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[Artículo] ¿Qué le ocurre a Pokémon?

A estas alturas, Pokémon se ha convertido en un fenómeno social a nivel mundial. Una saga que ha calado en la cultura popular y es que no es necesario ser jugador para conocerla franquicia. ¿Quién no ha coleccionado cromos o tazos de pokémon?

El fenómeno Pokémon se fraguó hace alrededor de 40 años en la mente del creador japonés Satoshi Tajiri, un joven que en sus ratos libres coleccionaba insectos. Es su pasión por los videojuegos lo que hizo que conociera a Ken Sugimori, con quien inicia una gran amistad.

Con la Game Boy en pleno auge, formaron una compañía juntos y se embarcaron en la difícil tarea de crear un juego que reflejase aquella pasión que tenía Satoshi por los insectos. De la unión de estos dos jóvenes surgió Pokémon. Sin embargo, fue necesario bastante tiempo para que el juego tomara la forma del juego final. Con los consejos de Shigeru Miyamoto y la mente de los dos jóvenes salió a la venta Pokemon Rojo y Verde (esta última llegó al resto del mundo bajo la coletilla «Azul»).

Un juego que arrasó gracias a una masiva campaña de marketing y a la interacción entre los jugadores (el intercambio de pokémon gracias al cable link). Más tarde llegaron las series, películas, cartas… y todo tipo de merchandising relacionados con la franquicia, un auténtico boom que ha traspasado las fronteras del videojuego y se ha extendido a otros campos.

No es extraño pensar en una segunda entrega después del éxito de las primeras ediciones, así Game Freak (la compañía que crearon) se puso a trabajar en un nuevo título de la saga. De este trabajo salió Pokémon Oro y Plata. Otro fenómeno de masas reforzado por sus entregas anteriores. Sin embargo, ¿cómo consiguió seguir cautivando al público? Pues gracias a sus nuevas mejoras: la implementación del día y la noche, más criaturas, nuevo continente, obtención de huevos en la guardería…

Un cartucho que explotaba todas las capacidades de la portátil y seguía manteniendo la esencia del primer título. Un logro que lo permitió gozar de auténtico éxito y poder seguir extendiendo su legado en las portátiles posteriores.

Así, en 2003 con la llegada de Game Boy Advance nació una nueva generación de la franquicia: Pokémon Rubi y Zafiro. Para muchos nada innovador, para otros inferior a su predecesor, pero lo cierto es que incluía importantes novedades que se han seguido desarrollando en los juegos posteriores. Entre estas novedades destaca la inclusión de las habilidades Pokémon o los concursos Pokémon; alargando así la jugabilidad del título y por ende, la experiencia de juego.

Es importante destacar el diseño que ofrecían los 133 nuevos pokémon del título que al igual que en sus anteriores entregas, destacan por el carisma o personalidad que destilan. Tanto es así, que este título supone un punto de inflexión que marcaría el posterior declive (al menos a nivel artístico) de la franquicia.

Y así llegó la actual generación de consolas (la cuál parece estar a punto de acabar), en la que Pokémon como ha hecho siempre, hace acto de aparición. A pesar de este desgaste continuo de la franquicia, Game Freak dio luz a Pokémon Diamante y Perla. Cartuchos que gracias a las nuevas funcionalidades que incorporó Nintendo DS, han permitido desarrollar nuevas novedades respecto a sus anteriores entregas, además de mejorar algunas de ellas. Quizás entre las novedades más importantes se encuentran las posibilidades Wi-Fi del título o el cambio gráfico respecto a su antecesor, optando por entornos 3D bajo sprites en 2D. Un auténtico acierto y estilo que Nintendo sabe explotar mejor que nadie con excelentes resultados.

Sin embargo, es ese desgaste del que hablaba anteriormente el causante del horrible diseño que ofrecen las 107 criaturas nuevas (cantidad que además disminuye respecto a Rubi y Zafiro…), totalmente falto de originalidad y cayendo en la mediocridad, algo que junto con las pocas novedades jugables, advierte el deterioro que está sufriendo la saga con los años.

Es esta mentalidad la que nos ha acompañado durante los últimos años, la cual se ha visto reforzada gracias a los remakes de Pokemon Oro y Plata, adaptaciones sobresalientes de los títulos originales y que por tanto nos hace preguntarnos, ¿cómo puede ser que una entrega de hace 10 años ofrezca a nivel jugable y argumentativo casi lo mismo que la generación actual?

Y es preocupante el estado actual de la saga con su reciente Pokémon Blanco y Negro. La falta de novedades importantes (sólo destaca su renovado aspecto gráfico y los combates triples…) hacen advertir el futuro de la franquicia. Es triste el declive que ha sufrido esta franquicia por su uso continuado, un bajón que se acrecenta con los numerosos títulos de carácter spin off que emplean la coletilla «Pokémon» con el fin de aumentar el negocio; un auténtico atentado contra la saga principal y que no hace sino desvalorizar un producto que cada vez cuenta con menos seguidores (los cuáles aún son bastantes, por fortuna).

¿Sufrirá la saga algún cambio relevante en próximas entregas? ¿O seguirá apostando por un modelo de negocio que resulta rentable y sin ningún atisbo de innovación? Sin lugar a dudas, me atrevería a decir que lo segundo, aunque el problema es que las ventas no siempre garantizan la calidad de un producto…