Desconcierto en Nintendo sobre los productos ‘hardcore’
La casualización de Nintendo podría no ser tan evidente como parece, y ser menos responsabilidad suya de lo que algunos le atribuyen. La compañía presidida por Shigeru Miyamoto presentó en el pasado E3 productos para su línea dura de seguidores, Metroids, Marios (nuevos con secuela para Galaxy pero también un replanteamiento del clásico ‘Bros’), y Zeldas, dejando claro su compromiso con los principales estandartes de la marca.
A pesar de ello, la conquista del mercado de públicos antes inalcanzables, practicados con títulos de todo tipo que han llegado a lo grotesco (a base de buscar cualquier posible filón que convirtiera títulos absurdos en regalos de moda) les ha acarreado una cierta imagen de compañía vendida al público menos purista del videojuego, como si esto se tratase de una decisión propia y no de un análisis del mercado o simple explotación de los frentes de rentabilidad demostrada.
Pero es que la propia compañía no da crédito a algunas estadísticas de ventas: su Punch Out, concebido como un regreso a modo de guiño para los veteranos se ha saldado con unas ventas por encima ligeramente de las 150.000 unidades, algo que en vista del potencial (un clásico del boxeo que venía que ni pintado a Wii) y el despliegue de marketing, se intuyen ridículas. Por no hablar de las más de 100.000 unidades de la brillante adaptación de GTA a DS. O de los escasos réditos de Madworld o House Of The Dead, alabados por la crítica, ninguneados por la audiencia… al menos si se comparan con los más de 350.000 Wii Fits vendidos, o los casi 700.000 UFC Undisputed.
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Si bien se espera que clásicos como los antes mencionados sí alcancen al gran público y conserven a los fieles, hay lecturas que preocupan más en cuanto a la supervivencia de determinados desarrollos. El público natural, los llamados hardcore gamers que se jactan de su gran devoción y conocimiento de los entresijos del videojuego, en muchos casos simplemente han optado por no comprar. Lo cual no quiere decir no jugar. Armados con sus sistemas de pirateo y argumentos autoconvincentes en favor de la infracción de derechos de propiedad intelectual, los supuestos leales son un público sin rentabilidad en tanto que los llamados casual pasan más por caja, por falta de experiencia o suficiente conocimiento de la piratería. Y si bien con un número de usuarios ‘pirata’ moderado el sector podía aguantar, ya son varias las voces que afirman que la masificación actual impide rentabilizar debidamente desarrollos de primera línea. De ahí que seguirá siendo más ventajoso proseguir con los ttulos para todos los públicos, gusten o no a quienes los critican con saña a pesar de no ganarse ese derecho pagando ni por unos ni por otros, limitándose a exigir que les desarrollen programas a su gusto de forma gratuita.