[Análisis] Dragon Quest IV: Chapters of the chosen
Los DQ eran, por antonomasia, los rivales de cualquier Final Fantasy en Japón. Ambas franquicias han vendido carros y carretas en el país del sol naciente, y no es extraño, viendo la calidad de ambas sagas.
Si Final Fantasy siempre se ha caracterizado por un despliegue técnico que ha dejado a sus rivales a la altura del betún, DQ siempre ha sido más austero y se ha centrado de pleno en la jugabilidad, sin demostrar grandes alardes, lo cual no es óbice para que un juego triunfe, como demuestran los millones y millones de copias que ha vendido cada capítulo.
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Tras la fusión de Squaresoft con Enix, se abrió la puerta de occidente para los DQ, que siempre habían quedado en tierras niponas por culpa de esos «tintes» roleros que no eran muy populares por estas tiras hasta la llegada de Final Fantasy VII. Dragon Quest VIII: el periplo del Rey Maldito (PS2), fue el primer Dragon Quest que se lanzó en todo el mundo y, por supuesto, llegó, vio, y vendió.
El cuarto capítulo de la saga ha sido remodelado significativamente para nuestra DS. Teniendo en cuenta de que era un juego de NES, podríamos decir que el aspecto técnico es el mayor beneficiado, puesto que obtenemos unos enormes escenarios en 3D que se muestran en las dos pantallas simultáneamente, por los que manejamos a nuestro grupo de personajes 2D. A priori, y aunque no están a la altura de lo visto en FFIV, los gráficos son bonitos, muy al estilo de cualquier otro RPG de DS.
La pega viene en los combates, pues no aparece nuestro grupo de batalla, sino que unicamente aparecen los enemigos de frente, y una barra que muestra los PV de nuestro grupo. En la pantalla superior se nos muestran sus estadísticas básicas. Si bien, los combates son meras pantallas estáticas con algún que otro efecto, los enemigos al menos están animados. Este sistema de combate puede echar atrás a más de uno. Sin embargo, y desde mi punto de vista, recuerdan a los combates que se ven en cualquier pokémon, salvo que aquí nuestros personajes no salen ni siquiera de espaldas. Aún así, las batallas son intensas y desafiantes.
La dificultad está perfectamente ajustada y el juego no es nada abrumador. Esto quiere decir que los personajes crecen a medida que van subiendo de nivel. No tienen personalización alguna, salvo, como es lógico, por las armas y armaduras que pueden llevar. No hará pensar a los novatos qué habilidad debería tener equipada un personaje en un momento determinado: a medida que avanza el juego, los personajes van adquiriendo las habilidades necesarias para poder seguir avanzando, sin necesidad de estar subiendo de nivel constantemente. Para los expertos, a priori, puede parecerles simplón, hecho del que se olvidarán en cuanto empiecen a experimentar con los ocho personajes de los que disponemos, cada uno con su propio estilo de batalla. El lápiz táctil queda totalmente relegado, algo que es de agradecer, aunque las batallas de este juego podrían jugarse perfectamente a base de toques táctiles.
En cuanto a los diseños de personajes, corren por cuenta de Akira Toriyama (si, el de Dragon Ball), por lo que no es raro si de vez en cuando vemos algún que otro Goku o Bulma por ahí sueltos. El personaje principal, de hecho, es clavadito a Yamcha.
A pesar del aspecto «rancio» que el juego puede desprender, es capaz de conquistar a cualquier persona que se ponga a los mandos de la DS, y dura más de 30 horas. Si esta es la base en la que se apoyan juegos posteriores, servidor no puede dejar de estar ansioso por lo que está por venir: DQV, DQVI y DQIX.