El arte del bonsai
Bonsai es una palabra japonesa que significa literalmente bon = bandeja + sai = naturaleza (aunque etimológicamente procede del término chino , penjing o penzai, que significa pén = bandeja + zāi = cultivar) y consiste en el arte de cultivar árboles y plantas, reduciendo su tamaño mediante técnicas, como el trasplante, la poda, el alambrado, el pinzado, etc., y modelando su forma para crear un estilo que nos recuerde una escena de la naturaleza.
El arte de los bonsáis se originó en China hace unos dos mil años, como objeto de culto para los monjes taoístas. Para ellos era símbolo de eternidad, el árbol representaba un puente entre lo divino y lo humano, el cielo y la tierra.
Durante siglos la posesión y el cuidado de los bonsáis estuvo ligado a los nobles y a las personas de la alta sociedad. Según la tradición, aquellos que podían conservar un árbol en maceta tenían asegurada la eternidad. Así fue como los monjes disponían los árboles pequeños en vasijas a lo largo de las escaleras de los templos y hasta eran fuente de adoración.
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En el sur de China el arte del bonsái consistía en transmitir todas las características de un árbol desarrollado en la naturaleza a un árbol pequeño cultivado en maceta. Se buscaba reproducir estos árboles según los existentes en las altas montañas por lo cual utilizaban sólo especies que existían en los montes y que ya poseían formas especiales en su intensa lucha contra las adversidades climáticas.
Fue llevado a Japón hace unos 700 años, donde se perfeccionó y evolucionó al arte actual. Desafortunadamente, muchos de los especímenes más antiguos desaparecieron durante la segunda guerra mundial.
Un bonsái no es una planta genéticamente empequeñecida. Se mantiene pequeña dándole forma, podando el tronco, las hojas y las raíces cada cierto tiempo, dependiendo de la especie. Si se cultiva adecuadamente, sobrevivirá el mismo tiempo que un árbol normal de la misma especie, pero si lo hacemos de forma incorrecta, probablemente morirá.
En general, cualquier especie arbórea o arbustiva puede ser cultivada como bonsái, pero las más apreciadas por los aficionados son aquellas que poseen las hojas pequeñas de forma natural y además son resistentes al cultivo en maceta, como por ejemplo, las especies de los géneros: Acer (arce), Pinus (pino silvestre), Ulmus (olmo), Rhododendron (azalea), Ficus (higuera), Olea (olivo), Juniperus (enebro), etc.
Un bonsái suele exponerse en un tokonoma acompañado de un cartel (kakemono) y/o un arreglo floral (ikebana), o una planta de acento (kusamono), o un roca (suiseki).
Es conveniente cultivarlos en el exterior durante todo el año. En el caso de las especies tropicales y subtropicales, éstos han de protegerse de las temperaturas bajas durante la época más fría, protegiéndolos en un invernadero frío muy bien iluminado. En todo caso, si se cultiva en el interior de casa, debe estar lejos de fuentes de calor y junto a una ventana muy luminosa, sin sol directo, sólo durante la época fría del año (otoño/invierno).
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Riego
Se ha de regar cuando la superficie de la tierra comienza a secarse y de forma abundante, es decir, hasta que salga por el drenaje. Esto suele suceder dependiendo de muchos factores (época del año, clima de la zona, actividad del árbol, situación, etc.) y, por tanto, el riego puede ser necesario varias veces al día en verano o cada dos o tres días en invierno.
Regaremos con una regadera de agujeros finos, para así aportar más oxígeno, evitar degradar el sustrato y no alterar su granulometría ni el drenaje del mismo. La primera vez, regaremos humedeciendo la tierra por encima y una segunda vez al cabo de unos minutos, a fondo, hasta que el agua salga por los agujeros de drenaje de la maceta, evitando el encharcamiento de la tierra.
La mejor agua que se puede utilizar es la de lluvia, ya que es la que absorben las raíces de los árboles en su estado natural. Al utilizar agua de uso corriente se recomienda dejarla reposar como mínimo 24 h, ya que de este modo gran parte del cloro y demás químicos dañinos quedan en el fondo del recipiente también es recomendado el uso de agua con el ph ajustado a 6.5 .
La pulverización de las hojas sólo debe emplearse cuando se haya aplicado un tratamiento fungicida preventivo en primavera y otro en otoño, de lo contrario aparecerán los hongos, especialmente si el cultivo es interior o invernadero.
Si la maceta está muy seca, o el agua no penetra bien en el suelo, debes sumergir la maceta en agua y dejarla reposar unos minutos. No obstante, este sistema de riego sólo debes utilizarlo en caso de emergencia y nunca como un método habitual de riego.
Abono
El más adecuado es el abono orgánico sólido para bonsái. Hay que abonar especialmente durante los períodos de crecimiento y formación de yemas (primavera y otoño). Si se usa fertilizante químico líquido se deberían seguir las instrucciones del fabricante porque si se utiliza en exceso, se pueden quemar las raíces del bonsái. En período de reposo vegetativo, es preciso dejar de abonar, salvo que su cultivo sea interior. No se deben abonar plantas débiles o enfermas, ni durante los treinta días posteriores a un trasplante o poda.
Poda
Hay dos clases:
- Poda de mantenimiento: sirve para formar poco a poco el bonsái y para acentuar las formas deseadas. Para hacerlo se podan las ramitas cuando tienen 7 u 8 pares de hojas, cortando por encima de los 2 ó 3 primeros pares de hojas. Se han de quitar las hojas amarillas y los brotes del tronco.
- Poda drástica o de formación: consiste en podar el bonsái drásticamente para darle la forma que se quiere. La forma de poda más drástica es la que se realiza destinada a los ejemplares en escoba: cuando se quiere crear este estilo se debe cortar el tronco con una navaja afilada en bisel o cóncavamente para que las ramas que surjan lo hagan desde el mismo punto. Y para que éstas crezcan hacia arriba conviene rodear el corte con un cartón opaco que sobresalga unos 5 cm para que las ramitas se dirijan hacia arriba disimulando la cicatriz. En el corte se debe untar la herida con una pasta cicatrizante.
Trasplante
Cada vez que la tierra se haya agotado (cada 2 ó 3 años) es necesario trasplantarlos, dependiendo de la especie y situación de cada ejemplar. Se ha de recortar a la vez parte de las raíces y podar las ramas en una proporción similar. En general, suele hacerse al comienzo de la primavera, justo cuando las yemas están hinchadas pero los brotes aún no se han abierto, cortando entre 1/3 y 2/3 de las raíces, aunque puede haber casos en los que no sea necesario. Hay dos clases de raíces: las de sostén y las de alimento. Se deben cotar las primeras. Estas pueden reconocerse porque son largas y más gruesas. Las de alimento son más finas y con pequeños filamentos parecidos a cabellos. Estas no se deben cortar. Esta operación es delicada y si no se está seguro de que el bonsái sobreviva es mejor no podar las raíces o consultar con un aficionado o un profesional. En cualquier caso, el volumen de raíces que dejamos debe ser 1/3 superior al volumen de copa o parte aérea.
Musgo
El musgo es una parte decorativa opcional de nuestros bonsáis, que le da a nuestro arbolito una ayuda manteniendo más húmeda la tierra durante la época más seca, además de darle una hermosa textura y tonalidad verde a nuestro árbol.
No obstante, aunque el musgo resulta agradable visualmente, es necesario que no cubra más del 50% de la superficie de la maceta para que las raíces puedan respirar adecuadamente y podamos realizar un riego correcto observando la situación en la que se encuentra la superficie de la tierra. En ningún caso ha de cubrir parte del tronco.
Clasificación por estilo
De acuerdo con su estilo los bonsái se clasifican en:
- Chokkan japonés; Es el clásico estilo vertical formal de tronco recto, con la usual silueta triangular.
- Moyogui japonés; Estilo vertical informal donde se reconoce la silueta triangular pero el tronco es sinuoso.
- Shakan japonés; Estilo de tronco inclinado no más allá de 45°, reconocible la silueta triangular.
- Kengai japonés; Cascada, el ápice del tronco se encuentra claramente bajo el borde de la maceta. Es equivalente a un estilo vertical puesto cabeza abajo.
- Han Kengai japonés; Semicascada, el ápice del árbol se encuentra debajo del límite superior del vaso pero por encima del fondo del mismo.
- Fukinagashi japonés; «Barrido por el viento». En este estilo se simula los árboles que han crecido en la cima de una montaña dominada por vientos fuertes que soplan siempre en la misma dirección. Toda la masa del árbol se encuentra inclinada hacia a un costado.
- Neagari japonés; Raíces expuestas, usando cualquiera de los estilos de tronco descritos pero donde las raíces del árbol se encuentran visibles, usualmente sobre una roca. El tridente que se muestra en la primera imagen de este artículo corresponde a este estilo.
- Bunjin japonés; Busca simular la caligrafía oriental, es de origen chino y se caracteriza por tener un tronco muy esbelto y una copa casi nula (solamente en el ápice del mismo).
Clasificación por tamaño
De acuerdo con su tamaño los bonsái se clasifican en:
- Shito o Keshitsubo – bonsái no mayor a 5 cm de envergadura, posible de transportar en la «punta del dedo»
- Mame – de 5 a 15 cm de altura, posible de transportar en la «palma de la mano»
- Shohin – de 15 a 21 cm
- Komono – de 15 a 40 cm
- Chumono – de 40 a 80 cm
- Omono – más de 80 cm
Jin y Shari
Uno de los efectos más llamativos que se puede dar a un bonsái para hacerle aparecer como un árbol viejo, es mediante el uso de las técnicas de Jin o Shari que corresponden, respectivamente, al retiro de la corteza, el floema y el cámbium de un tronco o una rama para crear un área de madera muerta, la que idealmente debe ser tratada con una solución de polisulfuro de calcio para evitar el ataque de hongos y proporcionar un aspecto blanco-plata.