, algunos tan incomprensibles como el descuidado apartado sonoro que no está al nivel del conjunto final. Tampoco es explicable la falta de autocrítica dentro de la compañía como para permitir la pésima traducción al español que llevamos soportando desde su lanzamiento original hace más de veinte años.
A pesar de estos lastres menores, Chronicles of Mystara es el retorno de la fantasía al servicio de las plataformas digitales, una lección de cómo se debe tratar al jugador y, sobre todo, la mejor (y única) forma de disfrutar de dos clásicos de la historia del videojuego en la actualidad.